Prólogo

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Cuando caminamos hasta el borde de toda la luz que tenemos

y damos el paso a la oscuridad de lo desconocido,

debemos creer que una de dos cosas van a suceder.

Habrá algo sólido para nosotros que nos haga quedarnos

o vamos a aprender a volar.

-Patrick Overton


Draco estaba frío. Frío y malditamente incómodo. Un escalofrío recorrió su cuerpo, sacudiendo su conciencia a otras cosas más que el frío y la incomodidad, aunque estos aún estaban presentes. Ambas sensaciones se intensificaron cuando abrió los ojos.

¿Qué mierda? Se sentó erguido y luego tuvo que cerrar los ojos hasta que el vértigo y la urgencia de vomitar disminuyeran. Tragó fuerte contra el gusto de la bilis. Drogado, entonces. O golpeado con un Cruciatus mientras él estaba abajo.

Abrió los ojos con más cuidado para examinar su entorno.

Merlín, hacía frío. Y era casi de noche. Recorrió con su mirada la piedra manchada de tinta que le rodeaba por todos lados, siguió el patrón que se repetido hasta el único punto de brillo, un pedazo de cielo plomizo muy por encima de su altura.

—¿Estoy en el fondo de un pozo? —se preguntó en voz alta, como si esperara que su voz disipara la ilusión. Su aliento empaña el aire y se envolvió con sus brazos alrededor de sí mismo, sin tomarse la molestia de pararse. Al parecer los responsables de traerlo ahí no les importaba que se congelara hasta morir. Sabía sin comprobar que su varita se ha ido. Y cuando reviso así era.

Draco se puso de pie y mientras lo hacía, sus ropas rozaron algo. El tintineo de vidrio en la piedra le llamó la atención. Dos viales estaban a sus pies, juntos con un trozo de papel. Se inclinó y los recogió. La escritura era desconocida, y muy difícil de leer en la oscuridad.

Malfoy, has sido juzgado y hallado culpable. Otros pueden perdonar tus crímenes, pero nosotros no. Es bien sabido que nunca mataste directamente y preferiste dejar que otros lo hagan por ti. Por lo tanto, vamos a seguir tu ejemplo e incluso te ofreceremos misericordia, de alguna forma. Te hemos dejado dos pociones. El de tapa negra contiene un potente veneno. Si desea redimir tus crímenes, entonces lo tomarás. No podemos prometerte una muerte sin dolor, pero va a ser rápido, y tu miserable existencia llegara a un final rápido.

Si eres débil y optas por vivir, entonces deberías tomar el de la tapa blanca. De este modo vas a vivir, pero a costa de tu humanidad y tu precioso estado de sangre pura. Te convertirás en algo menos que un humano, un ser odiado y temido, apenas más que un animal. Puede ser que incluso obtengas los medios para escapar de tu prisión. Escoge con sabiduría.

Draco se quedó mirando los frascos con horror. En lo que a él respecta, ambos eran condenas a muerte. El primero lo mataría con dolor, pero rápidamente. Draco casi lo tiró al suelo de piedra. No tenía intención de suicidarse. Miró fijamente al otro vial. Menos que humano. Odiado y temido. ¿Qué diablos era? ¿Sangre de vampiro?

Draco metió los viales en el bolsillo de su túnica. Experimentando un momento de pánico cuando estos casi se deslizaron por sus entumecidos dedos en el proceso. Tranquilizo sus nervios y los dejó caer en el bolsillo. Incluso aquellas horribles opciones eran mejor que ninguna.

Se metió las manos debajo de los brazos y pisoteo la tierra. Algunos copos de nieve caían desde la apertura. Mierda, justo lo que necesitaba, aún más frío. Caminó en el lugar otra vez y sintió el dolor dispararse a través de los dedos de los pies en respuesta a la sacudida de circulación. Anduvo el círculo de su pequeña prisión y busco cualquier posible fuga. No había ninguna. Se dio cuenta de que no estaba en un cualquier pozo, sino en uno especial, lo que explicaría la forma de la piedra. Supuso que era una suerte no estar de pie en el agua.

Cadenas de la TierraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora