I - Paranoia

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Diciembre 22, 1913 - Palacio Imperial Alemán, Berlín - Mediodía-

Prosperidad.

Eso es lo que los enormes países europeos daban a conocer; Todos, tanto en lo económico, social y bélico iban en alza... El imperialismo era muy abundante así que a lo largo y ancho del mundo no había isla sin conquistar pues las potencias ganaban más territorios a medida que el tiempo pasaba.

Y con eso me perdí en mis pensamientos mientras me encontraba admirando el paisaje por el balcón del palacio imperial de mi querida Alemania, una de las potencias más grandes del mundo podía ver como mi pueblo estaba mejor que nunca.

Eso es lo que Prusia hubiera querido, pero lamentablemente no todos estamos bien.

Salí de mis pensamientos, cuando uno de mis sirvientes me hizo saber que un visitante había llegado y nerviosamente esperaba pasar... Pedí cortésmente que lo dejaran entrar, que le atendieran y me esperara en la sala, pues me había solicitado una reunión urgente al último minuto.

Sentado con ambas manos entrecruzadas frente a sus gafas que enarbolaban sus escudos nacionales, con un movimiento en su pierna a causa de su reciente ansiedad y siempre vestido para honrar su lugar como la encarnación del imperio que era. Supo que lo esperaba un viejo amigo.

-Esperaba que llegaras mañana. -Alzo su voz desde el balcón ante el hombre que se levantaba para saludar.

-En verdad lo lamento Alemania, pero como sabrás no he tenido mucho tiempo libre ni excusa para venir a verte antes -Dijo al ver a la encarnación del Segundo Imperio Alemán

-Lo sé, ¿Puedo saber por qué necesitabas verme tan urgentemente, Austria- Hungría? -Pregunto el alemán.

-Tu carta fue muy ambigua en ese tema. -Agregue mientras él tomaba asiento y el germano le ofrecía algo de té.

-También lamento eso... Tu recuerdas aquello que le a paso a Serbia hace unos diez años, ¿no?

-Ah, los disturbios de 1903... Serbia lo pasó muy mal durante aquellas épocas, no es así, Frederik?

-Recordar eso solo impone más presión sobre mí, Wilhelm. Ahora Serbia se acercó más a Nikolai, digo... A-Al Imperio Ruso; Si estos llegaran a aliarse no sé qué podría hacer -Dijo un poco nervioso, incapaz de sostener su taza.

Tantas etnias que él tenía bajo su control, tantos pueblos que conformaban su humanidad sin ser uno solo le habían causado severos casos de paranoia ante el más mínimo disturbio en sus tierras... Había veces en que Alemania no podía soportar verle caer en esas crisis.

Su taza cayo duramente sobre la pequeña mesa que estaba frente a ellos, y tomándolo de los hombros no dudaría en golpearlo para que recuperara la cordura.

-No digas esas idioteces Austria-Hungría, estás hablando de un insignificante país balcánico... ¡No hay forma alguna de que él te pueda vencer! -Exclamo en un intento de calmarlo.

-¡Lo se! -Exclamo él.

-Lo sé... Eso no es lo que me preocupa, me preocupa mi pueblo... Sabes que después de guerras con el Imperio Otomano he conseguido mucho territorio, pero los pueblos están comenzando a discrepar entre sí.

-Wilheim, he tenido muchos asesinatos en mi territorio de altos funcionarios políticos

-No estarás considerando ir a la guerra al creer que es culpa de los Otomanos o si? -Pregunto el teutón retomando su lugar.

-No, creo que esto es más obra de los serbios que ahora son parte de mi territorio. -Dijo.

-Ven, y camina conmigo. -Propuso.

Salieron del palacio a caminar por los jardines que tan bien cuidaba, pero Austria-Hungría no paraba de contar sus inseguridades. Teniendo en cuenta de que es una de las mayores potencias militares, posee la mayor fábrica de armamento conocida... Y su país era el que más etnias tenía en su haber... Alemania comenzaba a comprender su preocupación.

-Por qué te preocupa tanto tu situación social, eres uno de los imperios más prósperos que existen.

-¡Alemania solo escúchame! -Exclamo tomando a este último de los hombros haciendo que parara repentinamente

-Los nacionalistas se están revelando... Serbia es más imperialista... Nuestras antiguas revanchas nos pagaran factura. ¡Se aproxima el fin de nuestras vidas Wilhelm! -Dijo.

-Estas muy paranoico, no sé a qué parte de ti estoy escuchando... -Dijo el germano, reacio a creer sus palabras.

-Regresa con tus gobernantes, no creo que tengas nada de qué preocuparte. -Dijo al acompañarle

-Pero si surge algo llámame de inmediato.

-Danke-shon.

=== + ===

-Viena, una de las capitales del Imperio Austrohúngaro, 14:23 PM-

Con la mente algo más calma y tranquilo por los traqueteos de los vagones, Frederik se encontraba llegando a su querida capital, pero esas ideas de que tarde o temprano había de caer no se alejaban de su mente... En la estación al ser escoltado miraba a su alrededor a su querido pueblo, la clase alta disfrutando de sus riquezas y el tiempo de paz que el podía entregarles, pero su clase trabajadora le causaba nervios, no quería deshacerse de ellos, no quería que hubiera problemas, pero temía que ellos se revelarán en su contra.

Al día siguiente su agenda estaría ajustada... El heredero de la corona Austrohúngara vendría mientras el archiduque y su esposa realizaban un viaje hacia otra región del imperio. Quizá el Imperio Alemán tenía razón y no debía preocuparse por nada...

=28 de junio, 1914=

En la estación de Ferrocarriles de Iliza, estaban reunidos el Archiduque Franz Ferdinand, su esposa Sofía y Frederik obviamente. Le habían notificado al imperio que tenía que ir con su comitiva directo a Sarajevo para honrar la apertura de un nuevo museo nacional. Y para ser algo que había hecho decenas de veces, su escolta para la situación era fuerte y la paranoia del humano imperio estaba apareciendo

Ya en el ferrocarril, La preocupación hacia los serbios no hacía más que acrecentarse, el creía fervientemente que tendrían algo en contra del pueblo Austrohúngaro... Pero al mismo tiempo él era un país, una nación, un imperio, no podía preocuparse por las cosas que hace un pequeño país.

-Austria-Hungría... -Escucho a su lado.

-¿Si, sucede algo mi señor? -Respondió ante su gobernante.

-Lo noto muy preocupado, ¿Hay algo que le inquieta?

-Nada señor, solo una pequeña paranoia con respecto a los serbios...

-Oh imperio nuestro, inclusive yo tengo un mal presentimiento sobre esas cosas... algo va a suceder.

-Desgraciadamente debo estar de acuerdo con usted mi archiduque, señor, pero... Haré lo necesario para evitar cualquier inconveniente.

Su charla se detuvo súbitamente cuando llego la señorita Sofia, a quien respetuosamente saludo, tanto el archiduque como Frederik estaban más calmados; la locomotora comenzó su marcha, los silbidos de aquel silbato lo decían, partieron hacia Sarajevo sin saber que les aguardaba.

The Great War - CountryhumansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora