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Mark volvió a tomar mi mano, esta vez con enojo.
Me llevó a nuestra aula, estaba vacía, cerró la puerta y me tomó de la cintura.

—Creo que hoy no es tu día. —dijo cerca de mis labios, mi corazón empezó a latir demasiado. El beso comenzó a tomar un punto rudo.

—Me duele...—dije intentando separarme de él. Mark no lo permitió y siguió con lo suyo, su boca llenaba la mía agresivamente con mordidas, puse mis manos sobre su pecho pero de nuevo lo evito, sus labios bajaron hasta mi cuello y sus manos retiraban la mochila la cual cayó (?) al suelo haciendo un ruido molesto y el suéter que me cubría.
Estaba paralizada, tenía un miedo tan grande que no podía hablar.
Su desesperación por retirar la prenda eran notorias, con sus delgados dedos desabrocho como pudo la cosa dejándome desordenada ante su vista.

—¿Qué es esto? —preguntó molesto señalando mi clavícula
El momento en el que Taeil había marcado estas manchas llegó a mi mente.

—No tengo porque darte explicaciones.

—¿Segura? —alzó una ceja. —¿Quieres que todos se enteren de la relación que tienes con mi padre?

—¿Me estás amenazando?

—Si así quieres tomarlo.

Fui directo a la puerta y la abrí encontrándome con Taeil.

—¿Qué pasa aquí? —su semblante estaba tenso.

Lo hice a un lado y fui directo al baño sin observar atrás, lo único que quería es que la tierra me tragara.
Ingrese al baño de mujeres con rapidez, unas cuantas miradas se posaron sobre mi pero mi necesidad de llorar era más grande que darle importancia a personas que no conozco. Abrí el último cúbiculo y me metí azotando la puerta. Esto era demasiado.

—Escuché que la chica que acaba de meterse al baño se ha acostado con el profesor de Geografía. —dijo una voz aguda.

—Dicen que no sólo con él, también con otros maestros e incluso maestras.

Escuchar esas palabras me era muy difícil de entender.

No había ido a las primeras clases por la vergüenza, no quería estar con Mark y tampoco deseaba ver a Taeil.

Ingrese nuevamente al colegio, fui a mi casillero encontrando notas y hojas con insultos. No quiero que esto me afecte, no quiero.

Abrí el casillero e intercambie algunos libros y libretas para ir a clase. Cerré éste y mi mochila.

—¡Noona! —gritaron acelerado, no hice caso e intenté seguir mi camino pero me tomaron de la mano. —Noona, te eh estado buscando. —era el pequeño Jisung.—¿Estás bien? —preguntó triste. —No, no me respondas, ven conmigo.

No dije ni una sola palabra y seguí al niño, salimos al patio trasero en donde no había nadie ya que hace unos segundos la campana tocó para dar inicio a las clases, camino a una banca, se quito la mochila y sacó una leche de banana junto con su pajilla.

—Espero y le guste. A mi me calma mucho tomar esta leche y sentarme son hacer nada, sólo beberla. —dijo extendiendo el bote tan curioso.

—Gracias. —

—Se que no soy el adecuado para esto, pero, ¿porqué no se defiende? En tan pocas horas toda la escuela la conoce y hablan mal. Usted no hizo nada malo, ¿verdad?

—Lo único malo que hice fue enamorarme del profesor Taeil.

—Eso no es malo, noona, ¿piensa hablar de lo ocurrido con el profesor?

Jisung tenía razón.

—¡Gracias por la leche! ¡Tengo que irme!—grite haciendo una reverencia.

Voy a arreglar las cosas.

Había corrido como desesperada a la nueva oficina de Taeil, el sudor se desprendía de mi frente y mi respiración se encontraba agitada, me asomé por la ventana y Taeil tenía puesto unos lentes, se encontraba sentado en un sofá viendo algunos documentos.
Decidida toque la puerta.

—Pase.

Abrí la puerta con cuidado, me metí, la cerré y fui directo al suelo a arrodillarme.

—¡Quiero pedirte perdón, Oppa! —puse mis manos sobre mi falda. —Te necesito más que otra cosa, yo no hice nada malo, no sé como de enteraron todos... —una lágrima se derramó sobre mi mejilla.

Él corrió a mi lado, tomó mi rostro y me besó.

Te quiero, Taeil.

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"Maestro Taeil". (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora