OS 4.2: Reencuentro.

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"Richie, soy Mike Hanlon"

Esa había sido la llamaba que detuvo el mundo de Richie Tozier.

El mundo de Tozier estaba en constante movimiento, su carrera lo exigía. Viajes, presentaciones, fiestas, ceremonias, reuniones, nunca estaba quieto, pero cuando atendió esa llamada todo a su alrededor se detuvo.

La lluvia de recuerdos fue demasiado fuerte, en especial porque estaba desprevenido. Las imágenes en su cabeza comprimieron su pecho y revolvieron su estómago, le hicieron recordar porqué era más fácil olvidar todo lo que había pasado en Derry que llevarlo consigo toda su vida.

Le hubiera encantado seguir sin recordar nada.

Pero no, Mike llamó y cuando lo hizo, le hizo sentir que su vida no era más que una ilusión y que su viejo amigo estaba allí para llevarlo de regreso al mundo real.

Un mundo al cual no quería regresar jamás...

...o al menos eso pensó al principio, porque después de todo, no todos los recuerdos que recuperó fueron malos.

Fue como un impulso.

En cuanto aquel rostro sonriente apareció en su memoria, se levantó de la cama y empacó para el viaje. Su cuerpo se movió por si solo sin que él se diera cuenta, como si supiera lo que quería antes de que él fuese capaz de asimilarlo por completo. Continuó moviéndose en automático hasta que estuvo dentro de un taxi luego de pedirle al conductor que lo llevara al aeropuerto.

Tenía un vuelo que tomar.

Sin duda ese viaje fue el más largo en toda su vida, llegaría al aeropuerto de Portland y tendría que rentar un auto para luego hacer un viaje por carretera hasta Derry. Fue largo, pero gracias a eso tuvo mucho tiempo para reflexionar.

Para recordar.

En el avión durmió, sería un viaje muy largo puesto que tendría que atravesar todo el país. Bebió un par de tragos para tranquilizarse y cayó dormido el resto del viaje, lo necesitaba. Ya en Portland arriba del auto rentado, fue que se dio la oportunidad de recordar.

Las miles de imágenes volvieron a azotar su mente, pero esta vez se mostraron como un álbum o una cinta en cámara lenta. Ya no lo agobiaron ni le revolvieron el estómago. Pudo recordar y disfrutar de sus recuerdos, de cada uno de ellos.

Sus amigos.

El club de los perdedores.

Bill "El tartaja" Denbrough, Stan "Orina" Uris, Beverly "Molly Ringwald" Marsh, Ben "El chico nuevo" Hanscom, Mike "El niño sin educación" Hanlon y...

Eddie "Hipocondriaco" Kaspbrak.

Eds.

Ahora que los recordaba a todos, se preguntaba cómo había podido olvidarlos.

¿Cómo pudo haberse olvidado de ellos después de todo lo que compartieron?

Fueron sus mejores amigos, sus únicos amigos, con los que solía divertirse, jugaban y bromeaban, reían y gritaban, se esforzaban para esconderse de los matones y trataban de apoyarse entre sí cuando estaban en problemas. De verdad ¿Cómo pudo olvidarlos?

¿Cómo pudo olvidar a Eddie?

No sabía porqué, pero la primera imagen que pudo vislumbrar con nitidez fue la del rostro de Eddie Kaspbrak sonriendo. Fue esa imagen la que lo tranquilizo y aclaró todos los pensamientos confusos en su cabeza.

Pensar en él lo hacía sentirse bien.

Aunque no estaba seguro del porqué.

Recordaba sus discusiones, recordaba lo molesto que se ponía cuando hacía bromas sobre su madre y se rió un par de veces de ellas mientras las repasaba, los recordaba todo el tiempo juntos conversando y divirtiéndose o discutiendo. Siempre juntos.

Y aunque no sabía porqué, eso le causaba una sensación de alegría en el pecho, una que no recordaba haber sentido antes.

Continuó su camino a Derry recordando más cosas sobre sus amigos y en especial sobre Kaspbrak. Los tenía frescos en su memoria, por eso cuando llegó al restaurante donde Mike los había citado y vio a un hombre y una mujer afuera, no tardó nada en reconocerlos, incluso si habían pasado años y el hombre era muy diferente.

-Wow... son tan atractivos... ¿Qué demonios me pasó a mí? – Por supuesto, no sería él si no se presentara con humor de por medio.

Los dos lo miraron y en la mujer se dibujó una sonrisa en el rostro. Por un momento los vio cómo eran a los 13 años.

Beverly y Ben.

-Oye ¿Cómo estas amigo? – Se acercó para saludarlos, tenía que hacerlo – soy Richie -.

Se saludaron, se abrazaron como los viejos amigos que eran y por un momento, se sintió como si el tiempo no hubiese pasado.

Los tres entraron, ansiosos por reunirse con los demás. Una mujer asiática los guió hasta un lugar apartado donde vieron a tres hombres dandoles la espalda, por esa razón hizo sonar el gong. Quería que voltearan, quería verlos a todos y una vez que lo hicieron, nuevamente tuvo esa especie de visión.

Los vio como los niños de 13 años que habían sido.

Vio a Bill y a Mike, y también lo vio a él.

Vio a Eddie.

-Wow ¿Ya los vieron? -.

Era Eddie, pero ya no era el Eddie que había conocido.

Las cosas entraron en calor después de eso, todos se sentaron alrededor de la gran mesa y pronto comenzaron a charlar y a bromear.

Todo volvió a ser como antes.

En algún punto de la reunión volvió a burlarse de Eddie y a molestarlo. Los chistes sobre su madre brotaron de su interior como si nunca hubiera dejado de decirlos.

Eddie se enojaba. Se enojaba y le reclamaba como en los viejos tiempos. Ya no era el mismo niño pero seguía siendo él, su cara no había cambiado mucho. Las pecas habían desaparecido pero sus ojos seguían siendo los mismos y sus facciones sólo se veían un poco más maduras, pero no era su apariencia lo que le decía que era Eddie.

Era su comportamiento.

Sus ademanes, su voz, sus respuestas, sus expresiones. La forma en la que lo miraba mientras hablaban.

Era él, era Eddie.

Y Richie se sentía realmente feliz de estar a su lado.

Fue entonces que Richie Tozier se dio cuenta que no estaba únicamente en un reencuentro con sus amigos.

Ese día, tuvo un reencuentro con sus sentimientos.

Sus sentimientos por Eddie Kaspbrak.

No podría imaginarse que Eddie pensó exactamente lo mismo desde la primera vez que lo vio de nuevo.

Reddie Week 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora