𝐆𝐡𝐨𝐬𝐭𝐢𝐧 | reddie

𝚝𝚛𝚎𝚜

Tan abatido... y tan hermoso.

Dennis observaba a Richie y a sus complejidades, que incluso estando dormido las expresaba.

Acariciaba su rostro con parsimonia, ese era el precio de estar con un hombre tan perfecto como él, porque para él, a pesar de todo, la perfección que es el pelinegro era innegable e inigualable, así; roto y todo, era perfecto.

Tenía que admitir que lo había amado desde antes de siquiera haberlo conocido. Richie lo había transformado de maneras inimaginables.
Él era un chico gris a los ojos de los demás, a tal punto que empezó a creerlo él mismo, ocultando esa paleta de colores vívidos, esa bandera de matices llenos de vida, de amor.

Hace unos años trabajaba 1o horas al día de lunes a viernes en una insignificante oficina; rechazado y subestimado por sus compañeros, después volvía a su casa y hacía las comidas y demás quehaceres mientras su madrastra y su padre veían televisión, a veces su insoportable hermanastro salía de su habitación llena de olor a alcohol barato para molestarlo, porque le importaba una mierda y se sentía con todo el derecho de joderlo sin tener repercusiones debido a que le ganaba en altura por más de 15 centímetros y pesaba 80 kilos más que él. Siempre metiéndose con su apariencia, su forma de actuar y su evidente feminidad.

La verdad era que Dennis se mataba día a día viviendo ahí. Pero llegó el día, el día en el que escuchó su voz.

Estaba fregando el piso del baño cuando escuchó risas estrepitosas provenientes de la sala, su pensamiento inicial fue que, como siempre, sus padres se estaban entreteniendo demasiado haciendo nada, pero empezó a ser constante y las risas llamaron su atención.

Una tarde mientras batía masa con un cucharón en un bowl decidió ir a la sala y lo vió.
Un comediante de stand up que lo hizo sonreír con tan sólo verlo, no era sólo lo que decía, sino como actuaba, su sincronización, su honestidad, en general su manera de desenvolverse allí arriba. Dennis lo admiro por eso, y cuando menos se lo esperaba empezó a ver por independiente algunos videos del tal Richie Tozier, y sin siquiera saber cuando él ya estaba escribiendo sus propios chistes.

Richie le hizo ver la pasión que ya traía toda su vida, sólo faltaba descubrirla. Dejar soltar todos esos colores que traía dentro.

Aún recuerda la cara de su familia cuando él les comentó que dejaría de trabajar en aquella oficina para dedicarse al 100% a lo que verdaderamente le gustaba.
Lo mucho que se rieron en su cara.
Y cuando les aclaro que no era ninguna broma lo que él estaba diciendo, también recuerda la cara de preocupación de sus padres; subestimándolo más que nada.

Ahora mismo lo estaba observando y pensaba en como...

Richie nunca había estado tan quieto al dormir.

Se movió rápidamente y le tomó el pulso colocando sus dedos índice y medio en la muñeca del yaciente, justo debajo de su dedo pulgar.
Soltó la respiración que inconscientemente estaba sosteniendo al sentir como la sangre bombeaba. Se fue deslizando hasta estar en el piso de la habitación, era una paranoia constante, una preocupación mortificante.

Sentir que tu única razón de vivir se va de la nada, todos los días de tu vida.

Empezó a llorar.

Oh Dios mío, oh Dios mío, estoy llorando, no llores, no llores, por Dios no puedo creer que este llorando, tú no eres el que sufre aquí, imbécil.