6-Bonnie y Clyde

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Castiel había estado como enfermo desde que dejaron el bar de Shawna. Ese desgraciado de Ismael le había hecho algo con aquella poca gracia de Arcángel. Se lo veía pálido y mareado, Dean no sabía que estaba sucediendo. Sam era rehén de esos ángeles desquiciados y ahora Cas estaba así.

-Cas, Cas, amigo… háblame.- le pidió Dean, acomodándolo en el asiento delantero del Impala.

Cas tosió, se lo veía aturdido, pero aún así pudo mirarlo a los ojos:

-No te preocupes por Sam… Aruiel va a cuidar de él… ella me es leal…- Dean sacudió la cabeza. Castiel estaba tratando de tranquilizarlo por lo de Sam? Aún sintiéndose como se sentía, el ángel no paraba de preocuparse por ellos, de cuidarlos. No sabía si alegrarse o golpearlo. Pero realmente era un alivio para el cazador saber que su hermano menor estaba en buenas manos.

-Si te es leal, ¿por qué está con este sujeto?- preguntó Dean, cuando vio que gotas de sudor aparecían en la frente de su amigo. Entonces buscó un pañuelo en su bolsillo y lo secó con suavidad. Castiel lo miró algo asombrado, pero el malestar que sentía fue mayor que todo asombro, tuvo que dejar escapar un leve quejido. Dean abrió los ojos al oírlo, jamás había visto a Cas así.

-Ella se infiltró… cuando se colocó junto a Sam me miró a los ojos, y lo supe. Cuando trabajas mucho tiempo con alguien, a veces no hacen falta las palabras. Ella es una excelente soldado. Estoy seguro que se infiltró para ver la manera de destruir a Ismael. Fue mi teniente muchas centurias… seguro no estuvo de acuerdo con la inacción del Cielo a cerca de este asunto.- explicó el ángel, y volvió a toser. Dean colocó una mano en la mejilla de Castiel para observarlo mejor.

-No te ves nada bien, dime qué debo hacer y lo haré…- pidió Dean, y casi sonó a súplica. El ángel le sonrió.

-Solo debo descansar, no te preocupes.- Dean apretó los labios, y miró hacia ambos lados de la carretera, ellos seguían estacionados allí.

-Este no es un buen lugar para recuperarse…- murmuró el cazador, cuando oyó a su amigo toser otra vez. Se agachó para volver a examinarlo. Estaba sudando aún más.

-Creo que estoy algo deshidratado.-dijo Castiel en un hilo de voz. Dean frunció el cejo y buscó en seguida una botella de agua, se la ofreció y mientras bebía lo seguía observando preocupado.

-Te llevaré a un motel. Allí pararemos hasta que te recuperes. Podrás ducharte… cuando estés mejor iremos a buscar el hechizo.-decidió Dean, quiso ponerse de pie pero Castiel lo detuvo tocando su antebrazo.

-Espera, Dean… debemos ir a ese lugar… primero debemos buscar el hechizo…-

-No. Para nada. Y menos contigo así. Te necesito en buen estado para esto. No quiero que me maten antes de rescatar a Sam y de salvar el mundo.- los dos se miraron por largos segundos, Castiel continuaba respirando con dificultad, así que al fin asintió en silencio. -Bien. Vámonos entonces.-

Sam no sabía dónde estaba. Era una especie de calabozo antiguo, quizás en alguna especie de cárcel abandonada. El lugar era frío y húmedo. El podía sentirlo en sus huesos. Cada tanto se acercaba a las rejas como león enjaulado para ver la posibilidad de salir de allí. ¿Hacia cuanto estaba allí? ¿Tres? ¿Cuatro horas?

-No hay forma de salir. Tiene un hechizo en enoquiano.- Sam se sobresaltó al oír una voz femenina extraña, se alejó instintivamente de las rejas y la vio. Era Aruiel. La chica frunció el cejo, mirándolo fijamente. Sam se irguió en su lugar.-No sé qué les ve Castiel a ti y a tu hermano.- Sam resopló, seguramente vendría otro discurso despectivo hacia la raza humana.

La chica caminó un poco más y colocó su mano sobre la cerradura, murmurando palabras en enoquiano por lo bajo, ante el asombro de Sam.

-¿Qué haces?- se asustó el cazador, pues creyó que tal vez Ismael no deseaba cumplir con su parte del trato. Ella clavó sus ojos color miel en los verdes de Sam. Su mirada era tan intensa que obligó al joven cazador a tragar con dificultad.

-Voy a sacarte de aquí. Debemos encontrar a Castiel y a tu hermano.- dijo la muchacha, Sam pestañeó confundido, al tiempo en que la puerta se abría. Como aún permaneciera petrificado en su lugar, la chica lo apuró: -¿Vienes o te quedas, humano?- Sam abrió los ojos con asombro, pero no pudo articular palabra, salió de allí y al pasar junto a ella, le espetó algo ofendido.

-Mi nombre es Sam.-

Ella resopló con fastidio, y tomando el liderazgo de la huida, le dijo:

-Pues sígueme si quieres vivir, humano Sam.- 

Aruiel nunca notó que Sam la miró con ojos asesinos.

Dean estacionó el Impala frente a un motel junto a la ruta. Las habitaciones daban al estacionamiento, y estaba bastante concurrido.

Entró en la recepción, atendida por una señora con demasiado maquillaje y vestida como si estuvieran en los ochentas. Dean se aclaró la garganta para llamar su atención, ya que la mujer estaba atenta a su televisión mirando una especie de novela latina. Ella volteó a verlo, y él le ofreció una sonrisa.

-Necesito una habitación doble.- dijo, y ella buscó la llave y se la entregó.

Luego llegó al auto y ayudó a Cas a bajar, pero el ángel no se sentía muy a gusto siendo una molestia para otros.

-Espera… yo puedo solo.- se quejó Castiel, Dean lo miró sospechando de esas palabras.

-De ningún modo, pareces gelatina, y una a punto de derretirse.- le dijo él, tomándolo del brazo.-Vamos, la habitación no está tan lejos.-

Cas se sentía muy apenado, pasó de ser un ser poderoso sin depender de nadie a un triste manojo de nada.

-Perdóname, Dean… por todo esto…-le dijo por lo bajo, Dean se sintió algo incómodo por estas palabras. ¿A caso se estaba disculpando por algo que el no podía manejar? No era la culpa de Cas, si no de ese pomposo hijo de perra de Ismael.

-No tienes que disculparte Cas,¿ qué rayos te pasa?- Cas sonrió tímidamente.

-Estoy siendo una molestia para ti. – Dean resopló fastidiado.

-Si vuelves a mencionar algo como esto, te dejo tirado en la acera.-le espetó, al instante, mientras caminaban hacia la habitación tuvo que soportar las curiosas miradas de los presentes en aquel lugar, se ve que no era muy común ver a un hombre casi arrojado a los brazos del otro.
Por fin entraron en la habitación y Dean lo sentó en la cama, y comenzó a sacarle los zapatos. Castiel lo observaba con detenimiento. Había un silencio extraño. Pero no dijo nada. Cuando terminó con sus zapatos y  medias, Dean fue por la corbata de Cas, se detuvo por unos segundos al ver aquel rincón del cuello de Cas que el tanto deseaba… se lamió los labios algo indeciso, su corazón comenzó a latir con fuerza. Castiel lo miraba, pero el cazador no se animaba a verlo a los ojos. Si lo hacía, sabía que no podría continuar sin cometer un error. Así que tragó con algo de dificultad, y desanudó la corbata del ángel… ¿Cuántas veces había pensado, imaginado, este momento? Desatar su corbata, desabrochar su camisa… y se odiaba a sí mismo por estar sintiendo todo eso. Era evidente para él ahora que lo amaba. Amaba a Castiel con locura. Podría vivir mil veces la vida de atrás hacia adelante y siempre sería lo mismo. Lo amaría igual. Lo desearía igual. Y estaría condenado por ello. Condenado a amarlo en silencio. A desearlo en silencio. Porque Cas siempre sería Cas. Su amigo. Su  compañero nerd que no entendía sus chistes. Su amigo fiel. Solo eso. Solo amigos.

-Dean…- la voz de Cas llamándolo lo despertó de sus pensamientos. Entonces tuvo que mirarlo a los ojos. Sus rostros estaban muy cerca, y la belleza de Castiel era embriagante. Su corazón se aceleró más, y su respiración era ahora casi jadeante. ¿Por qué? ¿Por qué Castiel tenía que ser tan exquisito? -Yo puedo hacerlo solo.-le dijo el ángel, agachando la mirada, algo turbado. Dean se sintió un idiota. Sonrió algo incómodo y poniéndose de pie, trató de formular alguna excusa para salir de allí.
-Claro, Cas… te prepararé la ducha.- dijo por lo bajo, su voz sonó algo triste. Inmediatamente entró al baño y cerró la puerta. Castiel pudo oír como el ruido del agua de la ducha comenzaba a correr.

El ángel no entendía esa extraña sensación dentro de él. Mezcla de tristeza y vergüenza. Pero había notado que Dean estaba incómodo ayudándolo… entonces no comprendía por qué el cazador había continuado con aquello. Por qué lo ayudaba cuando realmente no quería… o al menos eso pudo observar Castiel. La duda… la incomodidad… quizás ahora él podía llegar a dilucidar sus propios sentimientos… viendo que Dean estaba actuando extraño hacia él… lo hacía sentir inseguro. Triste. Él no quería causar eso en su amigo.

Dean probó el agua, estaba en la temperatura exacta. Su pecho dolía con un dolor físico que el ya había aprendido a soportar desde que volvió a reencontrarse con Cas después del Purgatorio. Él no quería, no quería que Cas se sintiera incómodo por sus fallidos intentos de controlar sus sentimientos. ¿Pero qué podía el hacer? Evitarlo había sido un completo fracaso. Quizás si dijera lo que le pasaba… no, eso sería muy arriesgado… quizás… mentir… seguir mintiendo y decirle que todo eso era porque se preocupaba por él… como amigo.

Dean salió del baño, Castiel sostenía una toalla, aún llevaba puesto su pantalón y la camisa desabotonada. Lo miró triste, Dean sintió que su corazón se encogía.

-Ya está lista el agua.-anunció el cazador.- pediré algo de comer mientras te bañas…-terminó luego, bajando la mirada. Cas comenzó a caminar hacia él, y colocando su mano sobre el hombro izquierdo de Dean, aquél hombro que el cazador siempre sintió le pertenecía a su ángel… no solo el hombro, sino su alma y su todo, Cas le dijo:

-Gracias por todo Dean, lamento incomodarte…-y sin más entró al baño.

Dean estaba paralizado. ¿Qué había sido todo eso? ¿Por qué Castiel pensaba que lo incomodaba? Necesitaba un minuto para pensar esto. Rayos… su corazón latía a mil y su cabeza no llegaba a ninguna conclusión. Se sentó en la cama mirando un punto fijo en el piso. Como si allí pudiera encontrar alguna respuesta. Castiel pensaba que lo incomodaba… y él estaba pensando que sus actitudes, sus roses, sus miradas…ponían a su amigo incómodo… ¿Qué era todo ese embrollo? Pestañeó y no entendió por qué una sonrisa ingenua se dibujó indiscreta en sus labios. Luego tosió para borrarla. No debía permitirse siquiera una luz de esperanza además… quizás eso no significaba nada. Aunque… Castiel no decía las cosas por qué si.

Sacudió su cabeza y tomó el teléfono para ordenar algo de comer. En el estado en que se encontraba Cas, seguramente necesitaría alimentarse.

Aruiel continuaba guiando a Sam a través de lo que parecía ser una especie de laberinto en una cárcel.

-¿Dónde estamos?- preguntó el joven cazador. Habían estado callados todo aquel tiempo.

-Es una prisión en Marruecos… pero está modificada por hechizos enochianos.-

-Por eso no puedes sacarme volando.-analizó Sam, la joven se detuvo de pronto y giró sobre sus talones para mirarlo. Sam se sobresaltó por la repentina actitud, y apretó los labios.
Aruiel lo observó por unos segundos, hasta que por fin sonrió:

-No eres tan tonto como pensé.- entonces volvió a retomar el camino, Sam estaba poniendo esa cara otra vez.: - Ismael no es ningún improvisado. Esto no solo es para liberar a la Oscuridad, también busca vengarse de Castiel.-

-¿Por qué me ayudas?-preguntó entonces Sam.

-No te estoy ayudando a ti. Sino a Castiel. Aún hay ángeles que le somos fieles. Solo que el resto están encerrados en el cielo o escondidos debajo de alguna mesa celestial. Demasiado arriesgado embarrarse las manos o morir por una causa noble. Naomi los tiene controlados. No son más que un manojo de cobardes.-contó la muchacha.

-Así que te infiltraste con el grupo de ángeles que siguen a Ismael.-

-Exacto. Sabía que Castiel lo encontraría tarde o temprano. Aunque está vez fue al revés. Allí está la salida.- señaló Aruiel, pero un grupo de seis ángeles aparecieron por los costados para bloquearles la puerta. La joven empuñó su espada.:-Quédate detrás de mí.- le ordenó a Sam.

Dean salió de la ducha luego de comer. Había estado pensando en lo silencioso que fue todo. Casi tuvo que obligarlo a comer. Seguía diciendo que los ángeles no lo necesitan. Pero Ismael le había hecho algo que bloqueaba todas sus cualidades angelicales, así que… podía decirse que estaba más humano que ángel… por lo tanto debía beber agua y comer. Y descansar. Luego de hacerlo razonar, Castiel lo había obedecido. Comió, bebió y hasta se recostó.

Y aún seguía en la misma posición cuando Dean salió del baño. Castiel dormía. Dean no pudo evitar sonreír al verlo. Se acercó lentamente para no despertarlo. Era una hermosa visión. Se sentó junto a él. Su cuerpo se movía casi en forma automática. Nadie, nada lo estaba deteniendo. Su mano se movió hasta llegar a correr con infame atrevimiento aquél rulo de su frente. Tan rebelde como su portador.

-No me incomodas, Cas…- susurró por lo bajo, su sonrisa permanecía en sus labios. Sus dedos se animaron ahora a acariciar la mejilla del ángel con una ternura que ni el sabía era capaz: -Es que no puedo manejar lo que me haces sentir… jamás… jamás sentí esto por nadie… y me asusta. Espero pueda decírtelo algún día… pero eres demasiado importante para mí. No quiero echar a perder nada. – terminó por decir Dean, luego se puso de pie lentamente y se acostó, tratando de hacer el menor ruido posible. Ni bien hubo cerrado sus ojos, Castiel abrió los suyos, confundido y asombrado… intentando procesar toda aquella confesión del cazador.


-Entréganos al prisionero, Aruiel.- dijo uno de los ángeles, que caminaban amenazantes hacia Sam y Aruiel.

-No lo haré. Así que supongo tendremos que pelear por él.-insinuó la joven, con sonrisa socarrona. Todos los ángeles empuñaron sus espadas, y Aruiel no se quedó atrás. Se abalanzaron sobre la muchacha, uno por uno, ella peleaba con gran valía y rapidez en sus movimientos. Sam estaba asombrado. Pero de pronto vio como uno deseaba atacarla por la espalda, así que se lanzó hacia él sin pensarlo, tomándolo del cuello, el ángel luchó hasta arrojarlo un costado, pero ya era tarde Sam le había robado la espada. Entonces al darse cuenta de ello el ángel se lanzó sobre él, pero Sam logró clavársela con certero movimiento. Fue el primero en morir en aquella batalla.

Aruiel y el resto lo miraron con asombro. La joven no podía creer la valentía del humano. Quizás si había algo interesante en estos Winchesters después de todo… quizás Castiel también lo había descubierto.

Sam no perdió tiempo y se colocó espalda con espalda con Aruiel.

-Te dije que te quedarás detrás de mí.- le reprochó ella. Sam frunció el cejo al ver como los cinco ángeles que quedaban los rodeaban.

-Bueno… si… estoy detrás de ti, ¿O no?- dijo el joven cazador, sin apartar los ojos de sus enemigos. Aruiel rió.

-Estas empezando a caerme bien, humano Sam.- Sammy revoleó sus ojos con fastidio al oírla llamarlo así otra vez. Pero ni modo. No iba a pedir más.
La horda de celestiales se abalanzó sobre ellos, y la pelea fue intensa. Aruiel era demasiado fuerte para ellos, y Sam demasiado habilidoso. Pronto acabaron con todos.

Sus respiraciones eran jadeantes. Sam tenía una importante herida cortante en la frente, y parecería que alguna que otra costilla rota, se tomó el hombro porque algo no andaba bien tampoco allí. La joven lo observaba. Ella podía ver todas las injurias que el cazador tenía, y le sorprendía que siguiera en pie y que no se quejara. Se acercó sin titubear a él, Sam se incomodó al ver que el ángel invadía con tal autoridad su espacio personal, apretó su mandíbula, pero no se movió de su lugar.

-A ver. Déjame.- dijo ella, colocando un dedo en su frente, y sanándolo al instante de todas sus heridas. Al terminar, Aruiel aún seguía muy cerca de él.

-Gracias.- susurró Sam, mirando hacia un costado. Ella lo miraba con curiosidad.

-Eres muy interesante, humano Sam. Cualquier otro humano estaría en el piso llorando de dolor. Pero tú…- Sam tosió incómodo y la miró solo por un segundo, para luego volver a desviar la mirada.

-Bueno… mi hermano y yo estamos acostumbrados a esto… y además… nada supera al dolor que sufrí en la jaula a manos de Lucifer…- se animó a decir Sam, y otra vez la miró por un segundo, solo para ver la reacción que aquellas palabras le habían provocado a la chica. Ya que no era algo que él le solía decir a cualquiera. Ella ladeó la cabeza y sus ojos lo miraron con compasión. Luego asintió.

-Claro. Has sufrido mucho, humano Sam. Ahora veo lo que Castiel ve en ustedes.- observó el ángel, y entonces sonrió. Y Sam creyó ver cómo aquella oscura y fría habitación se iluminaba, pestañeó algo confundido al darse cuenta que el lugar seguía siendo igual de tenebroso. -Vamos, una vez fuera puedo transportarte a un lugar seguro.-


Castiel despertó para ver cómo Dean había preparado un desayuno que olía muy bien.

-Buenos días. ¿Cómo te sientes?-quiso saber el cazador. Castiel se puso de pie y mirando sus manos, observó:

-Mucho mejor. Pero mi gracia sigue bloqueada.-

-Oh…- Dean vió como su amigo comenzaba a desesperarse, así que corrió una silla en la mesa e invitándolo a sentarse, le dijo:-Eso no importa, ya regresará. Ven, come algo. Y creo ya saber dónde está el hechizo.- terminó por decir el cazador dándose aires de importancia. Castiel ladeó su cabeza con curiosidad, y Dean solo pudo sonreír complacido subiendo sus cejas divertido.

-Un museo.-Castiel estaba mirando un folleto de un museo a pocos kilómetros de allí.

-Asi es… solo tenemos que ir, buscarlo…-

-Yo sabré con tan solo mirarlo.- le informó Cas. Dean sonrió aún más.

-Pues no podía ser mejor. Entonces tú eres Clyde y yo soy Bonnie, y este es el robo del siglo.-

Castiel frunció el cejo sin comprender. Dean perdió esperanzas de que su amigo comprendiera lo que dijo, así que solo bebió su café con resignación.

Unexpectedly You (Inesperadamente Tú) DCBB 2019 8/8 Completa!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora