Tú Y Yo, Al Fin

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Pasaron unas horas desde que Nanjo y Kussun comenzaron a tomar la siesta, por lo que, luego de sentir su cuerpo mucho más descansado, Kussun poco a poco abrió sus ojos y se encontró con Nanchan mirando su adormecido rostro, lo cual la hizo sonrojar.

—¿Dormiste bien? — la mayor portaba una gran sonrisa.

—S-Sí... — bostezó.

—Tu madre nos está esperando para almorzar con ella, así que te sugiero que te laves la cara y no la hagamos esperar más... Aina-chan~ — evadió el cojín proyectil que Kussun le lanzó por escasos centímetros.

—¡C-Cállate! — la menor, aun con color en sus mejillas, procedió a levantarse de la cama

Kussun y Nanjo se dirigieron con prisa al comedor donde la madre de Kussun las esperaba con una cálida sonrisa, sin embargo, el rastro del llanto se hacía notar en lo rojos que estaban sus ojos. Nanjo tenía el presentimiento de que su visita podría generar más incomodidad de la necesaria, por lo que pensaba irse pronto para así dejar que Kussun compartiera más tiempo con su madre. No obstante, aquello haría vano el viaje que la mayor de ambas realizó para asistir a Kussun con su madre.

—No te preocupes por mi, Nanjo-san, me encuentro bien — la mujer sonrió.

—Pero...

—Nan-chan, por favor quédate un poco más...

—Uuh...

La mirada de cachorrito que Kussun le estaba dirigiendo terminó por quebrantar la determinación previa que la joven tenía de marcharse, por lo que, con un suspiro, terminó cediendo a la idea de quedarse un poco más.

Luego de aquel intercambio, Nanjo se percató de que, en efecto, haberse quedado un par de horas más iba a ser algo que valdría la pena, sobre todo porque tendría material suficiente para molestar a Kussun.

—Este es el álbum de fotos de cuando mi Aina era un bebé, ¿quieres verlo?

—No tiene ni que preguntarme... — Nanjo se acomodó al lado de la madre de Kussun.

—¡Mamá! — por su parte, Kussun protestaba ante la idea, pero una sola mirada de su madre y, aunque no quisiera admitirlo, el tierno puchero de Nanjo la hicieron rendirse.

—Mira, aquí Aina estaba usando su pijama de patito, ¿no es adorable? — Kusuda parecía encantada reviviendo todos esos recuerdos.

—En verdad lo es... — miró de reojo el ruborizado rostro de Kussun — aún lo es... — susurró.

Nanjo había dejado de prestar atención al álbum, ya que sus ojos se perdieron por completo en el rostro y las expresiones de Kussun. Aquella chica la hacía sentir cosas que nunca pensó en experimentar, la hacía tener anhelos y deseos que nunca imaginó tener, pero lo más importante, hacía latir su corazón con más prisa tan sólo al verla a los ojos.

Nanjo sabía que lo que sentía por Kussun no era sólo deseo, había algo más, algo que la hacía querer proteger a la joven; quería quedarse a su lado, hacerla sentir segura y amada.

—Oh, ahora que recuerdo... — la madre de Kussun se levantó del sofá en busca de otro álbum de fotos — estas son fotos de cuando Aina estaba en la preparatoria...

—¿Eh? — Nanjo se quedó perpleja al notar lo poco que ha cambiado la joven a unos metros de ella, pero algo más la dejó sorprendida.

—¿Nanjo-san? — La madre de Kussun notó algo que la hizo sonreír con malicia — ¿te gustaría ver a Aina con su uniforme?

—¿Puedo? — respondió instantáneamente.

—¡¿Qué?!

—¿Sí~? — Nanjo estaba casi de rodillas rogando — En verdad quiero verte con tu uniforme puesto...

La Nanjou que solo tú lograste conocer (Jolks)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora