catorce

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athena

pasé la tarde con Mateo y su hermano, también conocí a la niñera que se encargaba de cuidar al más pequeño.

Estuvimos jugando al League of Legends, y a veces colocaba mi mano sobre la suya para enseñarle como hacerlo, porque él no tenía mucha experiencia.

—¡La puta madre!—la partida se pausó y lo miré confundida. Era la conexión a internet.

Me puse de pie e hice a un lado la cortina en su ventana, dejándome ver un cielo gris amenazante de lluvia.

—Ay, se me hizo re tarde—me asusté y busqué mi mochila. Un trueno sonó recordandome que no había tomado mi medicamento.

—Te acompaño—se puso de pie cuando la computadora terminó de apagarse.

—No, no—salí de la habitación con prisa.

—Dale, va a llover en cualquier momento—escuchaba sus pasos detrás de mí pero no hizo que me detuviera.

—hasta una esquina antes—propuse y levantó la primera campera que encontró y salimos de la casa.

Caían gotas alternadas haciendo que me preocupe cada vez más. Mateo me seguía el ritmo mientras caminábamos por las calles.
Una ola de viento movió mi pollera y mi pelo simultáneamente.

—Mi vieja me va a matar—hablé y pude sentir su sonrisa.

—Al menos pasaste tu última tarde conmigo—bromeó y lo miré sin detenerme.

Las gotas se hicieron más próximas y seguidas, se aceleraron cada vez más hasta que sentí unos brazos ponerme contra la pared de una casa.

—Esperemos un rato a que pase—las manos de Mateo no me dejaban pensar, la casa tenía un pequeño techo que nos resguardaba de la lluvia.

Mi respiración estaba agitada por lo rápido que habíamos estado caminado. Suspiré y me di cuenta de que Mateo no me había soltado.

Él me soltó y aunque había espacio de piso seco, se acercó más a mí haciendo que me pegué más a la pared.

No había casi nadie en las calles y no había mucho que mirar o su boca era lo único que me llamaba la atención.

Otra vez estábamos próximos, otra vez ese cosquilleo que se me acumulaba en el vientre, y ésta vez sin decir ni una palabra.

mis manos fueron a sus brazos y las suyas a mi cintura como respuesta inmediata. Mordí un poco mi labio y me acerqué a su rostro; su aroma hizo que quisiera estar más cerca. Por su parte no se quedó atrás y rozó su nariz con la mía.

Una onda de nervios subía y bajaba por mi espalda, cerré mis ojos esperando con sed su beso. No tardó en llegar, su boca tocó la mía calmando mis ansias, o generando muchas más.

Su boca se sentía mucho mejor de lo que se veía, coloqué mis manos entre nuestros cuerpos y las suyas me pegaron más a él. Sus labios tibios y húmedos se movían sobre los míos, elevando toda mi temperatura corporal a pesar del viento frío de la tormenta.

Pasó su lengua por mis labios y le di lugar para que pudiera encontrarse con la mía. Me apoyó más contra la pared de dueño desconocido y jadeé sobre sus labios.

Tenía un sabor a menta y dulce de leche a causa de las factuas, rodeé su cuello con mis brazos para no dejar que nada que nada nos separara.

Succionó mis labios y yo acaricié los suyos calmando el deseo que había despertado.

Cuando se separó, sentí una marea de calor entibiando mi cara.
No permití que me mirara mucho más y uní su boca a la mía una vez más.

Acarició mi cintura y bajó su mano hasta mi pollera, aunque me llenaba de nervios y preocupación una capa de pretensión y antojo me hizo olvidar de los anteriores. Levanté un poco mi pierna dándole acceso a la piel de mi muslo.

Acariciaba el pelo corto de su nuca con mi mano y aprisionaba su mejilla con la otra.

Un flash de luz hizo que me separa de golpe. Un relámpago me devolvió a la realidad.

Volví mi pierna a mi posición anterior y acomodé mi pollera.

—parece que no va a parar más—me referí a la lluvia.

—mejor para mí—besó mi boca rápidamente y le devolví el beso antes de que se diera cuenta.

—mi mamá me está esperando—recordé en voz alta y volví a la lluvia, con él sujeto a mi mano.

Corrimos para intentar evitar el agua pero fue en vano. Para cuando estuvimos una esquina antes de mi casa estábamos empapados pero con una imborrable sonrisa.

—nos vemos—dije antes de darme vuelta. Mordí mi labio y arrugué mi nariz cuando sentí como me giraba para que lo mirara.

—¿Después de chaparme te vas a ir así como si nada?—fingió estar confundido y me acerqué para besarlo pero se alejó—viste, tremendas ganas de besarme tenías—sonrió triunfante y lo atrapé entre mis brazos para impedir que se alejara mientras lo besaba con lentitud.

Uno de los mejores besos que había dado, con sabor a agua de lluvia entre nuestros labios, y sus brazos en mi cintura.

🐇;; eeehhh wachas estoy subiendo sin editar. Ya sé un desastre, pero weno, coso, peor es nada

anestesia ; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora