cinco

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athena

detuve mi baile mirando con diversión al chico frente a mí.

—que sean dos—me acerqué a él pero sentí la mano de mi amiga en mi hombro.—ah, ella es Male, —señalé a la morena de cabello ondulado—y ella Paula—la castaña asintió—él es Mateo

tuve que elevar la voz porque la música estaba a tope, ambas lo saludaron y su vista volvió a mí.

—¿me vas a invitar la de uva?—pregunté intentando no soltar una risa.

—la que quieras—dio unos pasos hacía mi entre la gente.

—bueno, vamos—agarré su mano para ir a una de las dos barras que había.

antes de caminar Paula me susurró en el oído:—acordate del tratamiento.

es verdad, no podía tomar porque habia tomado una pastilla hace doce horas y debían pasar mínimo veinticuatro.

Mateo pidió algo en la barra y miré hacia otro lado, esto iba a ser raro. Cuando el trago estuvo listo él extendió el vaso en mi dirección.

—tomé una pastilla y no puedo beber—negué con algo de vergüenza.

—¿pastilla para qué?—le dio un trago al vaso.

—me cayó mal algo hace unos días y no se me pasaba—mentí, me gustaba por un rato aunque sea no ser la enferma de Parkinson.

asintió mirando hacia la gente.

—pero puedo bailar—volví a sujetar su mano para guiarlo hacia la multitud.

la música sonaba y hacía que me mueva sin control alguno, como si no fuese yo misma, me pegué a Mateo que no lo hacía nada mal, y que cada tanto nos mirábamos con algo de picardía.

Me movía mientras que sus manos recorrían mi cintura. Al cabo de un rato ya tenía una delgada capa de sudor.

—vamos allá—sugerí en su oído señalando el piso elevado dentro del lugar.

Me siguió sin sacar las manos de mi cintura, que pronto empezaba a acostumbrarse al contacto.

me senté en uno de los sillones y él en uno que estaba a mí lado.

—bailas bien—comenté.—no tanto como yo, obvio

antes de que pudiera contestarme un chico colocó su mano sobre su hombro.

—te perdiste, Mateo—dijo y le extendió un porro—Ema te estaba buscando—me concentré en mirar como calaba el cigarro.

—es que me encontré a una amiga—el chico me miró cuando Mateo habló y me sonrió para acercar a saludarme.

—bueno, ya vuelvo—informó el recién llegado y se fue.

—¿Podes fumar?—preguntó cuando extendí mi mano.

—la verdad no sé como funciona todo pero no importa—dije sujetando el porro y llevándolo a mi boca.

Mateo me sonrió.

—¿Querés ver un truco?—pregunté y asintió recostandose en el respaldo del sillón. Abrí mi boca para dejar salir el humo en forma de o.

—Eso lo hace cualquiera—me imitó con el humo y negué.

—te quedaron feos—la marihuana empezó a relajar mis musculos, y mi actitud también. Me recosté sobre el respaldo del sillón como él y sin querer, mi mano tocó la suya.

no la aparte ni la moví hasta que sentí sus dedos acariciar los míos, cerré los ojos ante el relajante movimiento y el cosquilleo que me provocaba.

Se detuvo y abrí los ojos para encontrarme con su mirada. Metí los labios dentro de mi boca por un segundo y me senté bien.

—mirá—señalé mi top antes de volver a inspirar el humo del porro que casi se acababa—es de los que cambian de color—pasé mi mano por una parte haciendo que las lentejuelas se dieran vuelta y quedaran de color plateado. Se acercó interesado y colocó su mano en mi cintura, solté el humo ante el tacto y su mano subió con lentitud para cambiar de color una orilla.

Le pasé el cigarro y me acerqué a él.

—Es muy lindo—me miró a los ojos—vení—habló antes de darle la última calada al porro y me acerqué para abrir la boca. Sabía lo que quería.
El humo pasó de su boca a la mía, y sonreí cuando me di cuenta de la cercanía.

—¡Mateo!—una rubia se tiró sobre sus piernas haciendo que me aleje bastante.—Bebé, ¿dónde estabas?—empezó a dejar besos en su rostro, moví mi vista a cualquier lado para no ver la escena.

—Salí un rato—el chico se removió en su lugar.

—Ay, no nos conocemos—la rubia me miró—Soy Emmmmma—Alargó la 'm', obviamente estaba borracha.

—At,—me di cuenta de lo que estaba diciendo—Polina.—revisé mi celular por el momento incómodo—bueno, me llaman mis amigas, nos vemos—me puse de pie para escapar del lugar.

Estaba demasiado confundida, y mareada. Quería irme pero las chicas me insistieron a que me quedara, pues no sabían lo que acababa de suceder.

El resto de la noche me la pasé con ellas, pero intentando resolver lo que había pasado.

🐇;;no lo arreglé antes d subirlo







anestesia ; truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora