The Hunter ||「Kimetsu no Yaiba」

02. ❝Dorado❞

02
Dorado
✿───❝HUNTER❞───✿

      “Ha sido muy rápido, no e podido ver lo que paso con claridad, ¿quién es ella? ” pensaba el varón burdeó, observando a la femenina que acababa de cortar la cabeza del demonio de gran potencial.

Un olor a tristeza invadió su fosas nasales, por ende observo al que comenzaba a desintegrarse quien ahora alzaba una mano en busca de que la tomarán, lo hizo. Una última lágrima salio del borde de sus ojos ámbar, desintegrando por completo la cabeza y el cuerpo.

— Descansa en paz, ojalá en tú próxima vida puedas renacer como alguien de bien —Pidió con los ojos cerrados, dando un último apretón a la mano del enemigo, que termino por desaparecer.

Leiko lo vio con extrañeza ante tal acción, pero no dijo nada y sólo se dispuso a irse, dando la vuelta y enfundado con rapidez el arma de su maestro.

— ¡Espera! —Se detuvo ante el llamado, rotando la cabeza para que el pudiese observar su no tan amigable mueca de fastidio.

— ¿Qué quieres? —Preguntó entre dientes, con molestia— ¿No tuviste suficiente con meterte en mi pelea?

— ¿Cuál es tú nombré? —Preguntó curioso, con la vista en la espalda de la chica que poseía un haori azul cielo, ignorando la segunda pregunta.

Ella sonrió sagaz, dando la vuelta por completo.

— Tampoco es que importe, si te veo cuando el examen se termine te lo diré —Contestó ella, sin dejar su arrogancia que tanto la caracterizaba— Hasta entonces, metiche.

— ¿Metiche? —La vio irse y perderse de su vista debido al montón de árboles que no le permitían ver más allá. Dio una pequeña sonrisa para él, de igual modo seguir su camino.

El Kamado estaba seguro que la encontraría nuevamente, porque él sobreviviría a la prueba de cualquier forma.

✿───❝HUNTER❞───✿

Con el amanecer del séptimo día se dio por terminada la prueba y sólo aquellos que volvieran al punto de inició serían los aprobados.

Leiko despertó con los leves rayos del sol surcando su rostro, estos mismo molestándola y obligándola a abrir los ojos. Dio un gran bostezo cuando se estiro, tronando su espalda y posteriormente su cuello y dedos.

Comenzó a andar con sus lentos y perezosos pasos a ningún lugar en específico, que sin darse cuenta, término por volver al inició al ver las flores moradas en el alrededor.

No era la primera, y probablemente sí la última. Ahí, ya se encontraba el rubio con una desaliñada presentación como casi todos, a excepción de una que se mantenía con una suave sonrisa.

De nuevo bostezo, tapando con su mano la boca al hacerlo. Las miradas de los tres cazadores varones fueron a ella, examinándola. Fue Zenitsu el primero en ir con ella, casi llorando y aferrándose nuevamente a sus piernas.

— ¡Casi muero, Leiko-Chan! —Chillaba él, con la cabeza baja.

La ceniza pudo oír como alguien murmura un “Con que Leiko” dándose cuanta del varón de pelo borgoña, con quién no recordaba de que había hablado.