Capítulo 6

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Capítulo 6

CUANDO Esteban se incorporó, cuando se apartó del embriagador sabor y olor de María, no estaba preparado para verla tan asombrada, para una visión tan exquisita. Su pelo era como una nube oscura que le rodeaba la cabeza y el vestido de seda azul estaba extendido y arrugado al lado de esas curvas exuberantes.

Entonces, se dio cuenta de que estaba atónita y eso impidió que se llevara las manos al cinturón para buscar su propio alivio. Se olvidó de la insistente presión en los pantalones y puso las manos en las rodillas de ella.

–¿Te pasa algo?

Tardó un instante en que se le aclararan los ojos y negó con la cabeza, pero él se dio cuenta de que tenía las manos temblorosas mientras agarraba al vestido y se tapaba todo lo que podía. A él se le enfrió un poco la sangre y se apartó para que pudiera bajarse el vestido.

–¿Qué pasa, María?

Ella lo miró con un brillo casi acusador en los ojos y se sentó erguida en la butaca mordiéndose el labio inferior.

–Un día entré en el despacho de mi ex prometido y lo encontré con su secretaria. Estaba haciéndole lo que acabas de hacerme...

Esteban intentó entender lo que le había contado.

–¿Por eso rompiste? ¿Era infiel?

Ella asintió vehementemente con la cabeza y roja como un tomate.

–Sí, pero la verdad es que solo me he acostado con Simón...

Esteban no se lo habría imaginado ni en un millón de años. Todas las ideas equivocadas que podían quedarle de María se le hicieron añicos de un plumazo. No tenía experiencia y, en ese momento, se sentía vulnerable, aunque, a juzgar por cómo agarraba el vestido con todas sus fuerzas, él podía notar que no lo soportaba. Él, en vez de salir corriendo en dirección contraria, se levantó y se sentó a su lado sintiéndose algo parecido a protector.

–Lo siento –María lo miró–. No tengo mucha experiencia.

–¿Qué pasó con tu exprometido? –le preguntó Esteban sintiendo que algo sombrío se despertaba dentro de él.

–La primera vez que hicimos el amor me dolió mucho –ella se quedó pálida–. Luego, yo no quería... hacer el amor. La verdad era que no estábamos enamorados. Los dos aceptamos casarnos por distintos motivos, pero él me dijo que era frígida y que por eso se acostaba con su secretaria. Yo no pude... no quise casarme después de eso.

Mía a Cualquier precioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora