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[CAPÍTULO NARRADO]

Ryan's POV

Llego al punto indicado en la nota de Lylah y dudo de llamar a la puerta, pero finalmente, tras dar tantas vueltas de talón en la entrada, lo hago. Presiono el botón del timbre y nervioso espero a que alguien abra, aunque no estoy seguro de lo que haré una vez pase de ese punto.
Comienzo a arrepentirme, a pensar que esto es estúpido y no tengo razón para estar aquí. Si no sé qué hacer es posiblemente porque no debería hacer nada. Que si es él el de las notas ¿qué más da?

Interrumpiendo mis pensamientos de duda, una mujer de rizos dorados abre la puerta color rojo frente a mí, y sin palabras busca respuestas a mi presencia.

—Humm... hola, buenas tardes. Estoy buscando a Isaac Novak, me dijeron que este era el lugar.

—Oh.-la mujer sonríe de forma triste y abre más la puerta, haciéndose también a un lado, indicándome que puedo entrar. —Arriba, última habitación a la derecha.

La mujer señala las escaleras, así que sigo sus instrucciones como en estado de trance al no saber cómo reaccionar. Llego al final de pasillo y con el corazón en la garganta golpeo ligeramente la madera que me separa del reciente ladrón de cordura.

—Abierto.-su respuesta es corta y desinteresada, pero la tomo como permiso para adentrarme a su espacio. Por su expresión al verme, puedo notar que no me esperaba, lo cual de alguna manera resulta dándome un poco de confianza.

—Usé la sudadera para ti y no obtuve respuesta. Necesitaba saber que estabas bien.

—No puede ser...-pasa sus manos por su rostro y procede a cubrirse con las cobijas. Aún sin estar seguro de mis acciones, aprovecho su escondite para acercarme.

—¿Puedo sentarme?-retira la tela de su cara y se recorre, dejándome espacio en la cama, pero no voltea a verme.

—¿Desde cuándo?¿Desde cuándo lo sabes?

—Lo supuse cuando me dejaron de llegar notas y no estabas ahí.-lo miro, con esperanza de que voltee y confirme mis suposiciones.

Voltea. Por desgracia, no toma el rumbo que de alguna forma esperaba. Su pómulo está morado y su labio hinchado. Busca sonreír, pero emana dolor y sufrimiento.

—Mierda. No estás bien. ¿Quién te ha hecho eso?

—No tienes porqué preocuparte. Sólo, digamos que mi padre se enteró que me gustan los chicos.-hay tristeza en su tono. Sonrío igual que lo hizo la mujer en la puerta-que supongo era su madre-y lo acerco a mí en un abrazo. Me arrepiento de inmediato al escuchar quejidos de dolor.

—Dios, ¿es que tienes más?

—Unos cuantos moretones en las costillas, pero nada que no se quite durmiendo.

—Isa, no. Tienes que ir al médico, no puedes quedarte así, puede empeorar.

—Ryan, ¿a qué has venido?¿qué esperabas?-su tono cambia, ya no es dulce y bromista, ahora es ácido y cortante, en cuestión de segundos.

—No lo sé. No podía hacerme a la idea de perderte sin saber a quién tenía. Quería asegurarme de que estabas bien.

—Dale. Pues lo estoy, ya puedes regresar a tu vida sin preocuparte por el marica que creyó poder tener una historia de película con el niño bonito que aceptaba su atención. Y por favor cierra cuando salgas.

—No. Que quizá no te pueda dar una historia de película, pero tampoco podré dejar de preocuparme. Comprendo que sea tu padre, pero eso no significa que esté bien que haga lo que te hizo.

—Por favor vete, Ryan. Supongo que ubicas la salida.

Hoodies Boy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora