4. Posesividad (Hail Stony pt2)

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—¿Dónde… dónde estamos? —el cuerpo le dolía como el mismísimo infierno, sus piernas a penas y podían con su propio peso, incluso sus ojos luchaban por enfocar algo, lo que fuese— ¿Pepper, ¡Morgan!? —buscó con desesperación a su familia, se arrastraría hasta encontrarlas de ser necesario

—Todo está bien, Anthony —susurró con dulzura el rubio, mientras cargaba el adolorido cuerpo del millonario.

—Tú… —el shock a penas y le dejó hablar, lo había recordado todo de un instante a otro; la discusión con el soldado la que para él sería la noche anterior, e incluso el fuerte golpe que lo aturdió segundos antes de despertar en aquel oscuro y lúgubre escenario—, ¿qué diablos estabas pensando?

—Oh, Tony, si te lo dijera —una sonrisa tanto pícara como frívola se dibujó en su rostro mientras lo dejaba dulcemente en una cama vieja pero casi impecable, haciendo a Tony dudar de si realmente quería saberlo—, no podrías dormir por la noche —agregó con algo de diversión—. Aunque a partir de ahora no dormirás demasiado —advirtió, tomando el rostro del castaño entre sus manos.

—¡Quítame tus sucias manos de encima! —ordenó, soltándose del fuerte agarre con brusquedad, haciéndose un poco de daño en el proceso.

—¿Esta es forma de recibirme después de todo este tiempo? —preguntó con una fingida ofensa en su voz— Después de que me tomé la molestia de salvarte de esa aburrida y patética vida hogareña… —negaba con la cabeza, sin dejar de ver fijamente al castaño.

—¡¿Salvarme, es acaso una broma?! —se quejó, incluso su garganta estaba luchando por poder hablar, ¿qué demonios le había hecho Steve?

—Tranquilo, amor mío —acarició su cabello con cuidado, como si con el más mínimo movimiento fuese a romper al genio—, pronto te sentirás mejor —sentenció antes de salir de aquel almacén abandonado, no sin antes cerrar todas las salidas posibles, no iba a permitirse perder a Tony de nuevo, especialmente no ahora que lo tenía todo planeado

[Residencia Stark-Potts, 11:15 AM]

Se escuchaban las repetitivas y tristes preguntas de una pequeña de 4 años que quería saber dónde estaba su padre y por qué su madre lucía tan preocupada.

—Pepper, vine en cuanto vi los mensajes —habló Happy al cruzar la puerta, él era un desastre; quizá porque lo primero que leyó en su primer rato libre de la mañana fue que no había rastro de Stark desde la noche anterior; «Nunca entró a la habitación, y ni siquiera contesta su teléfono» fue lo que más resaltó en uno de los múltiples mensajes de la rubia que compartía su vida con Tony.

—Morgan, cariño… —Pepper respiró un par de veces para lucir lo más tranquila posible para su hija—, ¿te gustaría mostrarle tu habitación a tu tío Happy? —le sugirió a la pequeña, quien ya empezaba a reflejar su propia preocupación al escudarse con el cuerpo de su madre.

—No quiero —alcanzó a protestar mientras se apegaba más a la pierna del pantalón de Pepper—, quiero a papi —exigió, como sabiendo de cierto modo que algo andaba mal, realmente mal

—Y lo verás, cariño, sólo… Ve con tu tío Happy, por ahora, ¿sí? —la mujer se hincó hasta quedar a la altura de la niña— Mami tiene asuntos que atender y él va a cuidar de ti

—¿Por qué no puedo ir contigo? —fijaba sus pequeños y humedecidos ojos chocolate en los de su madre.

No sabía qué decirle con exactitud, ¿que temía por su seguridad? No, Morgan no necesitaba preocuparse, no más de lo que ya estaba, no a tan corta edad.

—Porque te vas a aburrir muchísimo —le explicó, acariciando con dulzura la mejilla de la niña, quien puso su mano sobre la ajena—, y si te quedas con Happy podrás jugar con tus cosas, incluso él podría contarte divertidas anécdotas sobre papá —rogaba porque eso fuera suficiente para convencer a su pequeña, especialmente ya que no se sentía del todo bien como para pensar algo más.

Dark Stony WeekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora