Prólogo

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El cielo era cubierto por una inmensa nube blanca, sin un atisbo de luz solar, el frío viento le acariciaba las mejillas y unas gotas caían delicadamente sobre la calzada.

A veces odiaba el clima de Rusia.

Se puso la capucha y avanzó a paso rápido intentando no resbalar, quejándose por lo bajo y regañandose a si mismo por no despertar más temprano.

Se apresuró a llegar al salón de Historia, quizás ya tenían un rato de haber comenzado las clases y tendría que soportar la reprimenda que le tocaba por llegar tarde. Tomó un respiro antes de llamar a la puerta, intentando ganar valor y paciencia en ese lapso de segundos para poder soportar al viejo gritón que debería estar dictando su clase en ese momento.

—Buenos días, señor Plisetsky —un señor de unos sesenta y tantos le abrió la puerta, su cabello canoso se veía incluso más gris por el clima, lo recibió cordialmente, totalmente opuesto a lo que esperaba, sin gritos ni escándalo, dejándole pasmado y confuso.

—Buenos días —respondió, con un pequeño silencio entre ambas palabras, aunque el tono en que lo dijo sonó más a una pregunta.

—Adelante —le invitó a pasar el mayor mientras regresaba a su escritorio.

Aún indeciso y a paso dudoso, entró en el lugar.

«¿Qué?»

El salón estaba desierto, ya se le hacía extraño tanto silencio, dispuesto a preguntar al respecto, volvió su mirada al viejo escritorio del profesor, pero apenas abrió la boca, se vio interrumpido.

—Están en la biblioteca —respondió como adivinando lo que pensaba.

—¿Por qué?

—Encargué a cada uno un trabajo de investigación.

—Y, ¿Cuál es mi tema? —se apresuró a preguntarm

—Debes hacer una exposición amplia y detallada —explicó resaltando las dos últimas palabras— sobre la participación de la URSS en la segunda guerra mundial.

El chico rubio se aguantó un bufido y sólo rodó los ojos, eso debía ser un tipo de castigo por haber llegado tarde.

—Es para el próximo mes, en diapositivas y como llegaste tarde, tú serás el primero en exponer.

«¿Es una broma?»

Estaba a punto de reclamar cuando vio que el profesor levantó el dedo índice, haciendo que se callara.

—Si reclamas, será peor, te recomiendo que en vez de perder el tiempo buscando excusas, vayas directo a la biblioteca y busques todo lo relacionado con el tema que te tocó— el chico rubio hizo una mueca de inconformidad, pero no hizo reclamo alguno— que tenga buena mañana Plisetsky —dijo antes de tomar el abrigo y el maletín que descansaban en el escritorio para luego salir de la habitación, dejando al chico sólo, apretando los dientes mientras veía las gotas de lluvia caer en la ventana.

«¿Ese viejo quiere una exposición de la URSS?, tendrá una exposición de la URSS»

𝐓𝐡𝐨𝐬𝐞 𝐖𝐡𝐨 𝐅𝐚𝐥𝐥 𝐈𝐧 𝐋𝐨𝐯𝐞 [Otayuri AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora