Capítulo 7

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por nada muñequita-  sonrió –dije que te devolvería el favor, ahora estamos a mano-  el señor “X” tenía el cabello alborotado y un leve rubor en su rostro además de marcas en su cuello. Era evidente que venía de una situación agitada. 
- claro, estamos a mano- esta noche la daba por perdida, no recuperaría el sueño y las preocupaciones seguro aumentarían al llegar a hospital.  El clima no podía estar más adecuado a mi estado de ánimo.
-¿te encuentras bien?- se giró hacia mí.
-si- mi mente cavilaba en el estado de salud de mi padre.
-¿Por qué vas al hospital?-
-es un asunto privado- dije más brusco de lo que quería sonar – no quiero parecer grosera pero prefiero contarle esto a un amigo-
- no somos amigos porque no quieres, incluso podemos ser más que eso si me lo pidieras, no estas nada mal- su mirada captaba cada centímetro de mi cuerpo. El conductor carraspeo indicando desaprobación por la actitud de su cliente.
-precisamente, por eso no seremos amigos-
-¿Por qué?- contestó simulando inocencia. - ¿eres de esas chicas que quieren una relación seria?, ¡Ja! Estamos en el siglo XXI, el amor no existe, sólo el sexo… si es que sabes lo que eso significa-
-me considero algo especial- tanto el señor “X” como el conductor del taxi soltaron una carcajada.
-no espero que cavernícolas como ustedes lo entiendan, los hombres a fin de cuentas… son hombres, sólo piensan con su pequeña cabeza- la risa cedió. – Me bajo aquí, gracias- sólo habíamos recorrido cuatro cuadras, pero no soportaría más tiempo escuchando a dos iconos del machismo.
-era sólo una broma…- él me miraba meditando si seguir hablando – ya estas a bordo deja que te llevemos hasta el hospital, además está lloviendo fuerte y a menos que quieras que tu estancia en el hospital sea prolongada te sugiero que recapacites-
-¿guardarás tus comentarios hasta que me apee del vehículo?-
-sólo si me dices tu nombre y tu número de teléfono- la misma sonrisa que unas horas atrás.
-mi nombre lo conoces, y mi número de teléfono… dudo que a tu novia le guste esa idea- el conductor había disminuido la velocidad, era hora de la cena y el trafico aumentaba.
-¿Kiara Stone?- la sorpresa de sus ojos era inexplicable. – no creí que me dirías tu nombre tan fácilmente. – Su mirada se perdió por unos segundos  -Espera ¿Cuál novia?- me acerqué tanto a él que hasta el conductor desvió su atención a la parte posterior del taxi.
-supongo que ella te hizo esto- el rubor aumentó en la cara de mi acompañante, señalé con mis dedos las marcas de su cuello y percibí en su aliento el olor a vodka.
-¿no me has escuchado muñequita?, yo no tengo novias, sólo compañeras de lecho por un rato- puso sus manos sobre las mías impidiendo que me alejara. Su sonrisa se amplió.
-sí, y también problemas con la bebida- le espeté
-no es un problema si sabes manejarlo-
-bueno, no me gusta tener amigos que no quieren admitir sus problemas con la bebida- mi comentario lo distrajo lo suficiente como para liberarme.
-podría mantenerme sobrio cuando estés cerca-  se encogió de hombros
-deseo desde lo más profundo de mí, que nuestros encuentros no se repitan- 
-no creo que sea posible, en el vecindario donde vives, acaban de mudarse unos amigos y ahora que encontré otra distracción- hizo énfasis en la última palabra –vendré muy seguido- 
-¿tus amigos adquirieron la propiedad más grande del vecindario?- no me molesté en disimular la sorpresa.
-sí, estaba ayudando con la mudanza-
-¿es una familia con niños pequeños?- según mi madre cada familia que llegaba a esa casa, se desintegraba por una u otra causa. La última había logrado escapar a tiempo.
-no es sólo un chico con su madre, su padre aun no llega- el conductor del taxi y él intercambiaron una mirada.
-deben tener buenos ingresos, es una propiedad que está elevada en cuanto a su valor y emplazamiento- me miró un poco confuso. – Deberías presentarme a tu amigo- soltó otra risa – hablo en serio-
-no te agradaría, es peor que yo-
-espera, si venias de casa de tu amigo, y en ese estado ¿estabas cogiéndote a tu amigo?- el conductor de nuevo rio pero esta vez estruendosamente; mi acompañante frunció el entrecejo.
-soy heterosexual  muñequita, puedo demostrártelo en este taxi si quieres, -comenzó a quitarse su playera con torpeza y soltaba maldiciones por la cantidad de alcohol en su organismo.
-no otra vez Ron- habló el conductor.
-¿otra vez?- creo que la peor decisión de mi noche era la de tomar el taxi junto al señor “X” que aparente mente se llamaba Ron.
-¿ahora entiende señorita?, es un pasajero especial y por eso no quería llevarla, para evitar esto, lamento que mi amigo la haga sentir incomoda- el conductor del taxi era apenas dos o tres años mayor que yo, un chico apuesto, que se ganaba la vida llevando gente como Ron.
-descuida, no es la primera vez que me pasa-
-siempre que ve una chica y está un poco alcoholizado se pone en plan de conquista pero no logra más que hacer el ridículo- ambos reímos, Ron se había concentrado en el cristal de la ventana.
-en eso tienes razón- en el gafete se leía Erick P. Young. - ¿Cuánto falta para llegar al hospital?-
-vamos por comida Erick, que no se te olvide- advirtió Ron
-primero llevaré a la señorita al hospital después pasaremos por la comida amigo- mi estómago gruño, y terminó por dispar la tensión entre Ron y Erick. -¿quiere acompañarnos por la comida señorita?- rieron.
-disculpen, no he cenado. Si me gustaría pasar por comida, pero ahora mi prioridad es llegar al hospital, tal vez en otra ocasión-
-no tardaremos, sólo vamos a recogerla- intervino Ron.
-en serio gracias pero…-
-será una buena forma de disculparte ¿cierto Ron?-  Erick me miraba casi suplicando que cambiara de opinión, aunque no lograba entender el porqué.
-no tengo que disculparme ya la llevo a donde quiere, y le estoy ofreciendo comida si ella no quiere, quien se tiene que disculpar es la muñequita aquí presente- Ron me miraba enojado.
-aunque ese sea el caso, yo tendría que ordenar y perdería más tiempo- trataba de hablar calmadamente y centrando la mirada en Ron.
-eso no es problema- Ron tomó su teléfono y marcó lo que supuse era el número del restaurante - ¡Barry!, ¿podrías agregar otra porción a mi orden?, - me miro de reojo – sí, sólo cambia un corte por una ensalada – aunque quería contradecirlo, porque hasta cierto punto me había insultado, ansiaba probar bocado lo antes posible – y el vino por…- me habló directamente – si odias los problemas con la bebida, supongo que no te gusta el alcohol así que dime ¿Qué quieres beber?-
-un licuado de fresa- no sabía si era un libro abierto, o si Ron tenía mucha experiencia con las féminas por su promiscuidad.
-seguro- de nuevo en el teléfono dijo – añade un licuado de fresa especial en esta última porción- había algo en la palabra especial que no terminaba de gustarme. – si, en cinco minutos llegamos. Eres grande Barry- me guiñó – si es para una chica, voy con Erick a recoger la orden- después de todo Ron no era tan malo, ahora entendía porque Erick lo soportaba – no, cuando la encontramos no estaba lloviendo, no sólo la subí al taxi porque estaba mojada- después estalló en risas- no, hoy no me la cogeré- ahogué un grito ante su imprudente comentario – hablamos luego Barry, las cosas se irán de mis manos si continuaos esta conversación.-
-¿Cuánto tiempo tardarán en completar el pedido?- Erick aceleraba la velocidad.
-dijo que estará listo para cuando lleguemos-
-esta noche tú invitas- le recordó Erick.
-lo sé, la próxima semana te toca, mañana quiero comer…-
-Ron aun es jueves- Erick y yo reímos y para mi sorpresa Ron se unió.
-tendrás que llevarme hasta el departamento, no podré regresar sólo-
-te dije que no tomaras demasiado- le espetó Erick.
-hay cosas que sólo el alcohol puede lograr-
-si no aceptas tus problemas con la bebida vas a morir antes de los 22- ambos compartieron miradas, pero sólo Erick se atrevió a preguntar.
-¿Cuál es su edad señorita Kiara?-
-veinte años- aunque era mentira, mi cumpleaños estaba a sólo dos meses de distancia, y el hecho de que preguntaran algo así me daba mala espina -¿Qué hay de ti Erick?, ¿Cuántos años tienes?-
- tal como dice mi gafete- lo señaló – tengo veintiséis años-
-pareces más joven, tal vez no aprecio tu edad porque el color de tus ojos es un punto que atrae la atención, y las personas se enfocan sólo en eso-
-que no te engañe muñequita, Erick es más zorro que yo- su voz se cargó de veneno –él es el bueno y yo el malo, estamos en nuestra ronda consiguiendo chicas, la semana pasada me ganó, pero esta es mi semana- los hombros de Erick se tensaron.
-descuide señorita, mi amigo ha bebido tanto que ya no sabe de qué está hablando- su nerviosismo era evidente.
- vamos veintidós a quince a mi favor- Erick ya no respondió.
-soy presa fácil- dije irguiéndome en mi lugar – no se diferenciar entre un engaño y la realidad, me distraigo con facilidad y es lo que me convierte en blanco de los chicos como ustedes- ambos me miraron – supongo que a la vez es lo que me hace más peligrosa, deberían escoger mejor las palabras, porque hay dos opciones. Soy muy ingenua- dije mirando a Ron- o muy astuta- me dirigí a Erick-
-¿en qué libro leíste esa frase muñequita?-  no sabía si era su naturaleza o el efecto del alcohol. Pero Ron se burlaba cada vez que podía.
-aunque te lo dijera, no conocerías el ejemplar-
-que cruel, creí que los ávidos lectores no juzgaban al libro por su portada- contratacó.
-no te juzgo por tu portada- sonreí – tienes una buena portada, pero el contenido es asqueroso-.
-si no pasas del primer capítulo, puedes estar perdiéndote una buena historia-  este chico conocía bien las referencias hacia lectores.
-di lo que quieras,  si el primer capítulo no me gusta, dudo mucho que continúe leyendo ese libro- Ron se acercó a mi oído  y susurró.
-no sabía que su apellido también era Bennet-
-no lo es, creo que mi opinión perdida lo estará siempre- se desconcertó. Intuía que muchas de las chicas con las que se había metido eran similares a mí, lectoras apasionadas y que muchas de ellas les enseñaron pequeñas referencias sobre Austen. Pero no todo lo que el libro poseía, y eso lo confirmaba su silencio.

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