3-Duro de Matar

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Sam estaba a en el búnker, revisando cuanto libro de ángeles podía, cuando escuchó que la puerta principal se abrió con brusquedad.

-¿¡Sammy!?- lo llamó Dean como un trueno.

-¡Aquí estoy!- respondió el menor, seguía pasando las hojas del libro que tenía en la mano. Dean bajó casi corriendo las escalinatas, al tiempo en que dejaba su pesada mochila sobre la mesa.

-¿Has averiguado algo?-preguntó Dean, su voz sonaba a alarma. Sus ojos estaban casi desencajados, Sam le ofreció una mirada rápida, y luego volvió su vista al libro.

-Solo sé que Ismael es un serafín, igual que Cas. De Arthur no sé nada, pero como lo miraba a Cas, creo que le temía. Debe ser un ángel menor…-analizó Sam. Dean continuaba parado, y ahora había empezado a caminar inquieto de un lado a otro, sus puños apretados y sus ojos buscando desesperados respuestas en cualquier lado. Su corazón estaba acelerado, todo el camino de regreso no pudo dejar de pensar en Castiel, en cómo estaría… no quería imaginarse lo peor… apretó los ojos y tragando con dificultad, preguntó:

-¿Cuántos eran?-

-Dean, te lo he dicho tres veces ya, eran diez. Todos se abalanzaron sobre él y desaparecieron.-lo miró Sam, algo hastiado, pero al observar el rostro preocupado de su hermano mayor, pestañeó algo arrepentido. Nunca lo había visto así… era como aquella noche cuándo le había hablado de cómo Castiel no había podido salir del Purgatorio. Quizás peor.:-Descuida… él estará bien.-le dijo luego, para calmarlo un poco.:-Es obvio que necesitaban esa cantidad de ángeles para reducirlo.-agregó después, al ver que Dean no lo miraba y seguía moviéndose de aquí para allá con esa aura de devastación, sugirió:-Lo que debemos hacer es buscar más información a cerca de este tal Ismael…-

La voz de Sam se oía a lo lejos, la mente de Dean estaba imaginando a Castiel en medio de esos ángeles… no quería pensar lo peor otra vez, sabía que era muy poderoso, pero ellos lo superaban en cantidad. Apretó sus ojos otra vez. Se estaba arrepintiendo de no haber ido con él al nido. Era un estúpido, ahora quizás jamás volvería a verlo…

En ese instante escucharon un aleteo, y los dos hermanos vieron como Castiel apareció en frente de ellos. Tenía la gabardina ensangrentada y desgarrada, su camisa también tenía manchones de sangre, y estaba rota a nivel de su abdomen, donde se veía a su costado una herida. Sus cabellos más desalineados que de costumbre, y su respiración jadeante. Un hilo de sangre corría por la comisura de sus labios. Dean no podía creerlo. Allí estaba él. Se odiaba por pensar lo sexy que se veía en ese estado, su cuerpo se paralizó, los intensos ojos azules de Castiel se clavaron en Dean, y este ya no pudo respirar. Era uno de esos instantes en los que Dean recordaba que Castiel era un guerrero poderoso.
-¡Cas!-exclamó Sam, corriendo a socorrerlo:-¿Estás bien?-preguntó luego al estar junto a él.

-Sí… tengo esta herida… me la hicieron con una espada angelical así que tardará  algunas horas en sanar.-explicó el ángel, Dean regresó de su embelesamiento, y caminó hacia él, al tiempo en que Castiel descubría solo un poco su herida, dejando ver la luz que salía de ella, Dean lo miró con asombro.

-¿Cómo hiciste para escapar de esos diez ángeles?- preguntó casi por lo bajo.

-Acabé con todos.-le respondió Castiel, sin mirar a los cazadores, se oía pesadumbre en su voz, Dean abrió la boca para decir algo, pero no pudo, Cas era realmente poderoso.-Odio  esto, pensé que no tendría que volver a hacerlo.-continuó el ángel:-Pero Ismael… es un gran problema… - el serafín levantó su mirada y mirando a los dos hermanos, respiró hondo y dijo:-Voy a ocuparme de esta herida, y luego me iré. No puedo ponerlos en riesgo. Ismael me busca a mi. Ustedes no tienen nada que ver con esto.-
El corazón de Dean dio un vuelco, era estar en el Purgatorio otra vez, sus ojos se enojaron y su voz ahora sonó fuerte:

-No, tú no vas a hacer eso. Nosotros te ayudaremos. Te he  dicho que no necesitamos que nos cuides.- Sam vio que su hermano se había alterado. Entonces tomó a Castiel por un brazo y le dijo con suavidad.

-Ven, Cas, vamos a limpiar esa herida, hasta que se sane.- Dean lo miró asombrado, Sam sabía que a su hermano no le había gustado que él lo interrumpiera así. Pero Castiel se veía bastante triste, y él entendía por qué no quería involucrarlos, aunque no estuviera de acuerdo, sabía que había otras formas de convencerlo sin tener que alterarse cómo lo hacía Dean.

Y ahora estaban los tres en silencio en la enfermería del búnker, Sam preparando las vendas y Dean sentado frente a Castiel, solo lo miraba algo ofendido. Sam dio media vuelta y vio la escena. Su hermano si que no servía para esto a veces. Él podía ver que la preocupación de Dean por Castiel no era muy común, pero también sabía que era el único que podía convencerlo de que se quedara, así que los dejaría solos.

Se acercó a ellos con los elementos, y le dejó la bandeja a Dean. Dean levantó la vista asombrado.

-Ten, hazlo bien y despacio.-lo miró Sam, Dean entendió el mensaje porque su hermano menor estaba poniendo esa cara de doble discurso. Así que carraspeó algo incómodo, y tomó la bandeja.

-Sí, si, ya entendí.-le respondió algo fastidiado. A veces Sam parecía el mayor.

Sam asintió en silencio, y se retiró, confiando en que su hermano había entendido el mensaje.

Dean se puso de pie y caminó unos pasos hasta estar a solo unos centímetros del ángel, lo miró desde su altura, Castiel elevó el rostro hacia él, aún se lo veía muy molesto.

-A ver, muéstrame la herida.-pidió Dean, y su voz no sonó para nada dulce. Castiel agachó nuevamente la cabeza y dijo:

-Realmente no hace falta esto, en unas horas estaré completamente curado.- entonces oyó como el cazador resopló fastidiado, y lo vio arrodillarse ante él, en verdad estaban muy cerca uno del otro.

-Muéstrame.- le ordenó otra vez, sin mirarlo. Castiel pestañeó asombrado por la actitud de Dean, y descubrió su herida lentamente. El corte había roto el costado de su camisa, y ahora Dean tenía una vista del costado de su torso. Podían verse parte de sus músculos, solo una porción de lo que debía ser un abdomen exquisito. Dean se dio cuenta que estaba mudo, hipnotizado con esa pequeña ventana de camisa que dejaba al descubierto solo una parte del bien formado cuerpo de su amigo. Diablos, se odiaba por estar pensando eso en una situación como esta. Se aclaró la garganta y preparó el algodón para limpiarlo.:-A veces…-dijo casi en un hilo de voz, Castiel frunció el cejo:-A veces debes dejar que otros cuiden de ti también.-pudo decirle el cazador, sintiendo como sus mejillas se incendiaban. No quería mirar a su amigo a los ojos, porque sabía que ese sería a su fin.

-No estés enfadado conmigo. Sabes que no puedo quedarme… -le dijo el ángel, y Dean sintió que su pecho le dolía terriblemente, apretó los labios con impotencia. Dejó el algodón a un lado y tomó las vendas.

-¿Por qué quieres hacer esto solo?-le preguntó. Castiel suspiró y elevó sus ojos al techo.

-Es mejor así.-respondió resignado. Dean comenzó a cortar las vendas.
-No, no lo es. Sam y yo somos tu familia. Y podemos ayudarte. Tú mismo dijiste que te sentías en casa aquí, con nosotros.- había cierto temblor en la voz del cazador, Castiel lo notó, pero no entendía el por qué.
-Sí, y es verdad.-le afirmó el ángel, algo confundido. Dean colocó una venda en la herida de Castiel con suavidad y usó la cinta.

-Entonces déjanos ayudarte.-dijo, mientras pegaba lentamente la cinta en la suave piel de Castiel. Allí dejó sus dedos, rozando su abdomen, solo un poco, sintiendo la tibieza de Castiel, y su deseo por tocarlo aún más. No podía, no podía dejar que el hermoso serafín en frente de él se alejara nuevamente. Sabía que cada segundo sin Castiel sería imposible, sin sacar su mano de él, subió su rostro, y pudo ver qué Cas lo estaba observando, confundido y asombrado al mismo tiempo, y Dios … se veía tan hermoso. Sus caras solo estaban a centímetros de distancia, los dos podían sentir la respiración del otro, el calor de Castiel era embriagante, entonces sintió que sus labios se movieron otra vez como hechizados:-Quédate.- le pidió, y realmente sonó a súplica. Castiel abrió sus ojos y Dean pudo ver cómo el ángel lo miró distinto a todas las veces. Esto hizo que su corazón se acelera, podía jurar que las mejillas de Cas se habían ruborizado.

-Está bien.-respondió Castiel, sin que un músculo de su cara se moviera. Dean sintió que ahora los dedos que rozaban la piel tan apetecible de Cas ardían.

Sam entró para ver cómo iba todo, y pudo ver cómo su hermano se puso de pie de un golpe, tirando la bandeja en el arrebato.

-¿Está todo bien?- preguntó, mirando confundido a Dean.  Dean hizo un gesto con la mano como respuesta, pero ninguna palabra acudió a su boca.

-Dean me ha hecho ver que… puedo contar contigo y con él para resolver lo de Ismael y… yo he decidido quedarme aquí, con ustedes.-dijo Castiel, poniéndose de pie. Sam sonrió ampliamente.

-Eso es fantástico Cas.-dijo, mirando de reojo a su hermano, que seguía en la misma situación en que lo había encontrado al entrar. Cómo una piedra. Sam frunció el cejo, ¿Qué rayos le pasaba a su hermano? ¿A caso no debía estar feliz por haber convencido a Cas de quedarse? Realmente comenzaba a molestarle no entender todo aquello.

-Creo que… debo contarles la historia de Ismael…-dijo Castiel. Sus ropas estaban ya limpias y arregladas. Sam pestañeó con asombro. Sí que el serafín no gastaría jamás dinero en una lavandería.

-Sí, claro. Vamos a la biblioteca.-dijo Sam, caminando hacia la puerta, allí como resguardando el marco de la salida estaba Dean, aguardando que todos salieran. Primero fue Sam y luego… sintiendo que Castiel se aproximaba, agachó el rostro, el ángel pasó muy lentamente, y segundos antes de salir, se miraron. El corazón del cazador parecía salírsele del pecho, su boca seca, observando los ojos y los labios de su mejor amigo. Esto no podía ser confusión. Esto debía ser…
Castiel vio como Dean desvió la mirada, pudo sentir cierta incomodidad. Quizás algo lo había molestado, el ángel no entendió por qué… ¿Quizás el espacio personal? Si… probablemente era eso. Entonces decidió dar dos pasos hacia atrás, lejos de Dean, e indicándole con la mano, le pidió, ante el asombro del cazador, que él saliera.

-Tú primero, Dean.- Dean pestañeó confundido. Pero como viera que su amigo insistiera, salió primero. Caminó lentamente sintiendo los pasos de Castiel detrás de él. Su cabeza no entendía nada de todo aquello… quizás… quizás estaba poniendo incómodo al ángel con todos esos acercamientos y rodeos…. Oh Dios, no…. Se odiaría tanto si todas esas cosas extrañas que estaba haciendo como tocarlo pero sin tocarlo, estaban haciendo que su amigo se sintiera incómodo. Cerró los ojos con vergüenza, y decidió controlar sus impulsos de ahora en más. Ahora su estómago le dolía más que nunca, pero debía concentrarse en el caso. Y dejarse de esas tonterías.

-Ismael y yo pertenecemos a una élite de siete comandantes.- comenzó a contar Castiel. Los tres estaban sentados alrededor de la mesa de la biblioteca.:-Esto fue antes de que Lucifer cayera… en el principio de la creación… Dios debía encerrar a su hermana la Oscuridad para crear…-
-Un segundo…-lo cortó Dean con su rostro lleno de confusión.:-¿Dios tiene una hermana?-preguntó luego arqueando las cejas. Castiel asintió.

-Sí… tuvimos que encerrarla…-recordó Castiel, con melancolía en su voz:- Dios usó parte de nuestra gracia, es decir de los siete comandantes. Nosotros sellamos la puerta, al hacerlo perdimos mucho poder, y parte de nuestra memoria de los hechos. Pero algo sucedió… tuvimos un traidor…-

-Ismael.-dijo Sam, casi seguro. Castiel suspiró.

-Ismael era nuestro líder, pero amaba a la Oscuridad- El ángel mordió su labio inferior al recordar esto. Luego siguió:- Él era la mano derecha de Lucifer, y el más fuerte de los siete. Así que decidió traicionarnos, pero pudimos descubrirlo, yo lideré al grupo, y lo vencimos. Lo encerramos en la prisión del Cielo, en su parte más profunda.-

-¿Entonces por qué está ahora haciendo de las suyas en nuestro mundo?-quiso saber Dean, algo molesto por tener otro loco y poderoso ángel suelto por ahí, pero al mismo tiempo estaba algo asombrado y algo excitado al  imaginarse a Castiel, tan fuerte, liderando un ejército para vencer al bastardo. Se movió algo incómodo en la silla, y por instinto miró de reojo a su hermano, no sabía por qué se sentía perseguido, quizás porque Sam era tan inteligente y solía dar en el clavo solo observando los detalles. Sí él seguía dando síntomas de lo que sentía, sería cuestión de tiempo para Sammy darse cuenta de lo que le pasaba con Cas. Rayos, tenía que dejar de pensar en eso, pero no podía, la vergüenza de imaginarse tan solo el escenario en el que su hermano podría llegar a confrontarlo, hacía que no quisiera estar allí. Nuevamente tuvo que hacer un esfuerzo por concentrarse en el relator y no dejar que sus fantasías asaltaran la mente, aunque observar al extremadamente atractivo interlocutor allí frente a él no ayudaba.

-Naomi lo liberó para que ayude a restaurar el cielo.- La sola mención de esto, le recordaba que él había sido el responsable, bajó la mirada sintiéndose avergonzado, pero sabía que debía continuar con el relato:-Pensó que si usaba su técnica de lavado de cerebro podría dominarlo, como intentó hacer conmigo, pero parece no funcionar en nosotros. Si bien somos solo serafines, creo que Dios nos dio alguna clase de inmunidad a ciertas técnicas de manipulación angelical. No lo sé muy bien, esa parte de la información se perdió cuando encerramos a la Oscuridad.- intentó recordar Castiel, frunciendo el cejo.

-Entonces Ismael escapó y está juntando adeptos… ¿Qué crees que quiera?-preguntó Sam, Castiel apretó los labios, y juntó sus manos sobre la mesa.

-Liberar a Amara, la Oscuridad, por supuesto.-respondió Castiel.

-Bien, pues entonces, sencillo.-aplaudió Dean con una sonrisa.:-Solo debemos juntar a los otros comandantes y…-

-Todos han muerto.- anunció el ángel, y tras esto hubo un breve silencio.

-¿Ismael los mató?-preguntó Sam.

-Solo a tres, el resto murió en la guerra que hubo contra Rafael, bajo mi mando.-informó Castiel. Dean se preocupó ahora, y poniéndose de pie caminó hacia Cas.

-¿Tú y él son los únicos que quedan?-preguntó, por lo bajo, Sam inspiró hondo, la situación era más complicada de lo que creía.

-Cada vez que un comandante muere, su energía se divide entre los sobrevivientes. Solo que al estar sellados, no se manifiesta.-explicó Cas, mirando ahora a Dean: -Seguramente está intentando romper el sello, para obtener todo el poder necesario y así liberar a Amara.-

-Así que debería matarte a ti, porque eres el último además de él.-pensó en voz alta Sam, Castiel asintió. Y nuevamente el silencio. En ese momento el pecho de Dean comenzó a doler, eran como puntadas que se clavaban en su corazón. No podía ver a Cas así, preocupado, casi derrotado. Sabía que se sentía culpable… porque esos idiotas de los Ángeles  habían decidido liberar a este monstruo después de la masacre que Castiel había ocasionado. El podía sentir el dolor de su amigo cavando muy dentro. Y solo podía rogar que eso no lo llevara a tomar alguna decisión estúpida.

-Bien… no importa porque eso nunca sucederá.-decidió decir Dean mirando fijamente esos ojos azules. Castiel lo miró, el cazador quería que sepa que él jamás dejaría que eso suceda. Los ojos del ángel estaban penetrando tan profundo su alma, que tuvo que tragar el propio corazón que había subido a su garganta. Luego Castiel le sonrió… ¿Su mensaje le había llegado? ¿Sabía Castiel lo que estaba pensando Dean? El mayor de los Winchester se paralizó, y su mirada recorrían ahora cada milímetro de aquellos labios, de aquella hermosa sonrisa. Y ahí se quedó varios segundos.

Sam los observaba, con el cejo fruncido. Definitivamente algo estaba sucediendo allí. Estaba ahora más que seguro de que algo había pasado en el Purgatorio para que estos dos ahora estén así de raros… más que nada su hermano… podía jurar que ya había visto esa cara antes en Dean… si… era como cuando su hermano se quedaba mirando un delicioso pie o… una hamburguesa… o ambas cosas más una cerveza. Sam sacudió la cabeza, quizás era solo su imaginación, y quizás Dean estaba realmente preocupado por Castiel, con esa preocupación extraña y casi obsesiva que había demostrado tener por el ángel desde que regresó del Purgatorio. Pero… entonces se dio cuenta que Dean estaba como hipnotizado con la sonrisa de Cas… eso… ¿Eso era preocupación o…? Decidió carraspear un poco, el ambiente se sentía extraño. Al instante llamó la atención de Cas, también vio como Dean lo miró algo incómodo.

-¿Cómo se logra romper el sello?-preguntó el cazador más joven. Cas continuó con su relato:

-Hay un hechizo… y un mapa para encontrar el hechizo… y el mapa fue partido en dos…-Castiel se puso de pie y caminó hacia Sam.:-Un trozo se perdió, Dios se lo había entregado a Lucifer. El otro estaba en el Cielo. Ismael lo robó el día que fue liberado y huyó.-

-Bueno, empezamos con desventaja…-dijo por lo bajo Dean.

-Yo creo que debe estar tratando de averiguar dónde está la otra mitad… le va a llevar tiempo.-habló Castiel:
-Mientras tanto seguramente intentará matarme.-y con estas palabras otra vez el dolor tenebrante invadió el pecho de Dean.

-Bien… yo diría que descansemos. Hoy ha sido un día largo. Mañana a  primera hora comenzamos a buscar.- dijo Sam.

-Y yo sé exactamente por dónde empezar…-sonrió Dean, Sam lo miró.
-Crowley.-le dijo, cómo leyendo los pensamientos de su hermano.

-Así es. Ya tenemos un plan entonces. A bañarnos, dormir un par de horas, y a llamar al desgraciado.-dijo restregándose las manos, pero luego se escuchó como su estómago hiciera un ruido bastante fuerte, entonces elevando el dedo índice dijo:-Pero primero comemos algo.- y sonriendo algo apenado, se dirigió a la cocina.

Dean entró a la ducha, el agua se sentía deliciosa, todo aquel día había sido una locura. Comenzando por sus aventuras en el bar. Estaba seguro que solucionarían lo del tipo este que quería matar a Castiel. A veces es increíble pensar que Cas tenía tantas centurias de edad, y que había muchas cosas de su historia que él no conocía. Tan solo imaginarlo como un guerrero fuerte, luchando batallas épicas, liderando ejércitos… era algo que su mente no llegaba a entender del todo, pero no por ello era menos intrigante y excitante. Diablos… ahí estaba otra vez esa sensación peligrosa… casi prohibida… ahí estaba otra vez su mente viajando a ese lugar obscuro que se había prometido a sí mismo no imaginar… el límite… un límite que ya estaba borroso… tocar su piel mientras lo curaba hoy había sido demasiado ya para sus sentidos… si… Castiel era suave… tibio… fuerte… firme… se mordió el labio inferior instintivamente, y pudo sentir como su miembro despertaba. “No… no… bastardo, no te atrevas…” debía tratar de no pensar en Castiel, proeza que cada vez le era más imposible de lograr.

-Hijo de perra… maldito seas…-murmuró bajo la ducha, de pronto la imagen de Castiel con las ropas desgarradas y aquella mirada de guerra en los ojos asaltó su mente… sí… Castiel era fuerte… poderoso… había logrado vencer a diez él solo… sus ojos se cerraron con fuerza, y su mano se aventuró tímida hasta tocar su miembro, dejó soltar un pequeño jadeo, ¿Cómo sería sentir la mano de Castiel allí? ¿Tocando su intimidad? ¿Esos dedos largo y hermosos… como todo en él… tocándole? ¿Lo haría mirándolo a los ojos? ¿Con ferviente lujuria? Oh sí… él parecía ser de esos… oh quizás se dejaría guiar… ya que sería su primera vez… oh sí… su primera vez tocando de esa forma a alguien… tocándolo a él. Su pene se sintió aún más rígido, sabía que ya no había punto de retorno… las manos de Cas, la boca de Cas, su cuerpo… su torso… su cuello… sus ojos… su… y tuvo que cruzar el límite… y se odió porque era la primera vez que imaginaba el sexo de otro hombre… pero lo deseaba, realmente lo deseaba tanto como nunca había deseado a nadie. Su mano comenzó a moverse con desesperación, arriba y abajo, arriba y abajo, esto sería rápido, porque ahora estaba imaginando algo demasiado sucio para pedirle a un ángel tan puro… sus labios…su lengua allí donde él estaba tocando, sobre todo su miembro, adentro, afuera, adentro y afuera. Y ya no pudo más… se vino como nunca antes se había venido tocándose a sí mismo. Esto había sido demasiado…quedó parado bajo la ducha observándose a sí mismo, con la respiración agitada y el cuerpo tembloroso, odiándose. Ya no habían más límites, ya los había cruzado todos. ¿Cómo haría a partir de ahora para estar junto a Castiel luego de esto? ¿A caso podía ser más idiota? ¿A dónde quería llegar con todo esto? Castiel era su mejor amigo, no podía arruinar algo así… pero él ya nada podía hacer… jamás le había sucedido algo así. Jamás se había sentido así. Tan bien, y tan mal al mismo tiempo.
Golpeó su frente contra el frío mármol de la pared de la ducha y miró su mano como lentamente se deshacía de su semen con el correr del agua sobre ella.

-Estoy demente…-murmuró luego, con una sonrisa incrédula que duró solo un segundo.

Castiel se sentó en la mesa de la cocina sosteniendo una taza de café, sus heridas ya se habían curado y decidió leer algunos libros de allí quizás encontraría alguna pista de dónde podría hallarse la segunda mitad del mapa. Los hombres de letras tenían una colección interesante de datos. Sus hermanos deberían darle más crédito a los humanos. Realmente eran invaluables. Cómo Dean mirándolo de esa forma, cómo queriéndole  decir que el no dejaría que nadie le hiciera daño. Castiel sonrió al recordar eso. Este joven cazador realmente no dejaba de sorprenderlo, aún sabiendo lo fuerte que era él, seguía fiel a su instinto protector, a su lealtad. Otra vez esa sensación tibia se apoderaba de su recipiente. Estar tanto tiempo entre los humanos realmente lo estaba afectando, o mejor dicho, estar tanto tiempo cerca de Dean. A veces podía jurar que hasta era intoxicante, su cercanía, su mirada, sus palabras. Aunque muchas de las alegorías que hacía Dean él no llegaba a comprender, le resultaban intrigantes. Amaba estar en la tierra, amaba estar con los Winchester, y amaba estar con Dean. Pestañeó algo confundido ante la sensación que este pensamiento le ocasionaba, tomó un sorbo de aquél café con sabor a moléculas, e inspiró hondo. En todos sus miles de años, jamás había sentido lo que sentía por el joven cazador. Sin saber que nombre darle a ese sentimiento, decidió guardarlo nuevamente muy adentro, y se concentró en los libros frente a él.

Dean terminó de bañarse y bajó a tomar una cerveza, y allí estaba él otra vez, claro, los ángeles no duermen. Su corazón se paralizó al instante, y su boca se secó. Castiel notó su presencia:

-Oh, Dean… deberías estar durmiendo.-observó el serafín, ladeando su cabeza algo confundido. Dean tragó con dificultad, y sonrió algo raro, pudo notar.

-Sí, bueno… una cerveza antes de dormir y…- Castiel se puso de pie para lavar la taza.

-Oh, bien, te ofrecería café pero… tendría el efecto contrario al que buscas, me temo.-Dean volvió a sonreír incómodo, abrió la heladera y tomó una cerveza, sin quitarle los ojos al ángel, sus movimientos eran muy agraciados, parecía que no encajaba allí. Lo vio caminar hacia la mesa, apoyándose contra ella tomando uno de los libros, estaba diciendo algo, pero Dean estaba como encantado, tuvo que sacudir la cabeza para volver a la realidad, entonces pudo oír que Cas estaba halagando a los hombres de letras. Tomó un sorbo de la cerveza y sus ojos se posaron ahora sobre una de las manos de Castiel, apoyada sobre la mesa, esos dedos con los que pecaminosamente había fantaseado solo apenas unos minutos antes. Dean miró para la puerta, instintivamente tratando de ver que no hubieran moros en la costa, y se acercó a Castiel como un maldito depredador. Sabía que iba a arrepentirse de esto, pero ya nada le importaba. El ángel continuaba hablando, ahora le parecía que era a cerca de datos recolectados o algo así, Dean se apoyó contra la mesa, junto a él. Y su mano tan cerca de la mano de Cas, que podía sentir su calor. En la otra mano sostenía la cerveza, que de vez en cuando viajaba a su boca. No lo estaba mirando, era demasiado fuerte todo lo que le sucedía en ese momento, y Castiel seguía hablando, ahora algo a cerca de que los ángeles no daban mucho crédito a las personas. Y eso sí era cierto. Entonces Dean se animó, y con su dedo meñique rozó el meñique del ángel. Castiel apartó la mano instintivamente y se corrió solo unos centímetros de Dean.

-Oh… disculpa… no me di cuenta… espacio personal.-le dijo, mirándolo como si se hubiera aprendido bien la lección. Entonces Dean lo comprendió, comprendió por qué Castiel lo dejó pasar en la puerta. Él y sus malditas lecciones humanas. Sonrió porque todo aquello le pareció lo más tierno que había visto. Castiel no comprendió su reacción. -¿Por qué te ríes? ¿Dije algo gracioso?-

Dean dejó su cerveza a un costado.

-No, amigo, para nada. Descuida. Solo tomaré uno de estos libros…-dijo colocándose en frente de él, estirando su brazo casi rozando el brazo del ángel. Su cuerpo se acercó lentamente hasta que ya casi no había espacio entre los dos. Sucedió tan rápido, que Castiel no tuvo tiempo a reaccionar. Dean colocó la otra mano junto a la del ángel, tomó el libro tan lentamente como pudo, y luego lo miró de frente, estaban tan cerca que podían sentir como respiraba el otro. Castiel estaba paralizado, no entendía por qué Dean estaba haciendo eso.

-De… debí correrme…-le dijo, y por primera vez se sintió atrapado por esos dos verdes ojos del cazador.

Dean se estaba maldiciendo a sí mismo, ¿Pero qué podía hacer ya? Todo era culpa de Castiel por estar allí, por ser tan hermoso e irresistible, y por ser tan increíblemente inocente. ¿Cómo un ser tan poderoso y antiguo podía ser tan puro? Diablos, de seguro lo estaba confundiendo con todo aquello, ¿Qué explicación le daría? No había ninguna, solo era él tratando de sentir el calor del ángel. Sus ojos se posaron ahora en aquellos labios, que no daría por tomarlo allí mismo sobre la mesa y besarlo hasta más no poder… pero no. Dean cerró los ojos con impotencia, y se alejó de Castiel, levantando el libro en el aire, le dijo saliendo de allí.

-Lo leeré en el cuarto. Hasta mañana Cas.-

-Bu…buenas noches, Dean.-lo saludó Castiel, aún sin moverse de su posición.

¿Qué no podía comprender a veces lo que Dean decía? Pues a eso debía sumarle que no podía comprender ahora las cosas que Dean hacía… ya lo de la corbata había sido extraño… y esto… esto había sido… ¿Cuál era la palabra? Su cuerpo se sentía raro y su cabeza no coordinaba las ideas… y eso que latía tan fuerte, era su corazón… estas emociones humanas… tenían que ser prohibidas para un ángel, ya que se sentía demasiado bien.


Unexpectedly You (Inesperadamente Tú) DCBB 2019 8/8 Completa!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora