Final

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No necesito ver una marca
en tu cuello para saber que
eres mío

-[✨]-

Entre las calles parisinas podía sentirse el aire fantasmal del otoño, que acechaba su alrededor en una fresca ventisca. No sabía que podía amar el puente del verano-otoño, hasta que pisa Francia. La calidez de julio aún puede sentirse; incluso, a mediados de agosto. Y el aire que resbala entre ellos, únicamente es un débil halo de lo que será en septiembre.

       El equilibrio perfecto.

       Apenas aterrizaron en el aeropuerto internacional de Roissy, cogieron un taxi que les direccionaría al hotel. Jungkook amaba las grandes ciudades, y su emoción sobrepasaba la tranquilidad de conocer pequeñas aldeas de Hawaii.

       Era mediodía, y las calles estaban totalmente despiertas, resplandecientes.

      ㅡ ¿Otro regalo de bodas? ㅡpreguntó Jungkook, mientras miraba por su ventana. Aquí las personas parecían tan elegantes, dando un simple paseo con sus mascotas. Y más allá, imponente, protagonizando el paisaje, la torre Eiffel.

      ㅡ Nop~ este es un regalo mío.

      El castaño sonrió de medio lado, recargándose al hombro del alfa sin perder ningún detalle de vista.

       ㅡ ¡Mira! ¡El arco del triunfo! ㅡse pegó al cristal, una ola de vainilla atacó el coche ante su emoción. El chófer bajó los cristales en un discreto gesto.

      Gracias, buen hombre quiso decirle Taehyung, pero se abstuvo. Él no sabía muy bien francés.

       ㅡ Más tarde iremos a donde quieras, sólo no te lances por la ventana ㅡintentó bromear, ganando un asentimiento como respuesta.

      ¿En serio lo había pensado?

Cuando arribaron al hotel, Jungkook se preguntaba de dónde sacaban tanta plata los Kim, pues seguramente era el sitio más costoso de toda la capital. El techo del recibidor parecía de mármol pulido, eso no era un hotel.

       ¡Era un jodido palacio! La capilla sixtina.

       A él nunca le importaron los lujos, pero se encontró disfrutando de esas pequeñas atenciones que tenían personas de la clase alta. Su madre era una fanfarrona en comparación al elegante hombre quien llevó sus maletas hacia la habitación. Tenía miedo de ensuciar el pulcro piso reluciente, sintiéndose prontamente bobo, por tales pensamientos.

      El ambiente ni siquiera tenía una alta concentración de aromas como en sitios poblados; aeropuertos, plazas o centros comerciales. De alguna forma, mantenían neutralizado los aromas de cada huésped.

       ¡Su nariz se sentía bendecida!

      ㅡ Hyung, esto es fabuloso ㅡle susurró cuando avanzaban al elevador, jalando del borde de su camiseta sólo para llamar su atención.

      ㅡ Sí, también me gustó ㅡentrelazó sus dedos con los del omega, ganando una mirada sorprendida junto con un tenue sonrojo. No recordaba que tuviese un gesto tan...de pareja.

        ¡Santa Luna! Ellos estaban casados y no solían tomarse de las manos.

        ㅡ La habitación te encantará, tiene una vista preciosa.

        Y así fue.

       ㅡ ¡Maldita sea, Kim Taehyung! ㅡexclamó extasiado, pegándose al cristal que parecía suplir la función de una enorme pared que daba vista hacia la ciudad. Sólo se apreciaban paisajes así en las películas.

Amour PlastiqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora