Fictober AoKaga (Terminado)

6 OTRA DIMENSIÓN/ÉPOCA

No sé cómo pase del nopor al angst... Perdón...

"Debido a que el espacio-tiempo tiene la capacidad de doblar la luz, existe la posibilidad de que podamos ver las sombras de las personas e incluso de otras dimensiones en la nuestra propia."

Eso era lo que la abuela de Kagami siempre le decía. Una historia de cierta forma de terror. O al menos así lo veía en su infantil momento. Ver cosas de otra dimensión asustaba.

Las cosas fueron a peor cuando lo vio por primera vez. Un hombre alto, fuerte y sobre todo intimidante.
Pensaba que sería un sombra tal como la abuela le hubiera dicho, pero lo podía ver claramente.

Siempre le veía a lo lejos y se le veía triste.

Una vez lo saludo, ya que nunca hizo contacto o se le vio intento de hacerle daño.

Nunca.

Pero este no respondió, jamás...

No llego a pensar que lo extrañaría, hasta el día en que dejó de verlo.

-Daiki... Te prohíbo que vuelvas a ver a ese pequeño-

Aomine no respondió, solo se acomodó la ropa de combate y salió sin mirar al pelirrojo.

-Daiki... Es una orden-

Aomine giro brusco y lleno de furia, pero no podía hablarle a su superior de esa manera.

-No puedes intervenir en esa línea temporal, ese no es Tu Kagami, déjalo ir-

-¡Cómo puedes decirlo así de fácil!-

Aomine no podía con la furia que lo invadía, quería salir a matar a destrozar... A lo que fuera.

Pero nada de eso le devolvería a su pareja.

-¡Tu pareja también murió! ¡No pudiste salvarlo!-

Sus palabras fueron para herirle, para que sufriera tal como él,
Aomine vio el ligero destello de furia y dolor en los ojos bicolor pero no hizo nada más por demostrarlo. Ambos fallecidos habían luchado hasta su muerte, salvando a miles de inocentes, pero eso no les quitaba el dolor a quienes dejaron atrás.

Las fotografías del pelirrojo y el castaño eran exhibidas como héroes en el muro de la coalición.

-No vuelvas a ver al niño, el no lo entiende y podrías dañarlo, no volveré a repetirlo-

Aomine volvió una vez más, pero esta vez de noche. Justo en la recámara de el pelirrojo, era aún pequeño, de unos diez años. Cachetes sonrosados y largas pestañas rojas como su cabello.

Se sentó en su cama y acarició sus hebras rojas, sin poder evitar derramar algunas lágrimas.

-Me encárgare de que jamás te suceda nada... De que seas feliz, de que vivas una larga vida. Tu no eres mi Taiga, pero por el amor que le tenia velare por ti. Aunque tenga que ser de lejos-

Kagami había abierto los ojos y en cuanto vio una luz destellante se levantó de la cama, habia escuchado cada palabra. Encendio la luz dispuesto a gritar, pero ya no había nadie.

Minutos después lloraba en los brazos de su abuela, sin poderle decir que sintío en su corazón el dolor del moreno, un dolor que se quedaría grabado en su alma.