Capítulo 8

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Callie Torres PDV

Ella me miró algo sorprendida, e intentó ponerse de pie pero lo impedí.

- Quieta. Dejame hacer todo. - susurré, recostandome sobre su cuerpo sin hacer demasiado peso.

- No sé si estoy lista, Sra. Torres...

Ella desvió la vista hacia los otros cuadros que rodeaban la habitación, y pude ver como se estremeció al llegar a uno de ellos. Un cuadro donde una mujer tenía bajo su dominio a otra, atada con esposas y cadenas.

- Es así como usted...

- No, Arizona. Solo son cuadros, no voy a amarrarte en ningun sentido.

Se remeció en el colchón, era evidente su nerviosismo.

- Ven.. — levanté su cuerpo de la cama levemente, y nos conduje fuera de la habitación. Caminamos por el pasillo hasta llegar a mi cuarto especial. Ella estaba tan nerviosa... Y linda.

- Mírame, Arizona. - acaricié levemente su cintura, subiendo por la espalda. - Mírame. - insistí, y ella por fin alzó la vista hacia mi. - No eres como cualquier mujer.

Ella sonrió, y no esperé para unir nuestros labios calmamente.

Sus labios eran tan suaves que sentía ganas de llorar. Bueno, eso no sonó muy Callie Torres, pero era la verdad. Su cuerpo no se movía, apenas sus brazos estaban entrelazados en mi cuello, luego de eso, era una marioneta sobre mí, dejándose llevar por cada uno de mis movimientos. La abracé con fuerza y sentí su cuerpo vibrar cuando di espacio a mi lengua en su boca. Su beso era algo fascinante, jamás experimentado por mi. He dormido con más mujeres de las que puedo contar, no me siento orgullosa de eso, pero tampoco arrepentida.

El sexo para mi era una distracción, más allá de lo increíble que sea, jamás sentí nada por alguna de esas mujeres. Lo que me asustaba, porque con Arizona todo se sentía distinto. Era como si mi cerebro estuviera luchando constantemente contra el corazón.

Me aparté de sus labios contra mi voluntad, y saqué una pequeña llave del bolsillo de mi pantalón.

— Oh dios, no me diga que esto es una especie de Cincuenta sombras de Grey y ahora entraremos a su cuarto de juegos...

— Sería.. Cincuenta sombras de Torres. — reí. — Pero no, no lo es. 

Ella suspiró aliviada, con un tono rojizo en sus mejillas.

— En esta habitación se encuentra mi vida, Arizona. — dije, aún sin girar la llave. — Aquí vengo cuando quiero distraerme, aislarme un poco del mundo. 

Sonrió, con mucha expectativa. 

— Lista? — pregunté, y ella me miró sorprendida.

— Creo que soy yo la que debe preguntar eso. — dijo, confundiendome. — Está a punto de mostrarme algo sumamente personal, muy suyo. ¿Está lista?

No lo había visto de esa forma, pero tenía razón. Estaba a punto de derribar parte del enorme muro que rodeaba mi corazón, estaba a punto de abrirle una puerta a mi intimidad. A mi pasado, presente y futuro. 

— Estoy lista. — respondí sin dudarlo. 

Giré la llave y abrí la puerta.

— Por dios, Calliope. Es hermoso... 

Sus ojos brillaban de una manera exuberante. 

— Sabía que te agradaría..

— Me encanta.

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