The Hunter ||「Kimetsu no Yaiba」

11. ❝Sueño Muerto❞

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Sueño Muerto
❀───❝HUNTER❞───❀

      Su cabello de tonalidades claras bailo con una oleada de viento que la atravesó desde la azotea donde su cuerpo reposaba y sus orbes del color de la plata observaban el cielo claro.

Cada vez, comenzaba a quedarse dormida al estar sumida en sus pensamientos, en la plática anterior que tuvo con Kochou.

Sin poder evitarlo, sus párpados cayeron y cedieron ante el sueño a pesar de haber dormido antes mucho tiempo.

Comenzó en una gran finca para ricos, donde una infante Leiko reposaba sentada sobre el suelo, con sus orbes grisáceas en las nubes.

— Leiko-Sama, Leiko-Sama... —Un hombre joven imploraba la atención de la niña, casi suplicándole que le respondiera.

Entrecerrando los ojos para observarlo con cierto recelo y sintiéndose superior por lo que le hacían creer, sonrió cínica.

— No haré lo que pides —Su sola respuesta termino por destrozar al varón, sintiendo como en su garganta se hacía un nudo y sus ojos expresaban la tristeza y decepción por completo.

— ¡No puede...! ¡Por favor pienselo! —Pidió, y casi al instante cuando el se precipito por la respuesta de la infante, entonces un par de hombres se encargaron de retenerlo para comenzar a sacarlo— ¡Lo necesitamos de verdad...!

Y su mirada cargada de emociones negativas, conmocionó a la rubia, y fue la primera vez que se sintió mal por alguien.

— ¡Ha dicho que no! ¡Fuera! —Espetó uno de los encargados en sacarlo tras la negativa. Sin embargo, el contrario no tenía la intención de irse, insistiría hasta convencerla.

— ¡Mi hijo...! No sobrevivirá de seguir así —Trató de convencer, pero ella no podía, estaba prohibido.

— Lo lamento... —Murmuró, y bajo la mirada hacía el tatami caro del suelo, incapaz de seguir mirando esos ojos lilas que insistían.

— ¡No puede sobrevivir sin aquellas medicinas! —Siguió a gritos él, casi llorando. Y finalmente, fue sacado de la cara residencia...

...ko... No ...ta... Res......do ...u ...ra...zón ...o la...!

¿Qué eran esas palabras tan extrañas, que sonaban como gritos desesperados?

La resto importancia, y no sabía si tenía los ojos abiertos por la oscuridad del lugar, dándose cuenta de que si estaban cerrados cuando sintió un par de gotas caer a su rostro, y por ello, obligada a ver que sucedía.

¿Quién era él? Un niño castaño de ojos lilaceos lloraba parado frente suyo, y las gotas de sus lágrimas caían en las mejillas de la recostada Leiko.

— Tienes que despertar, Sa*****—No pudo escuchar lo último— ¡No puedes quedarte aquí...!

— ¿Porqué?

— ¡No quieres estar aquí! ¡Te están esperando, Sa*****! —Él no paraba de llorar, y sus lágrimas de caer en ella.

— ¿Quienes?

¡No ..ta ...piran..! ¡Lei... Lei... ...ko!

— ¡Ellos! —Y una chachetada llegó al rostro de la ceniza, y por ello mismo, agitada se reincorporó con dificultad en la camilla, respirando con clara dificultad y con la mano en su moflete.