Nie MingJue regresó mucho más tarde de lo previsto. Había ido al pueblo en la camioneta de su padre y el coche había decidido apagarse en el momento de regresar. No tuvo más remedio que ir al taller más cercano y esperar a que arreglaran el problema.
Al llegar a casa, encontró a su padre sentado ante el televisor, dormitando mientras su competidor favorito ejecutaba una pirueta perfecta. Eran pasadas las nueve, por lo que MingJue supuso que su padre debía de haber comido algo y se dirigió a la cocina para ver qué podía preparar para él y Meng Yao.
Apenas había entrado en la cocina cuando escuchó unos pasos detrás de él. Se dio vuelta y encontró a su secretario apoyado en la jamba de la puerta, vistiendo una de esas camisetas infantiles con unos pantalones sueltos de color rojo oscuro. Esta vez, usaba calcetines de corazoncitos.
—Hay fideos en la nevera. Y dejé algo de carne en el horno. Puedes calentarlo todo en el microondas. También hice una ensalada por si te apetece.
Nie MingJue siguió sus indicaciones, adueñándose de cada plato hasta que tuvo la cena dispuesta ante sí.
—Tenía intenciones de preparar algo para nosotros dos — admitió, frunciendo el ceño.
—El señor Nie me indicó dónde encontrar todo y cociné para los tres. Comió bastante, que supongo que es el motivo de que ahora esté roncando en lugar de animar a... como quiera que se llame el chico del traje luminoso. ¿No deberías de despertarlo y llevarlo a su recámara?
—Es mejor no molestarlo — negó Nie MingJue sacudiendo la cabeza —. Se despertará en un rato y subirá solo. Entonces, ya comiste también.
—Le hice compañía al señor Nie. ¿Arreglaron la camioneta?
—Era algo sencillo. Siento mucho que tuvieras que quedarte trabajando solo. No era mi intención...
—Ya terminé de leer los informes. Mañana puedes revisar las notas y comprobar si necesitas que vea algo más. Tenemos todo el día para eso.
—Espero que no te aburrieras mucho.
—Mhn... no lo hice — sonrió Meng Yao con expresión pícara. Como su jefe alzara una ceja, comentó en tono ligero: — El señor Nie tiene unos interesantes álbumes de fotos.
Nie MingJue cambió de color varias veces, yendo del rojo intenso al blanco nupcial con asombrosa rapidez.
—Por dios, papá no puede haber hecho eso.
—¿Eso... qué? ¿Mostrarme tus fotografías infantiles? Tenía usted unas preciosas mejillas, señor MingJue.
—Meng Yao...
—Quisiera decir que la pubertad fue generosa con usted; pero me siento inclinado a opinar como la señora Nie: el mundo perdió mucho cuando sus mejillas cambiaron.
Nie MingJue lo observó a través de las pestañas, queriendo parece amenazante; pero lo único que consiguió fue percatarse de lo precioso que era Meng Yao cuando reía así, sin inhibiciones, dispuesto a mofarse de su jefe. En dos zancadas, rodeó la mesa de la cocina y llegó ante el joven.
Meng Yao dejó de reír al verle tan cerca. Su estómago se retorció antes de estallar en un revuelo de mariposas locas.
—No era mi intención sobrepasarme — explicó a toda prisa —. Lo siento.
—No lo hagas. Me gusta verte reír. Se te hacen hoyuelos. Aquí.
Meng Yao contuvo el aliento cuando los pulgares de Nie MingJue tocaron su rostro, presionando donde se formaban los hoyuelos. Las manos del hombre sostuvieron su cabeza y un segundo después, Meng Yao casi se ahogó cuando su boca fue invadida.
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Momentos para coleccionar
Fiksi PenggemarNie MingJue tiene que ir a cuidar la casa familiar mientras sus padres están de viaje. Para adelantar trabajo, invita a su secretario a que le acompañe. Nota aclaratoria para todos (Mo XuanYu y Nie HuaiSang): esto NO es una cita. Sin embargo, los pl...