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FRITURAS.

Todas nuestras maletas estaban en la parte trasera del auto, por fin.
Me quité una gota de sudor que bajaba por mi frente.
Félix y Ada estaban sentados en la banqueta de la calle, compartiendo una botella de refresco.
Los cabellos rubios de Félix de pegaban a su frente a causa del sudor y esperaba pacientemente a que mi amiga terminara de beber de la botella.
Habíamos decidido irnos de viaje los tres, nos llevó alrededor de dos meses planear el viaje y dos años conseguir los recursos -monetarios- para irnos sin preocupaciones.
Así que justo ahora estábamos a unos minutos de partir.
—¿Nos vamos? —les pregunté a Félix y Ada, al tiempo que tomaba las llaves del auto —Les recuerdo que si llegamos tarde, no nos respetarán la reservación que hicimos y todo valdrá-
—Ya entendimos —me interumpió Ada a la vez que se hacía una coleta de su cabello oscuro.
—Si, que se nos hace tarde —continuó Félix y ambos se levantaron de la banqueta para entrar al auto.
Yo me senté en el asiento del piloto, encendí el auto y comenzamos a avanzar por las calles.
Para quitar los nervios de nuestro primer viaje en grupo, pusimos música durante las primeras horas. Félix y Ada venían contando anécdotas que sucedieron en los últimos años para conseguir estar aquí.
—Lo peor fue el segundo trabajo de medio tiempo ¡agh! —Ada se dejó caer en el asiento trasero del auto, con frustración.
—¿En donde fuiste niñera de ese par de gemelos? —le pregunté a la vez que giraba el volante para la siguiente curva.
—¡Si! —respondió ella y Félix comenzó a reír —Eran un par de diablos y sus padres tantito querían para despedirme.
—Lo bueno fue que terminó —dijo mi amigo. .
—¡Salud por ello! —y bebió de su refresco.
Eran alrededor de dieciocho horas de camino, y al poco rato tuvimos que detenernos para hacer cambio de piloto con Félix, ya que Ada no sabía manejar.
Dormí las siguientes horas de camino, prefería pasar el tiempo inconsciente que saber que soy susceptible a marearme por las tantas vueltas de la carretera.
Soñé con personas desconocidas, sus ojos mirando al vacío, al final del camino, una chica con las manos ensangrentadas.
Desperté jadeando y sudando, buscando aire. Cuando abrí los ojos, Ada estaba mirándome, desconcertada.
—¿Moni? ¿Estas bien? —me preguntó y me ayudó a sentarme en el asiento.
No me di cuenta de cuando me recosté en los asientos traseros del auto.
—S-sí —respondí apenas —Fue... Una pesadilla.
—Está bien —se encogió de hombros.
Le agradecía internamente a Ada el hecho de no haber preguntado mas sobre la pesadilla, ella siempre sabe cuando debe hablar y cuando no.
—Te estaba despertando.
—¿Para qué? —pregunté mientras me tallaba los ojos.
Las imágenes de la pesadilla seguían frescas y no podía borrarlos de mi mente.
—¿Para que me despiertabas?
—Es tu turno de manejar.
Ah, bueno.
Le agradecí que me avisara y cambié lugar con Félix. Me froté los ojos y coloqué la llave en el auto.
Yo conduciría hasta llegar al pueblo pero probablemente llegaríamos a media noche, lo cual era justo, ya que la reservación la teníamos a las dos de la madrugada.
Cuando faltaban tres horas para llegar a nuestro destino, Ada llevaba quejándose durante diez minutos que tenía hambre.
—Por favor, sólo unas galletitas, cadi llegamos a la tiendita dr la gasolinera —decía.
—Se nos hará tarde y ya casi llegamos.
—Pues yo digo que vayamos, yo también quisiera algo —dijo Félix.
Guardé silencio unos segundos en lo que pensaba cuanto me tardaría en co prar las cosas, no quería llegar tarde a la reservación.
Al final, cedí.
—¡Bien! Pero yo bajo a conprarbpara ir más rápido ¿Bien? —ellos asintieron varias veces como respuesta.
Unos siete minutos mas o menos y ya estaba estacionando el auto frente a la tienda. Era mas bien unos de esos locales que abren 24/7.
Desabroché el cinturón y momé mi cartera.
—Yo quiero galletas con chispas —dijo Ada.
—Y yo uno de esos paquetes de cacahuates con chile —pidió Félix.
—Bien pues, no me tardo.
Abrí la puerta y salí del auto.
Al entrar al establecimiento, me golpeó el frío del aire condicionado. Me froté los brazos ya que en ese momento no llevaba blusa de manga larga.
Me fui por lo que pidieron mis amigos y tomé para mi un refresco sin azúcar. Caminé hacia la caja para pagar.
La señora tras el mostrador me miró sobre sus lentes.
—No son de aquí ¿verdad? —preguntó mientras pasaba las frituras por el escaner y miraba discretamente a nuestro único auto estacionado fuera.
—¿Por qué lo pregunta?
—Sus ropas no son de aquí, ustedes son muchachos de ciudad.
—Venimos de viaje —respondí.
—Vaya, sólo tengan cuidado con el pueblito que está aquí cerca —me advirtió, fruncí el ceño ¿A que se refería?
—¿Como... Por qué? —quise saber, pues era justo donde nos dirigíamos.
—Es por lo que cuentan las malas lenguas, no se queden ahí mucho tiempo y estrán bien... Son treinta y seis pesos —y ahí terminó su advertencia.
Le pagué y salí dek establecimiento.
Sus palabras me dejaron un mal sabor de boca. ¿Malas lenguas? Seguro y se refiere a las leyendas del pueblo, bueno en ese caso es parte del lugar.
Les di las frituras a mis amigos y ellos las tomaron emocionados.
—¡Al fin algo sabroso! —exclamó Félix.
—¿Los tacos que almorzamos no estaban sabrosos? —preguntó con sarcasmo Ada.
—Claro que si, pero esto es más sabroso.
—... Moni ¿estas bien? —era Ada.
—¿Eh? Sí, sólo... Estaba pensando.
Como quiera que fuese, sólo eran rumores.

Pues yo pensaba y le comenté a Félix, que es increíble que tu madre te haya dejado venir con nosotros —dijo Ada, antes de comer una galleta.
—¿Verdad que si? Creí que se negaría desde un principio.
—Sólo la convencí, además ya teníamos la mayor parte y ella no podía decirme que no a esas alturas —me encogí de hombros.
—Cuando le dije a mi mamá, ella también se negó, pero luego de decirle que yo era joven y quería disfrutar de un viaje con mis amigas, terminó cediendo —comentó Félix, se le veía bastante despreocupado.
—Bien recuerdo eso, hiciste llorar a tu madre —dije y Ada goleó el brazo de mi amigo.
—¡Oye! —alcancé a ver como Félix sobaba su brazo.
—¿Por qué no sabía eso? —replicó Ada y se cruzó de brazos —Eres un mal hijo.
—No te dije por que sabía que me dirías algo y mira ¡Me golpeaste! —Félix meneó su cabeza en muestra de decepción.
—Pues tenías razón —dijo ella, un poquito molesta.
—¿Ah, si? Pues... —sólo alcancé a ver cuando el cacahuate golpeó a Ada entre sus cejas y ella retrocedió un poco —Por golpearme, mala amiga.
Ellos eran así, Félix solía hacer algo que molestaba a Ada y ella se enfadaba para luego golpearle y mi amigo se desquitaba, tirando un mechón de su cabello y lanzándole cosas, como ahora.
Luego del golpe recibido, Ada hizo un puchero y giró la cabeza. Claramente estaba molesta.
—¡Ay no! ¿Ya te enojaste? —dijo Félix pero mi amiga solo giró mas el rostro para evitar verle.
Y ahora me tocaría escucharlos disculpándose el uno al otro durante lo que resta del camino.

-karimodelarosa.
Los capítulos serán cortos como Jimin, no pienso hacerlos muy largo teniendo en cuenta que quiero que sea una historia corta como "Secreto bajo la lápida"

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Maldición Desconocida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora