–Primero que nada, ¿Cómo está tu madre? –Me pregunto.
–Está bien, iremos a verla pronto…
–Vale, y segundo, arregle para una cita doble.–Me sonrío y yo le pegue una cachetada.
–¡¿Qué?! –Dije molesta, ella sabía que odiaba las citas, y más si eran dobles.
–¿Lo siento? –Dijo divertida– Te veo muy sola, y además, son chicos buenos.
–¿Cómo estas segura de eso? –Fruncí el ceño.
–Bueno… los conocí personalmente, me encontré con uno primero, un tipo casi me roba y él me ayudo, es lindo, es medio rubio y tiene ojos oscuros…–Sonrío como una estúpida.
–Caca.
–¿Qué? –Pregunto mirándome seria.
–Que eran ojos color caca, como los míos.–Sonreí y me acerque a ella divertida.
–Como sea…
–No me importa, pero debo preguntar, ¿Cómo se llama?
–Wayne, es lindo y tierno.
–Por cierto.–Comí Cheetos– Hoy casi fui atropellada por un auto y un chico me salvo.–Dije con la boca llena de Cheetos.
–¡Megan! –Me grito.
–¿Qué? –Dije aun con la boca llena.
–No comas con la boca llena, bestia.–Me regaño.
–Cállate, tú me amas por esta sensualidad.–Dije y trague mis cheetos.
–Sensualidad al máximo, eh.–Suspiró– ¿Y le preguntaste al chico su nombre?
–Lo mande a la mierda, bueno… no a la mierda, pero me fui.–Comí un cheeto.
–Estas bien estúpida.
–Cállate, mi sensualidad te mata.–Le saque la lengua.
–¿Tomaste tus pastillas?
–Sí, pero se me están acabando. De todas formas, ¿Cuándo es la cita?
–Este sábado, al medio día.
–Genial, por qué el domingo iremos a visitar a mi mamá.
–Que bien.–Sonrío– Por cierto, ¿Cómo era tu chico?
–No es mío, es de su mamá.–Le tire un Cheeto– Tenía pelo negro, ojos verdes y una sudadera gris.
–Lindo.–Sonrío.
–SH, es mío.–Bromeé.
–Creí que era de su mamá.
–También de ella, pero más mío.
–A veces no sé si estas bromeando o no.
–Estoy bromeando, y lo sabes Carolyn.
–Mmmm… ya.
Pasaron los días, y llego el sábado, me vestí como usualmente me suelo vestir, jeans largos y rasgados más una camiseta de alguna banda de Rock, en este caso, la banda de la gorda de Gerard, mientras que Carolyn se vistió un poco más como… chica.
–Te vez bien.–Me dijo Carolyn.
–¿Quieres que no tape mis pechos?, ¿Así él me mira por ser interesado y esas cosas?, ¡¿Acaso quieres que pierda mi maldita virginidad?! –Le grite.
–¿Estas nerviosa?
–Me caí de la cama.
–Ah, vale, entonces vámonos.–Me dijo Caro y nos fuimos.
Llegamos a la pizzería (Sí, somos gordos y comemos siempre pizza), y Carolyn comenzó a buscar la mesa donde supuestamente estarían los chicos, hasta que los encontró, fuimos hasta allá y nos sentamos con los dos chicos, mire al chico de la otra vuelta, y a “Wayne”.
Nos saludamos todos con un “hola”, ordenamos, hablamos un poco, más que nada ellos, es decir… John y Caro.
–Creo que mejor me voy a casa.–Dije parándome, estaba aburrida, MUY aburrida.
–Okay, Phil, ¿Puedes acompañarla? –Le dijo Carolyn.
–Claro.–Él sonrío y se levantó.
–Púdrete, no soy una niña pequeña.–Dije alejándome, pero él llego hasta a mí y se puso a mi lado, caminando.
Cuando salimos de la pizzería me agarro del brazo y me jalo hacía su lado.
–No te apures, que te podrían atropellar.–Me dijo.
–Y tú que eres muy molesto me salvaras de nuevo, o mejor dicho, me molestaras.–Dije enojada.
–¿Quieres ir por un helado? –Me sonrío.
Me quede callada un momento y dije.
–Púdrete y vamos por un helado.
Él río, <<Linda risa>>, pensé.