Teromnia era la conocida ciudad dorada, el palpitante corazón de las metrópolis que emanaba olor a goce; para nadie fue sorpresa que los únicos establecimientos abiertos hasta el día siguiente fueran las clínicas Madegu obligatorias por ley de cada Hermandad y tampoco fue difícil ver comitivas enteras de ancianos Vilentum renovando la vida de las ofrendas florales en las entradas de las casas con antiguos cánticos magistrales.
Las avenidas de piedra rellenas de bailes populosos anunciaron la celebración de las oraciones dichas durante la mañana ante los santuarios que una vez marcaron sus espaldas. En consecuencia, los Aurim encendieron el incienso de las sesiones espirituales mientras las estatuas inspiradas en el panteón maya danzaban al compás de los movimientos de mano de Cratis alfareros sumidos en el ritmo de la batucada.
Era la gloria y a su vista trataba de un extenso, arrullador y absorbente hilo transparente uniendo el fervor de un pueblo agradecido; siendo aquella la razón por la cual Felipe amaba ser parte de Teromnia.
─¿Ya estás listo? No es que quiera entrometerme en tu amor con el espejo pero de verdad necesito saber si voy decente.
Añoraba los tiempo cuando tuvo la edad de Edgar porque todavía le era permitido salir del castillo a unirse al festejo. Pero había crecido y su deber era permanecer rodeado de lo que su hogar brindara, pues si afuera se extendían hilos invisibles a través de las Hermandades, el telar que los unía era el castillo.
Aunque extrañar aquella época no suponía falta alguna sólo resistió el paladar amargo proveniente del ruido opresor del jardín en espera de su entrada y se aseguró de apreciar adecuadamente lo guapo que lucía en traje negro antes de dejar la vía libre a su padre.
—Todo tuyo.
—Pareces nervioso —comentó Pablo, mientras daba guerra con la corbata. Era gracioso porque su corona tambaleaba al borde de caer pero se concentró en otra prenda.
Entretenido, Felipe lo ayudó con ambas dificultades.
—Nunca me pongo nervioso por una presentación.
De hecho, mentía. Sí estaba inquieto tras asumir que volvería al ambiente que dio paso a su mala noche. La situación empeoraba por la sombra suelta, ¿cómo explicarle sus conflictos a su padre? En cuanto lo hiciera, la corona volaría lejos de él.
Primero muerto.
—Aunque no lo creas el único que se ve fuera de sí eres tú. Espera, ¡no me digas que no te inyectaste insulina hoy!
─¿No lo hizo? ─Brotó Ariadna a unos metros cuan resorte. La preocupación era tan visible en los hermanos mayores que a Pablo no le quedó más remedio que reír.
─Hacen escándalos por nada.
─¿Eso es un no? Dime rápido o llamaré a la doctora yo misma.
─¿Creen que en la única noche libre que los Martínez tienen, me dejarían ir sin medicina para que luego lo arruine? Par de bobos... Estamos a minutos de confirmar que te preparas para tomar el trono. Prácticamente, vamos a decir que ya casi me echan del puesto. Me puedo dar el lujito de no andar tranquilo. ─Así, adquirió la postura intachable popular ante el público dirigiendo la vista a un punto específico del vestíbulo─. Pero algo me dice que los doctores no tendrán tanta suerte. Bombi, ¿pasa algo?, usted parece la que necesita ir a la enfermería.
En efecto, la asistente de su padre escondió una expresión angustiosa cuando los presentes la enfocaron por inercia, a lo cual respondió tartamudeando una rara jerigonza.
─No se entiende nada ─reprochó su hermana fastidiada.
─Hay u-un problema con...
No obstante, nadie logró escuchar el resto.
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Ladrones de coronas
FantasyCorre el año 2022 y los cuatro continentes se preparan para el día de mayor importancia durante un siglo. Felipe Rojas está más que satisfecho con el pueblo que dirigirá una vez sea nombrado rey. Leal, apegado a la cultura honrando a sus dioses y re...