5. Diferentes caminos

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—Por eso te dije no te involucraras en esto... pero ya es demasiado tarde para arrepentirse... —Yachiyo le arrebató la katana a Rengoku antes de envolver parte de su cuerpo con sus hilos para levantarlo en el aire. El demonio alzó aquella katana por encina de su cabeza más que listo para terminar con la persona que tenía en frente—. Adiós... —fueron sus últimas palabras antes de mover la katana rápidamente hacia el cuello de Rengoku.

Rengoku cerró los ojos esperando lo peor pero mientras no veía nada, fue capaz de escuchar el suave y tenue sonido de una Biwa y después de eso, escuchó como el filo de su katana golpeaba contra el suelo. Abrió sus ojos algo confundido mientras buscaba la silueta de Yachiyo con su mirada.

El joven peli azul había soltada la katana voluntariamente y en ese momento, en su rostro se mostraba un gesto de ira y disgusto.

—Esa maldita serpiente blanca... —murmuró con un tono completamente diferente al tono arrogante de tenía segundos antes— me las pagarás... —Yachiyo se dio la vuelta y sin si quiera decir palabra alguna se marchó de aquel lugar.

Tan pronto su presencia desapareció de los alrededores, los hilos que apresaban a ambos jóvenes se desvanecieron, permitiendo que Rengoku aterrizara a salvo sobre el suelo mientras que (Y/N) fue cuidadosamente atrapada entre los brazos de un joven que poseía un haori rojo amarrado a la altura de su cintura exactamente igual al que ella tenía.

Rengoku al darse cuenta de la presencia del nuevo joven, se acerca a su katana para levantarla del suelo y desconfiadamente camina en dirección al joven.

—Solo estábamos de paso, eso es todo... —comentó el joven de largo cabello negro amarrado en una coleta de caballo mientras que otra persona de largo cabello negro vestida en finos kimonos y con un rostro algo femenino se acercaba a ellos.

—Simplemente no podíamos ignorarlos y dejarlos a su suerte... —respondió la otra persona mientras abrazaba el Biwa que traía consigo y levantaba una pequeña linterna roja—. Vayamos a otro lugar más seguro, ¿quieren? —y sin decir alguna otra palabra, el joven se dio la vuelta y comenzó a descender la montaña mientras era seguido de cerca por el otro joven que cargaba a (Y/N) en sus brazos.

Rengoku no fue capaz de negarse a sus palabras pues el joven ya se encontraba muy lejos de él por lo que simplemente enfundó su katana y los siguió como pudo.

Durante el trayecto, Rengoku pudo notar que el camino por el que iban se había llenado de niebla y era imposible ver lo que le rodeaba pero a pesar de esa situación en la que se encontraban, ambos jóvenes no habían reducido la velocidad de sus pasos ni un poco y se encontraban avanzando como si nada; de no ser por aquella linterna que el joven cargaba consigo en aquel momento, Rengoku estaba seguro de que se hubiera perdido en aquel sendero.

Tras caminar por un rato más, el grupo finalmente salió de la montaña y cuando lo hicieron, toda aquella niebla que los rodeaba había desaparecido completamente; incluso Rengoku miró nuevamente hacia la montaña pero esta no parecía estar llena de niebla. El joven con la linterna continuó caminando por otro momento más hasta que en la distancia se logró ver la entrada a lo que parecía ser una mansión y justo en la entrada de este lugar, un joven vestido en yukata y hakama de color negro se encontraba esperándolos pacientemente mientras sostenía firmemente una linterna.

El joven ocultaba su rostro detrás de una máscara de Oni roja mientras que el resto de su cabeza y cabello estaban ocultos detrás de un pedazo de tela negra que parecía estar unida a la máscara. Al lado de él, una anciana vestida en un kimono color vino esperaba igualmente a los jóvenes.

—Abandonó la mansión repentinamente... Joven amo, ¿qué fue lo que sucedió? —el joven enmascarado preguntó tan pronto el grupo se acercó a la mansión y levantó la linterna para iluminar mejor a los que venían detrás del joven que cargaba el Biwa.

Lazos Rotos (Kimetsu no Yaiba x lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora