Iba a clavarle el cuchillo cuando la policía entro en la casa, se llevaron a John y comenzaron a hablar conmigo…
–Entonces, ¿Por qué usaste ese cuchillo?, ¿Qué pensabas hacer con él? –Me pregunto una policía, era una mujer mediana de cabello negro, un poco robusta, tez blanca y ojos color marrones.
–Nada… Solo quería asustarlo para que él se fuera, solo lo amenace, pero en realidad no iba a matarlo ni lastimarlo.–Dije sincera.
–Eso no es lo que parecía.–Me dijo otro policía, era un tipo alto, delgado, de tez negra y parecía amigable.
–Lo siento, no tenía intención de hacer algo que pareciera malo.
–Bien, todo está bien, pero no lo vuelvas a hacer.–Me dijo la señora, y me sonrío.
–Claro que no.–Les sonreí, ellos me sonrieron y se alejaron yéndose.
Entre a la casa rápidamente y me tire en el sillón, agarre el teléfono y llame a Carolyn.
~Llamada~
–¿Hola? –Se escuchó desde la otra línea.
–¡Carolyn!, ¡Tienes que venir a mi casa! –Grite cansada.
–¿Ahora? –Pregunto.
–Ahora, oh… ¿Estas ocupada? –Pregunte, desanimada.
–No, pero estaba mirando la televisión y comiendo Cheetos, ¿Estás sola? –Me dijo alegré, como casi siempre.
–Sip, ven rápido así te cuento lo que paso.–Nos quedamos un rato calladas…– Y trae Cheetos.–Sonreí y ella río.
–Bien, te veo en 10 minutos.–Dijo, yo colgué.
Deje el teléfono en su lugar y me tire del sillón rodando, cayendo fuertemente al piso.
–Para–Para–Paradise.–Canté, suspire y me quede en el suelo cantando hasta que viniera Carolyn.
Diez minutos después, seguía en el suelo esperando a Carolyn, estaba comenzando a… a… ¿Cómo decirlo?... delirar. Sí, delirar.
–Patos, patos, patos, patos, patos, patos, ¡Los patos son malos!, ¡Sí!, ¡Wiii! –Decía como una niña pequeña mientras rodaba por el suelo hasta que escuche que tocaron el timbre– Carolyn… –Susurré dejando de rodar, me levante y fui a la puerta, pero cuando la abrí…
–¡Hola! –Me saludo con un montón de bolsas llenas de Cheetos y bebidas, pero no esas bebidas alcohólicas, ni siquiera energéticas– Tenemos que hablar.–La mire preocupada.
–Bien... pasa. –Ella trato de pasar con las bolsas– Deja que te ayude con eso.–Agarre algunas bolsas– vayamos a... ¡La sala!, vamos allá y hablamos.
–Okay.–La mire– No me digas que recordaste a...
–¡Augustus Waters! –Mis ojos se cristalizaron.
–Oh no... –Dijo ella. Yo me tire al piso y me hice volita.
–Te odio, bitch.–Le dije.
–Ya levántate.
Me extendió la mano, yo... yo jamás confié en esas cosas, pero yo la conocía desde hace mucho, así que agarre su mano y me pare.
–Hay que hablar, y rápido.–Dijo ella.
–Bien...
Agarre las bolsas y fuimos a la sala, una vez allí prendimos el televisor y nos pusimos a hablar, comer Cheetos y mirar la tele.
–Entonces, ¿Qué quieres decirme? –Dije mirádola, ella se quedó callada un momento y luego me dijo…