Capítulo 4

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Antes de subir al autobús una de mis compañeras del ciclo pasado me llamó, dijo que cerca de la rectoría había un gran cartel y en él estaba mi nombre, decía que debía ir de inmediato a docencia. Me quedaba tiempo, pero sabía que esto sería una hora menos para llevar a cabo mi plan.

Corrí hasta llegar al edificio central de la facultad, era donde se concentraba todo lo administrativo, entré y la secretaría me dijo que no era urgente, sólo que uno de mis grupos se había cerrado porque el profesor en cuestión había pedido año sabático y que como no se llenó el grupo con el mino de alumnos lo deshicieron. Me entregó un nuevo horario y me dijo que en él estaba a que grupo se me asignó. Ahora los martes y viernes saldría a las 4 además de que tenía que cumplir con ciertos tutorados para nivelarme. Genial, el primer día y el destino ya estaba haciendo de las suyas. Agradecí a la secretaria por la información, había evaluado todo era mejor así, tal vez el destino no era tan malo ahora tenía una buena excusa para llegar tarde a casa, y pasar menos tiempo con, mis padres repitiéndome lo mismo, lo que no quería escuchar, que le diera una oportunidad a aquel socio.

Caminé por el campus hasta la parada del autobús, faltaban diez minutos todavía para que llegara el siguiente así que saque el pequeño ejemplar de Ladrones de Sueños de Betina Beliz y me adentré en la lectura, un chico se sentó a mi lado y se adentró en sus redes sociales. Pero no estaba viendo fotografías o mirando sus likes, enviaba y recibía mensajes; cambiaba de destinatario cada cierto tiempo, su teléfono no dejaba de sonar, no sé si le dejó el sonido para perjudicar mi lectura o realmente se le había escapado ese detalle, alguien importante para su edad o un hijo de papi muy consentido. El teléfono sonó por enésima vez y de nuevo perdí el hilo de la lectura, molesta me acerqué hasta el final de la parada de bus así no escucharía tanto su teléfono, él soltó una pequeña risa y en seguida comenzó a hablar por teléfono, en un tono bastante elevado, hablaba acerca de una construcción y que si cerraba el trato antes era mejor, reía fuertemente y fue la gota que derramo el vaso. Pude ver la sonrisa de Lui diciéndome que el terapeuta había estafado a mis padres, así que guardé la calma y tomé, mis auriculares, elegí una pieza instrumental de mi lista de canciones y por fin me concentré. El chico pareció decepcionado porque no le seguí el juego y después de unos minutos dejó el teléfono y ojeó una revista de arquitectura. El autobús llegó con quince minutos de retraso, "el transporte escolar tan eficiente como siempre". Sólo quedaba una banca libre cuando el chico y yo subimos, él caminó primero y cuando quise dirigirme hacia la banca él ocupó el lugar del pasajero con su mochila y con una sonrisa de autosuficiencia se encogió de hombros.

-lo siento amor, creo que al final hay un lugar, es más ahí podrás leer tu libro en silencio - se colocó los auriculares y miró por la ventana.

- tarado – de nuevo so sonrisa de autosuficiencia.

El conductor del autobús me indicó que me sentara o me bajara, y ya no podía perder más tiempo así que me dirigí hasta la última fila y sí, quedaba un lugar, aunque la chica que estaba al lado me dinero a cambio de dejar que me sentara ahí. No tuve más opción y lo hice, prefería perder un poco de dinero a pasar el resto de mi vida con Eathan. En el transcurso del viaje los chicos que iban junto a mí habían diez veces más ruido que el de la parada del bus, rendida guardé mi libro y me concentré en las notas que Bach me regalaba, intentando no dormirme miré el paisaje de vuelta a casa mismos árboles, mismas casas, mismos niños y madres. Parecía tan monótono y tan perfecto a la vez puesto que "sí, estamos en constante cambio, pero el cambio depende de nosotros y con qué ojos veamos a la vida". Para cuando estaba por llegar casa, sólo quedamos 3 pasajeros y el conductor, este último nos indicó que hasta ahí llegaría hoy, se estacionó dos manzanas antes del lugar donde lo tomé en la mañana, tendría que aminar de cualquier modo.

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