10. ❝Fragmentos Borrosos❞

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Fragmentos Borrosos
❀───❝HUNTER❞───❀

      Tan apacible recostado en la rama del tronco, con sus ojos cerrados y con el cabello castaño por su rostro, con una respiración tan tenue que lanzaba el vaho a cada que expiraba y que también comenzaba a extinguirse con él. Su vida estaba desapareciendo y la única a su lado no parecía darse cuenta de ello.

Sus orbes del color plateado observaban con emoción la nieve que caía desde el cielo, estirando su mano para poder tocarla.

— Todo comienza a teñirse de blanco, Toru —Murmuró, vaceando su mano que se había llenado de nieve.

Cuando su corazón se detuvo no pudo evitar sentirse completamente desvastada, destrozada. No pudo evitar que el nudo en la garganta la hiciera soltar lágrimas y que su nariz picara.

Los odio, los repudió, a todos.

Y Entonces, despertó. Agarrando una gran bocanada de aire como si se estuviera ahogando, sudando, llorando.

Pero, no recordaba el porqué, no recordaba de nuevo su sueño, su pasado. Aquel niño que no pudo salvar.

Se dió cuenta entonces que no sabía dónde estaba, y en su mente comenzó a recapitular lo antes pasado, sintiendo su espalda tronar al reincorporarse en la camilla blanca en la que reposaba. Miro por la ventana del cuarto, donde se podía ver qué el cielo aún era oscuro, y que probablemente, muy pronto comenzaría a aclararse.

Paso su mano por entre su cabello, lanzando las hebras cenizas hacía atrás para despejar su rostro, recordando entonces que después de encontrarse con la pilar del Insecto —Kochou Shinobu—, y negarse a recibir tratamiento, repentinamente, todo se había vuelto negro, y como siempre que trataba de recordar algo que no podía, la jaqueca atacó a Leiko.

Por un momento se preguntó, ¿Cuánto tiempo llevaba dormida?

Se vio a sí misma, no tenía el uniforme y tampoco le importó saber quién la habría cambiado, ahora poseía una camiseta cian de largas mangas y unos pantalones iguales, los cuales poseían una tela suave al tacto.

Quito la manta que la cubría, hechandola aún lado y sientiendo con rapidez la falta de calor que la tela le daba, y a su vez, bajando los pies de la cama para que estos descalzos tocaran el frió suelo.

Observó la sala en la que se encontraba, justo como la de una enfermería. Con camas alrededor, y fue también, cuando notó a los demás ahí. Un poco más alejado, de ella, un trío de chicos yacían apeteciblemente dormidos sobre camas separadas.

Pudo reconocer a Zenitsu más alejado a ella, también, a Tanjiro, el más cercano y por último un completó desconocido de cabello negro y puntas azules.

Caminó por la sala en silencio, acercándose a la puerta para salir de ahí, deteniéndose tras un llamado.

— ¿Leiko? —Tanjiro había despertado, y no sabía si lo que veía era ella o parte de un sueño.

Gruño, mirando de reojo al pelirrojo.

— Estás despierta al fin… —Murmuró con cierta sorpresa, y cuando se dió cuenta que verdaderamente Leiko, se apresuró en levantarse.

Leiko lo encaró de mala gana, no se había levantado de humor. Kamado, una vez estuvo frente a la rubia, se inclinó con levedad, extrañando a Leiko por la reverencia.

— Lo siento mucho, Leiko —Su disculpa sólo hizo tensar a la joven—. No debimos haber insistido así la vez pasada, fue un error nuestro. Nezuko también lo lamenta —No se levanto en ningún momento, esperando la respuesta de la rubia.

The Hunter ||「Kimetsu no Yaiba」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora