Maldición Desconocida.

09.

EL ENCUENTRO. 

—Lacevell...

—Oh, pero Luci no tiene familia —agachó la cabeza y la sacudió de manera suave —No, pobrecita... Está sola sin su bebé en... —levantó la vista y pude verla a los ojos —... en brazos ¡Tú! —exclamó.

Me sobresalté y ella me volvió a tomar de los hombros, no pude hacer nada, me había agarrado por sorpresa.

—¡Tú!... ¡Mi niña! ¡Mi bebé! —exclamó con desesperación.

—¿Señora de que habla?

En un segundo tenía su rostro demasiado cerca a mí. Tanto que pude oler su aliento rancio.

—Ven conmigo.

Sin esperar respuesta, me tomó fuertemente de la muñeca y aunque intenté hacer que me soltara, ella no pareció darse cuenta. Se levantó de la banca y me jaló tras ella.
Esto era una locura ¿Como podía permitir que ella hiciera eso conmigo? ¡Debía irme! ¡Félix y Ada regresaran en cualquier momento!

—Señora, suelteme por favor yo debo-

—¡Silencio!

—¡Suelteme! —de un fuerte tirón logré soltarme, pero sus dedos habian aplicado tal fuerza que cuando logré zafarme, me rasguñó —¡Ah! —miré mi mano, había marcas cerca de los dedos y comenzaban a sangrar.
La mujer me miró sin comprender, su vista iba de su mano vacía a mi expresión molesta.

—Anne piensa que estoy loca ¿verdad? No temas Anne, no temas.

¿Anne?

¡Buu!

Me sobresalté al escuchar esa voz detrás mío, tapé mi oído y miré hacia el lugar de donde venía el sonido. Pero no había nadie.
Las personas caminaban de un lugar a otro, ajenas a mi situación.

—¿Ann-? —no pude terminar la oración.

De pronto todo se había vuelto oscuro. Y me encontraba tirada en el suelo, rodeada de oscuridad infinita.

No debes pronunciar mi nombre ¿sabes?

Sentí mi corazón acelelarse conforme la voz tomaba fuerza. Parecía venir de todos lados pero a la vez de ninguno. ¿Que era esto? ¿En dónde me encontraba? Y lo peor de todo ¿Por qué no podía respirar?

Había algo en mi garganta, algo aplicando presión sobre ella. Decidí quitarme lo que tuviera encima, pero me topé con unas manos.

Alguien estaba ahorcandome.

Luché por respirar pero era imposible, empecé a sentir como me ahogaba... Hasta que escuché una risa.

Y de pronto me habian soltado. Tomé una gran bocanada de aire e intenté respirar otra vez.

Cuidado con lo que dices.

Un par manos con uñas afiladas salieron entre la oscuridad y se acercaron a mí de manera amenazante hasta que me atravesaron como si yo fuera de humo o las manos fueran de humo.

Desperté. Escuché un chasquido de dedos, luego los gritos desesperados de una mujer.

Yo seguía de pie, con mi mano agarrandose de la banca para evitar caerme. Miré a todos lados con desesperación, en un intento de hacerme creer que esto era real y no lo estaba soñando.

La herida en mi mano seguía fresca, los dos rasguños sangrado ligeramente.

—¡Ayuda! ¡AYUDA!

Cuando desvíe la vista, a lo lejos, observé a una mujer gritando por auxilio, envuelta en las llamas del fuego.

Los demás habitantes corrieron a socorrerla, trayendo cubetas de agua pero ninguno con un extintor. La mujer a mi lado observó la escena con horror, sin decir ninguna palabra.
Un hombre empapó de agua un cobertor y se lo aventó encima a la mujer en llamas, pero fue inútil el fuego lo traspasó demasiado fácil.
La mujer cayó al suelo, sin fuerza y dejando que las llamas la consumieran, fue hasta que el fuego se apagó que me di cuenta de quién era.

Era la señorita de el local de ropa de ayer, la que había preguntado por mi apellido.
La reconocí por el tatuaje que llevaba en su mano, de una rosa azul.

—Ella sabía, ella sabía, ella sabía —empezó a repetir la mujer a mi lado.

—¡Moni! —escuché a alguien gritar mi nombre.

Me giré y me encontré con Félix y Ada corriendo hacia mí. Mi amiga me abrazó apenas me vio, sentí como se relajaba cuando sus brazos me rodearon.

—¿Ada? ¿Que sucede? ¿Por que-?

—¡Eres una mensa! —me golpeó el el hombre después de soltarme.

—¿Que... Que hice?

—¡Dijiste que irías a comprar ropa! —me respondió —Justo después de dejarte aquí y creímos...

—Creímos que habías sido tú la que...

—¿Qué? ¡No! Yo no...

—¡Debiste decirnos, estúpida! ¡Estuve muy asustada! ¡Ella vestía casi la mis a ropa qué tú!

—¡Ella sabía y por eso murió! —exclamó la mujer a mi lado a la vez que señalaba el cuerpo quemado.

—¿Moni? ¿Conoces a esta mujer? —me preguntó Ada, ella miraba a la señora con una expresión de disgusto.

La ignoré. En este momento, me importaban mas las palabras sin sentido que decía la mujer. Estaba segura de que ella sabía mas de lo que apatentaba.

—Señora Luci —me acerqué a ella y la tomé de los hombros —Tiene que decirme qué es lo que sabe. ¿A que se refería con que "ella sabía"?

—¡Moni! —exclamó Ada, cuando la miré, ella no parecía contenta —No podemos hacer eso, es mejor... Llevarla con las autoridades, ellos sabrán qué hacer.

—Oh... Los hombres azules con estrellas en sus pechos, ellos no ayudan a esta pobre mujer —dijo de pronto la mujer —Lo único que hacen es decirle mentiras a Luci, mentiras, mentiras, mentiras. Luci esta cansada de mentiras.

—¿Lo ves? ¡Está loca! —exclamó Ada, miré a Félix, pero él solo permaneció en silencio.

—¡No! ¡Luci no está loca! ¡Ella no nació así! ¡No! Fue... Ella, fue ella. Ella le quitó la razón a Luci, con un objeto filoso y ensangrentado.

—¿Sabes qué? Yo no puedo más, me voy al hotel —Ada se encogió de hombros y alzó las manos a la altura del rostro —Quédate con la loca que habla de si misma en tercera persona. Vámonos Félix.

Pero mi amigo no se movió del lugar. Parecía estar considerando la situación.

—Esta mujer ha llamado mi atención, si bien no recuerdo, la chica que se llamaba Mar nos dijo que... Que hubo un sobreviviente de ése día ¿Ya lo olvidaste?

—No, no lo olvidé, pero desearía haberlo hecho —frunció los labios.

—Y que dicho sobreviviente no estaba bien, quizás se refería a ella y si es así, debemos saber que información tiene esta mujer, podría ayudarnos —coincidió conmigo.

—Bien, háganlo ustedes, yo me voy. No puedo estar aquí un minuto más.

...

Ella es mala amiga, mala amiga, mala amiga. No merece ser... amiga, no debe, no. 

-karimodelarosa.
La idea es terminar la historia antes de que acabe Noviembre