Capítulo 2

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- ¡Joshua por favor! ¡Déjame salir!- Exclame golpeando la puerta repetidamente.

- Nena... Sabes que no puedo.- Suspiro pesadamente.

- No me escapare... ¡Solo quiero salir de aquí! ¡Me estoy agobiando! ¡Por favor!-

Jadeé al sentir que no me contestaba y termine dándole una fuerte patada a la vieja puerta, haciendo que esta retumbara. Cansada, me restregué los ojos con mis manos y retire algunas lagrimas que estaban apunto de caerse.

- Peque...- Abrí los ojos de golpe y vi a Joshua mirándome con pena. Al instante, salte encima de el para abrazarle.

- Los voy a perder Josh... S...e se van a ir. N...no.- Y sin poder evitarlo me puse a llorar.

Joshua me cogió en brazos y me llevo hacia el "salón". Odiaba esa estancia de la "casa". La odiaba toda ella. Todo estaba lleno de mugre; las paredes estaban ya negras y con ronchas, los muebles estaban manchados por cosa que ni sabia identificar y sobretodo, la mayoría de ellos no tenían colchón.

- Ann... Estoy aquí ¿Vale? Respira por favor.- Comenzó a arrullarme y a acariciarme la espalda.

- N...no, no estarás. Te iras, m...e de...ejaras.- Hipé conteniendo los sollozos. 

Sí, lo admito, soy muy sensible y en este mundo, es lo peor que te puede pasar.

- Pequeña...-

- No. No lo has negado...- Me levante de su regazo y me aleje de el.- ¡Vete ya! ¡No lo alargues más!- Chillé.

Joshua se me acerco rápidamente al ver que intentaba huir. Fui más rápida que el y comencé ha cerrar las puertas detrás de mi, para que perdiese tiempo.

Salí por la puerta principal sabiendo que el no me seguiría. Y acerté, vi a Joshua en el marco de la puerta mirándome enfadado.

Solo teníamos una regla.

No usar la puerta principal bajo ningún concepto.

[...]

Ya se estaba oscureciendo y eso solo podía significar una cosa.

La caza.

La caza era un juego que inventaron los vampiros que consistía en que, en las noches, saldrían a cazar humanos. Ya sean niños, adolescentes, adultos o ancianos.

Este empezaba a las 00:00. Y no era tan fácil... Desde un principio las bestias te hacían saber que estaban a tu acecho, notabas su presencia fueses donde fueses y por nada en el mundo, podías escapar de ellas. Eran horas de tortura hasta que se dignaban a hacerte lo que ellos querían.

Esclavizarte o matarte.

Y ahora mismo, yo solo quería la ultima. Aunque eso era imposible, solo los mas ancianos conseguían esa tortuosa opción y muchas veces, decidían esclavizarlos hasta que el tiempo y las circunstancias acabaran por matarlos.

- ¿Quien anda ahí?- Rapidamente me escondi de tras de un arbol y me tape la boca con las manos.- Jodida rata. ¡Sal ya!- Blasfemo lo que fuese eso.

Evite mis sollozos mordiendome la mano y sabia que estaba sangrado por el sabor a metal.

- Lastima que pueda olerte...- Escuché las ramas de los árboles moverse. Me estremecí al sentir una respiración en mi nuca.- Hola nena...- Me acaricio la cara lentamente. - ¿Por que no abres los ojos y me ves? ¿Tan feo crees que soy?- Rio secamente.

Entrecortadamente y con la respiración a mil, intente calmar mi corazón pensando en otras cosas. Tenía que sobrevivir por ella.

-¿Que quieres?- Pregunte tomando valor y abriendo los ojos. Gemí de la sorpresa a ver el chico que estaba enfrente mia.

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