𝚜𝚒𝚎𝚝𝚎

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¿Qué fue lo que soñaste Richie?

Ambos estaban en frente de la fogata, esa que no se había prendido en mucho tiempo.
Pero hoy, ahora, por alguna razón se sentía especial.

Había algo por lo que tenían que agradecer, y es que por más grandes que sean los problemas que tenían recientemente, al final de todo encontraban una solución, o el camino hacia esta.

La diferencia se había marcado y aunque el fantasma del ayer hacía tanto acto de presencia, parecía más un cierre que otra cosa.
O al menos eso es lo que podía creer una mente optimista.

—¿Quieres saber Den? —murmuró el pelinegro, presionando la frágil mano de Dennis contra su pecho. Un tierno acto que tranquilizaba al rubio al sentir los latidos del más alto.

Él sabía que a Dennis le dolía hablar y escuchar de su antiguo amor. Por eso mismo.
Porque la palabra antiguo ahí está mal dicha, por eso dolía tanto, porque él seguía ahí y porque Richie sabía que Dennis sentía que estaba en un lugar en el que no pertenecía, como si sólo le estuviera calentando la silla a alguien.

Richie sabía que a Dennis le dolía.

—Quiero que hables... que me hables y nunca te guardes ningún dolor. —respondió Dennis con dulzura en sus sílabas.

Pero es que Richie lo conocía, lo veía y había veces que lo podía leer como un libro. Escucharlo como una canción. El veía el verdadero significado y este era una opresión en el pecho, un sentimiento de caída.
Pero Dennis siempre se tenía que levantar, le gustara o no.

Sé que te duele ¿por qué no quieres admitir que esto te duele?
Me estoy odiando porque no quieres admitir que esto te duele.

Richie suspiró mientras acercaba más su cuerpo al del pequeño.
Pero después de todo la cruda verdad de las cosas es que hablar con él sobre sus pesadillas siempre le dio conforte. Lo siento.

—Estaba quitando escombros hasta fracturarme los dedos, e incluso después, no me importaba quedarme sin manos, tan sólo quería... quería s-sacarlo de ahí, ya sabes de donde... y ya sabes a quien. —Richie hizo una pausa, en la que se acomodó de diferente manera; mirando hacia el techo. —Pero sentí a alguien tocarme el hombro, detrás de mí... yo sabía quien era ¿cómo iba a desconocerlo? Aún sin verlo, no lo sé pero siento como si en cualquier situación, sea como sea, en cualquier estúpido universo... yo lo reconocería.

Dennis estiró sus dedos, repartiendo caricias parsimoniosas en el pecho de Tozier.
Richie carraspeó y continuó con su historia.

—Lo vi y en cuanto lo hice, me abalancé sobre él, lo abracé y oh Dios... todo se sintió tan real, él era él y yo era yo, me refiero a que... por fin estábamos ahí, y yo me sentí joven, vivo, renacido, se sintió tan real la sensación que me vi y literalmente tenía la apariencia de cuando era un adolescente, también cambió el entorno, estábamos en ese bonito prado que estaba por los Barrens, era un atardecer... o tal vez un amanecer.

Richie le dio una vista al rubio, este tenía la mirada perdida. El pelinegro sabía que esto no era porque no le pusiera atención, al contrario, él estaba imaginando cada detalle tan profundo que se perdía en el.
Dennis siempre había luchado tan fuerte para entenderlo, Richie lo sabía. Incluso con algo tan doloroso como esto para una persona en la posición del menor.

Había maldecido a Dennis al elegirlo para que sea la única persona a la que le hablaría de esto.

—Ojalá aquí se terminara el sueño, ojalá te pudiera decir que me quede dormido toda la noche con buenos pensamientos y que no te aterrorice de esa manera... —habló Richie, logrando hacer contacto visual con el rubio. —Pero la verdad es que vi como Eddie, o algo parecido a él, me ahorcaba con determinación, con firmeza y sin vacilación, todo el ambiente cambió y de la nada estaba en la horrible guarida de esa puta cosa, y-y... —el pelinegro dudó, dudó en decirle que él no tenía intenciones de alejarse de ese agarre, dudó en decirle que si fuera por él, él hubiera muerto en un dulce asesinato. Pero también recordó que Dennis siempre le decía que para que alguien lo ayude, para que alguien lo entendiera, él tenía que expresarse primero. Sólo hablar. —Den, sé que ya te lo he dicho muchísimas veces pero si no fuera por ti, yo no estuviera aquí, yo no estuviera en ninguna parte, me hubiera desvanecido hace tiempo.

𝐆𝐡𝐨𝐬𝐭𝐢𝐧 | reddieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora