Prólogo

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—Por favor, cálmate. Sólo quiero ayudarte.

Con la manos temblorosas se negó rotundamente golpeando débilmente las manos de la chica que insistía en evaluar su estado. El ardor en su brazo izquierdo quemaba tan profundo como si estuviesen enterrando un clavo hirviendo en su magullada y maltratada piel; un dolor que causaba una presión en su garganta y que evitaba que gruñidos y sonidos lastimeros escaparan. Cuando se separó del apoyo de la pared e intentó sostener su peso en sus brazos para tomarse el atrevimiento de huir, su cuerpo cayó provocando un sonido seco que lastimó aún más su deplorable estado.

—¡Vete! —vociferó adolorido, sin embargo, en lo que pensó había sido un arrebato de ira y dolor, la joven sólo acortó la distancia entre ellos—. Por favor... Sólo déjame —pidió con voz temblorosa.

Al levantar la mirada para enfrentarse a la joven, sólo se encontró con un destello de compasión y quizá, algo de empatía escondida en el fulgor distintivo que marcaba cada parte de su compresivo mirar. Tamaki guardó silencio, descolocado por la situación casi irreal, pero que cobraba vida a través del dolor en su cuerpo, la sangre espesa escurriéndose en su brazo y el frío suelo junto al contraste de la calidez que transmitían las manos suaves de la chica que recorrían con delicadeza su rostro.

Sin embargo, su respiración se atascó cual engranaje sin funcionamiento cuando de forma suave y delicada, su mano cálida se detuvo en su mejilla, como una pequeña mariposa que tomaba reposo en el pétalo de una flor. Tras la oscuridad que cubría el lugar levemente iluminado por el farol de la otra calle, ella, con un tono tranquilo pero seguro, dijo unas palabras que Tamaki siempre había querido escuchar todo su vida:

—Estarás bien.

❛ Cambio ❜ [Tamaki Amajiki]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora