1-Como entrenar a tu ángel cazador

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Hola amigos, este es el Destiel Fic que escribí para el Dean Cas Big Bang 2019, los hermosos dibujos que verán son de telltaleofthestars, ustedes pueden seguirla en Tumblr bajo ese nombre, y a mi bajo el seudónimo de verobatto-angelxhunter.
Este trabajo también fue posteado en AO3 en inglés, y pertenece a la colección del DCBB 2019.
Le he dedicado mucho tiempo y espero que lo disfruten!

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¿Dónde se había metido Castiel? ¿Tanto tiempo debía estar con aquel viejo psíquico comatoso? Ya habían pasado tres semanas, y ni rastro. No contestaba tampoco las llamadas. A su hermano parecía no importarle. Claro, a él no le había confesado que quería matarse por todo ese asunto de hacerse el dios y haber asesinado a tantos Ángeles y a tantos inocentes.
No quería que su hermano sospechara que era un idiota, por eso había reducido sus “¿Qué será de Cas? ¿Tienes noticias de Cas?” A dos por día… ya que Sam había empezado a mirarlo con cara de extrañeza. Y no quería levantar ninguna sospecha a cerca de las particularidades detrás de su preocupación… esas que le habían explotado en la cara en el Purgatorio, con todo eso de “ME FUI PARA ALEJAR A LOS LEVIATANES DE TI. PARA PROTEGERTE.” Él no necesitaba que nadie lo protegiera, él era DEAN WINCHESTER, el que protege a todos… por eso es que esas palabras le cayeron como agua fría en al cabeza, y todo se aclaró entonces… y todas esas “particularidades” que habían estado siempre allí, se unieron en una clara y atemorizante idea: QUIZÁS NO ERA SOLO AMISTAD LO QUE SENTÍA POR CASTIEL. Quizás… solo tal vez… estaba algo confundido… porque Castiel era muy poderoso, y había mucha historia entre ellos dos… cosas complicadas. Y si, quizás que esté ocupando un recipiente tan llamativamente atractivo, no ayudaba. Es decir… no es raro que un hombre admirara a otro por su belleza, las mujeres hacían eso también… no por eso significaba que él fuera gay, o algo así. A él le gustaban las mujeres, eso estaba claro. Muy claro… cuando Castiel no estaba allí. Porque cuando Castiel estaba allí, todo era una confusión, un torbellino de sentimientos que él no podía describir. Y no entendía por qué… bueno… quizás ahora sí… por… lo del Purgatorio y… todo eso.

Estar en el Purgatorio fue una experiencia dramática, pero no podía negar que al no sentir ni hambre, ni sueño, ni todas esas necesidades que las personas sienten a diario, hizo que su cabeza trabajara con mayor claridad. Pudo ver qué era importante para él. Salir de allí… y encontrar a su amigo. Si… encontrarlo a Castiel. Su ausencia lo llenaba de ansiedad y un fuerte vacío que no podía explicar. Por eso le rezaba todas las noches, deseaba saber que estaba bien, deseaba verlo. Sus ojos azules y brillantes mirándolo de esa forma en la que sólo ese ángel lo hacía. Se mintió a sí mismo que lo hacía solo porque Dean Winchester es fiel a sus amigos, Benny entendió eso también. Pero cuando lo tuvo frente a frente, y esa felicidad tan maravillosa que antes nunca había sentido, invadió todo su cuerpo, lo supo… no era solo lealtad… y el que Castiel dijera que había huido para protegerlo, no ayudó mucho a mantener esa mentira que se repetía día a día a sí mismo. Había algo más allí. No iba a mirar eso, no iba a investigarlo, no quería. No podía. Era imposible. Solo una serie de particularidades que quizás sentía porque Castiel era así. Misterioso, hermoso, antiguo, poderoso, inocente, implacable…
Sacudió su cabeza y miró a su hermano de reojo. Seguía buscando algún caso, seguramente. Vivir en aquel búnker les había dado algo de orden, y se sentía muy bien tener un lugar a donde regresar luego de sus cacerías. Solo le encantaría que Castiel pudiera estar allí con ellos, le mostraría el lugar, la cocina, las habitaciones… seguramente al ángel le iba a gustar… sonrió ante la idea pero luego se dio cuenta que sus pensamientos volvieron a Castiel, y se odió por eso. Cerró los ojos con impotencia, cómo queriendo patear su propio trasero. Se puso de pie, necesitaba una cerveza.

Sam levantó la vista pero no le llamó la atención que su hermano se viera tan  inquieto, había estado así desde que Castiel se quedó en aquel Auspicio con ese anciano psíquico. Sabía lo mucho que Dean se preocupaba por Castiel, era su naturaleza preocuparse por todos, lo que no entendía era por qué tanto. Por qué el mal humor, los silencios. Las caras de estar soñando durante en día. Los pensamientos en otro lado. Todo eso era nuevo. Además Castiel era un ángel, un ser sobrenatural muy poderoso, y no era la primera vez que desaparecía por días. Era algo habitual en Cas. Y al final siempre regresaba a ellos. Sam estaba seguro que esta vez no era distinto. Solo que… era muy extraño. Al principio Dean preguntaba por el cómo seis u ocho veces al día… lo veía llamándolo al celular como… demasiadas veces en el día también. Ahora solo preguntaba por él un par de veces… y trataba de llamarlo a escondidas, creo que había entendido que Sam lo había empezado a mirar algo preocupado o… extrañado. Esta definitivamente, no era la forma habitual de comportarse de su hermano. ¿A caso había sucedido algo en el Purgatorio entre ellos dos y él no lo sabía? Cómo… ¿una especie de pelea o… algo así…? Sam era muy perspicaz para descifrar casos de cacería, pero esto… esto estaba haciendo que su cerebro trabajara extra. No era algo en lo que pensara constantemente tampoco, había otras cosas importantes que cruzaban su mente. Solo que se preguntaba que había allí, cada vez que veía a su hermano como alma en pena por los rincones del búnker.
Sacudió la cabeza y volvió a mirar la laptop, buscando un nuevo caso.

Dean sacó la cerveza del refrigerador y la abrió, apresuró un trago y se secó con la muñeca. Luego caminó hacia su cuarto, su hermano seguía en la laptop. Entró en su habitación y se sentó en la cama. Miró hacia el techo y suspirando cerró los ojos. Se odiaba por lo que estaba a punto de hacer.
-Hey, Cas… ¿Ya vas a regresar? Ya sé que te recé está mañana solo que… quería asegurarme de que recibiste la dirección del búnker donde estamos ahora… ¿Cómo has estado? Yo…-
-Hola, Dean.- oyó el cazador de pronto, y su corazón dio un vuelco al ver a Castiel allí parado, en frente de él. Había olvidado lo hermoso que era. Su boca se puso seca y poniéndose de pie se acercó a él. No entendía por qué sus piernas temblaban.
-¿Dónde estabas?-preguntó Dean sin pensar que su voz sonaría a demanda. Su cuerpo se detuvo al ver la forma en que su tono había arrojado esa pregunta. Castiel frunció el cejo y ladeó la cabeza en aquella forma que hacía que el estómago del cazador se llenara de mariposas. Dean no pudo evitar tragar con dificultad ante tal adorable expresión. Otra vez esas “particularidades” jodiéndole la existencia.
-Estuve un tiempo en el auspicio, ayudando a las personas, luego me fui y ayudé a otras personas en varios sitios… ¿Estás enojado?- preguntó ahora Castiel dando solo dos pasos hacia Dean. El joven cazador había notado que desde el incidente en aquel baño en donde le enseñó a cerca de “el espacio personal”, Castiel era muy cuidadoso con la invasión del mismo. Y ahora eso molestaba a Dean, extrañamente.

-No… no yo…-respondió el cazador rascándose el cuello y colocó  la otra mano en el bolsillo de sus jeans.-No lo estoy.-terminó por decir sin mirar al ángel a los ojos. Castiel ladeó su cabeza hacia el otro lado.

-Entonces… ¿Por qué…?-
-No diste señal de vida Cas. Tres semanas y cuatro días sin saber nada de ti. Tampoco respondiste mis mensajes ni mis llamadas.- le espetó Dean, mirándolo con enfado, y luego sucedió otra vez, se escuchó así mismo hablarle como una esposa que piensa que su marido la engaña. Pestañeó aturdido y bajó la mirada. ¿Qué carajo le pasaba? ¿Por qué estaba actuando así? Castiel se irguió en su lugar.

-Perdí mi teléfono y… Ahm… lo siento. No creí que había pasado tanto tiempo. Siento haberte preocupado. No era mi intención.- Respondió Castiel, algo asombrado por el enojo de su amigo.
Dean seguía sin mirarlo, su respiración estaba algo agitada.
-Está bien… estábamos preocupados por ti.-dijo. Y se animó a mirar a Cas, el ángel seguía mirándolo extrañado. Dean se sentía todo un idiota, así que se aclaró la garganta y dijo:-Es bueno verte.-
-Pero si oí tus plegarias.- comentó como si nada Castiel, y Dean quedó petrificado, ahora sí que su cuerpo no le respondía. Castiel sonrió. Esa sonrisa de lado tan rara de ver en él, y tan exquisita. Una de las cosas más bellas de la creación, hizo que Dean se ruborizara.:-Creo que a veces olvidas que he comandado ejércitos… por eones…-habló el ángel, dando unos pocos pasos hacia él, su sonrisa seguía allí, y esa aura de poder y antiquísima existencia, ese abismo que lo separaba de él. Si, Dean a veces olvidaba eso.:-Ni tu ni Sam tienen que temer por mi seguridad.- Sus azules ojos eran tan intensos, Dean sentía que penetraban su alma. Él partió sus labios, su respiración era casi jadeante, y no pudo evitar observar esos carnosos y rosados labios de Castiel. No quería pensar las cosas que se le venían a su mente. Un ser tan poderoso… tan fuerte… y él un simple mortal… ¿Cómo se sentirá besar esos tentadores labios? ¿Cómo será sentir el calor de su cuerpo junto al de él? Pestañeó espantado por las ideas que asaltaron su mente. ¿Qué había sido todo eso? ¿Desde cuándo quería él besar a un hombre? ¿Besar a… Castiel? Su mente quedó en blanco otra vez cuando vio que el ángel estaba observando la habitación, sus movimientos eran tan delicados, y al mismo tipo desprendían esa seguridad masculina que … ahí iba otra vez… ese sitio oscuro que no debía explorar.
-Me gusta este lugar…-admiró Castiel.
-Yo… he…-Dean se aclaró la garganta porque su voz había salido demasiado dulce. Castiel lo miró de reojo, había notado que su amigo hoy se veía bastante más nervioso de lo habitual. -Te he preparado una habitación para ti.-

-¿Quieres que me quede con ustedes?- preguntó el ángel con asombro. Dean pegó un respingo. ¡Rayos! Ni siquiera se lo había preguntado. Ya estaba dando por hecho que Castiel se quedaría… o quizás era su inconsciente tratando de hacer que el ángel no se fuera, él quería que Castiel sintiera que pertenecía allí, con él y con Sam. Porque es bueno sentirse parte de una familia. Era solo eso. No tenía nada que ver con esa vocecilla egoísta que le hablaba ahora, y que deseaba poder tener a Castiel junto a él, todos los días.

-Bueno… tú dijiste que querías ser un cazador, y yo…-
-Pero tú también dijiste que yo apestaba como cazador.-retrucó Castiel, no se veía muy feliz al recordar eso. Dean rio incómodo, y se excusó.
-Todos apestamos al principio. Es cuestión de práctica y entrenamiento.-
-¿Y tú vas a entrenarme?- preguntó inocentemente Castiel. Dean sonrió.
-Por supuesto.-
Castiel asintió.
-Bien…-dijo entonces, caminando hacia la puerta.-Entonces creo que podría quedarme un tiempo.- Dean sintió un pequeño dolor en el pecho al sentir la palabra “un tiempo.” No, seguro había sido por otra cosa… quizás la hamburguesa del mediodía había estado algo rancia. Sus pensamientos se vieron interrumpidos por Castiel otra vez:-Y… ¿Dónde está mi habitación?-

Dean encendió la luz y lo dejó entrar orgulloso. Era una bonita habitación. Tenía libros y una televisión, un guardarropas y un perchero. Señaló esto último con una sonrisa complaciente diciendo:
-Para que cuelgues tu gabardina. Y tu saco del traje… y tu corbata y…-bueno, ya había sido suficiente de aquél striptease verbal. Carraspeó algo incómodo, y no pudo evitar que algo de rubor invadiera su rostro. Maldito cerebro que por un segundo imaginó a Castiel sacándose todo eso. Sabía que ese era límite entre la cordura y la alarma del escándalo. Imaginar a su amigo así… o un poco sin ropa era… el límite. Estaba seguro si se mantenía de este lado de esa línea. Mientras no tuviera .. “fantasías sexuales” con Castiel, todo estaría bien. Se mordió la lengua de la mente, si es que la mente tiene lengua, porque ni siquiera quería elaborar nada que tuviera que ver con eso. Ese era el límite. A él le gustaban las mujeres. Senos, trasero, senos ¡SE-NOS! Eso, eso, piensa en senos, Dean.
-Y… ¿Para qué un guardarropas? Yo no…- preguntó el ángel, abriendo las puertas del closet. Dean regresó de sus pensamientos, y le dijo:
-Oh… por si… quieres cambiar de ropa de vez en cuando… ya sabes… quizás en alguna misión… o… no lo sé… algún sombrero de vaquero o botas de vaquero que quieras…- Castiel ladeó la cabeza con los ojos entrecerrados y confundidos, Dean se dio cuenta de lo que recién había salido de su boca, sin pasar por su lóbulo frontal, obviamente… ¿¡Qué rayos le estaba sucediendo!?:-Es… de-decir si… si…-genial, ahora estaba balbuceando como un idiota:-Si es que alguna misión requiere… vaqueros y … esas cosas.-terminó diciendo. Podía verse la alarma en su rostro. Ahora… ni siquiera iba intentar interpretar por qué su boca había dicho eso… no, totalmente eso estaba en el lugar oscuro, no explorar allí.
-Oh… claro.- asintió Castiel. Dios bendiga la incapacidad de estos ángeles de entender ciertas cuestiones.
En ese momento entró Sam. Y Dios bendiga a Sammy también.
-Hola Cas. Qué bueno tenerte de regreso. Dean estaba muy preocupado por ti.- dijo el joven Winchester, provocando que su hermano se ahogara con su propia saliva, Sam lo miró extrañado.
-Si ya.. me ha regañado.-dijo Castiel, acercándose al más joven de los hermanos.:-Ahora que estoy aquí, Dean va a entrenarme.-dijo sonriente, y allí estaba otra vez… era como una luz que lo dejaba ciego, y su cuerpo quedaba petrificado. Tan radiante, ¿Cómo podía un ser convertirse en algo tan maravilloso con solo sonreír? Dean sacudió su cabeza para que todas aquellas ideas decantaran en algún lugar, esto se estaba saliendo de las manos. Levantó el rostro y allí estaba Sam mirándolo como a un animal raro.
-¿Te encuentras bien?-preguntó el más joven. Dean asintió mudo, con demasiado entusiasmo.-Ok. Ahm. Iré a preparar la cena. Quizás luego de comer puedo enseñarte lo básico Cas, ¿Qué dices?-dijo Sammy con soltura, rayos… Dean quisiera poder hablar así con Castiel.
-Me encantaría, Sam. Gracias.- respondió el ángel.
-Genial. Bienvenido.-dijo por último Sammy, saliendo de la habitación.
-Bien, yo… iré a bañarme. Tú… Ahm…-se excusó Dean caminando hacia la puerta cuando volteó vio a Castiel muy cerca y su corazón dio un vuelco.
-Iré a recorrer el búnker.-dijo Cas con frescura. Se lo veía muy animado, y eso hacía que Dean sintiera una tibieza en el alma, difícil de explicar.
-Te ves bien.-dijo, otra vez sin pensar, dio media vuelta y sus ojos rodaron con fastidio, ¿Por qué seguía sucediéndole eso? Castiel respiró hondo, y Dean casi podía sentir el calor del ángel a sus espaldas.
-Me gusta estar aquí. Contigo y Sam. Me siento en casa.-escuchó decir a Castiel, y tuvo que voltear a verlo, para inmediatamente maldecirse a sí mismo por esa decisión, ahí quedó, embelesado con el rostro de Castiel. Su mejor amigo. El poderoso ángel que lo había salvado del infierno, que había caído por él, que lo había protegido en el Purgatorio… que…
-Eso es bueno Cas… entonces no te vayas nunca.-dijo Dean, otra vez sin pensar… o… ¿Esta vez lo había pensado? Y su voz salió tan dulce que el ángel  lo miró penetrante a los ojos.
-Eso es algo… que no puedo prometer, Dean.-le respondió algo triste. Dean sonrió algo avergonzado.
-Si… claro. Disculpa.-terminó por decir en un hilo de voz, dirigiéndose al pasillo. Castiel salió y lo vio alejarse. A veces no entendía ciertas reacciones de los humanos… bueno… ciertas reacciones de Dean hacia él. Ansiaba poder entenderlo más para ayudarlo. Sentía como que el joven estaba luchando con algo en su interior… pero no sabía que era.

Dean dejó correr el agua de la ducha por su torneado cuerpo. Se sentía un idiota por haber dicho lo que dijo. ¿Quién era él para pedirle a Castiel que se quedara? ¿Por qué… por qué tuvo que decir eso?. Cerró los ojos con rabia y levantó el rostro para sentir el agua. Al menos tendría a Castiel todos los días… hasta que él decidiera alejarse nuevamente. Pensar en eso hacía que la hamburguesa del mediodía le cayera peor. Porque ese era el dolor tenebrante en su pecho. Solo una gastritis no medicada. ¿Estaba aún en el lugar permitido? ¿Estaba aún de este lado del límite? Si, si lo estaba… mientras sólo fuera mera confusión de sentimientos y no… y la imagen de los labios de Castiel asaltó sus pensamientos. Dean abrió los ojos aterrado, no paró allí, sino que ahora eran sus ojos tan azules. Y esa boca que se entreabría para decir su nombre. Esos labios… esos labios de Cas ¿ cómo resistirlos? Castiel era un ser poderoso e implacable, ¿Cómo decirle no a esos labios? ¿Cómo no dejarse besar con la bravura con la que Castiel eliminaba a sus enemigos? Sí… el quería ser besado por esos labios… con esa misma brusquedad, fuerza y bravura. Sus ojos volvieron a abrirse con horror, miró hacia abajo y vio su miembro viril tan alerta que dolía. “¡No! ¡No! ¡No¡ ¡El límite! SENO.SENOS.SENOS.SENOS.”Se repitió a sí mismo mientras se enjabonaba rápidamente sin prestar atención a su “amigo” de abajo.
“SENOS.SENOS.SENOS.”Continuó mientras se cambiaba en su habitación.
“SENOS. SENOS. SENOS.” Siguió mientras cruzaba a toda velocidad la biblioteca con las llaves de Baby en la mano.
-¿A dónde vas? ¿No vas a comer?-preguntó su hermano al verlo tan alterado, corriendo hacia la puerta de salida.
-No. Yo… voy a SENOS.-
-¿Qué?-se extrañó Sam:-¿A caso dijiste senos?-
-BAR. He dicho al bar. Adiós.- y sin más cerró la puerta del búnker.
Sammy seguía con aquella mirada llena de confusión.
-Juraría que dijo SENOS.-murmuró, volviendo a entrar a la cocina.


Unexpectedly You (Inesperadamente Tú) DCBB 2019 8/8 Completa!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora