Love Is Enough

Capitulo 2

"El primer día de clases siempre es una nueva oportunidad, aunque los nervios y miedos crecen, podemos canalizarlos y convertirlos en buena energía, una sonrisa bastará para obtener un buen equipo de trabajo o un nuevo amigo".

Mi madre repite lo mismo cada vez que tengo un ataque de pánico, es como si fuese una especie de conjuro, con el cual todos mis problemas se solucionaran. Puede que de primera impresión parezca, una madre bastante dulce, comprensiva y amorosa. Pero es sólo el aspecto que ha adquirido a causa de mi padre, este deseó una familia perfecta que no se le proporcionó cuando niño, mi madre creció sin su padre, así que tiene el trauma de querer complacer demasiado a su esposo.

Para mí ha sido un infierno tener que lidiar con ellos, pues a diferencia de mis dos hermanos, soy la única que siempre está a merced de ellos. Aprendí a fingir, a reprimir y a llorar cuando todos se duermen; durante mis primeros seis años de vida.

Si compraste una paleta de moras, solo porque querías conocer su sabor y no te gustó... ¡qué lástima!, te acabas la paleta sin rechistar porque fue tu decisión y te equivocaste, ahora no puedes hacer nada al respecto más que aguantarte. El miedo por ser hasta cierto punto independiente, lo arraigaron en mí antes de que cumpliera 10. Tenían todo un plan para mi vida, uno que hasta ahora les ha funcionado, uno del que nunca escaparé al menos no hasta conseguir un trabajo e irme de casa. Pero siempre que quiero plantear el tema, lo declinan o cambian rápidamente el ambiente.

-Kiara, llegarás tarde- siempre con mucha energía por las mañanas,- es tu primer día no debes dar una mala impresión- los golpes en la puerta se intensificaban, aborrecía que hiciera eso día a día, pero me quedaba callada, porque como expliqué anteriormente me habían "educado" bien.

-sólo me arreglo un poco el cabello, bajaré en 5 minutos- dije rodando los ojos y apresurando mi improvisado "peinado formal", mi cabello era una de las pocas cosas que ni mis padres ni yo podíamos controlar, siempre rebelde. No es que no me gustara, creo que a diferencia de todo lo demás, mi cabello es el rasgo que más me destaca y que me salva. Castaño cobrizo con ciertas ondulaciones, cuando el clima es frio disfruto mucho de llevarlo suelto, pues pareciera que intensifica su color, y se ondula un poco más. Pero ahora que es verano es todo un lio con él, tener que decidir si soltarlo o recogerlo. Aunque la mayor parte de las veces lo sujeto en una coleta alta, no termina de gustarme el hecho de que mi frente parece más prominente y mis ojos se ven más rasgados.

-¡Kiara!- gritó mi madre otra vez, no entendía porque los primeros días de clases se ponía tan histérica, ni si quiera mi hermano menor y yo que éramos los estudiantes, teníamos tantos nervios acumulados.

-¡que ya voy!- le devolví el grito. Derrotada ante la lucha con mi cabello, lo enrollé y sujeté en lo alto de mi cabeza, no me maquillaje, era algo que mamá cuestionaría mas tarde pero se me ocurrirá una buena excusa. A diferencia del primer año que me obligaba a ir con ropa muy formal, después de una fuerte pelea y el apoyo de mi padre, elegí conjuntos casuales para asistir a clases. Me di un último vistazo en el espejo, mis jeans estaban sólo un poco ajustados, una blusa suelta color blanca y zapatillas deportivas negras, listo. Todo iba bien hasta ahora. Corrí escaleras abajo y me dirigí a la cocina, había un plato con emparedados, unas frutas picadas y un poco de licuado de fresa.

-hoy no he tenido tiempo para preparar más, así que elige lo que te apetezca- mi madre lavaba unos cuantos utensilios que mi padre había dejado después de desayunar.

-¿Cómo te sientes hoy?- pregunté sin mucho animo

-cansada, como todos los días. Tengo que ir a cuidar de tu abuela- su mirada entristeció al mencionar lo último.

-¿sigue mal?- inquirí contagiándome de su tristeza.

-ya ha mejorado Kia, no en gran manera pero sí está mejor- sonrió forzadamente.