Sebastian Michaelis x Ciel Phantomhive

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Bueno esto era una historia aparte pero lo hago “One-Shot” ya que solo quiero escribir lo lemon y ya xD. Espero que les guste.

MirosRoos

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Ya tenía todo listo. En unos minutos debía despertar al joven amo. Me puse mi uniforme de mayordomo recién planchado. Ajusté la corbata y me dirigí a la cocina para preparar el desayuno. Al terminar de servirlo me dirigí a la habitación de Ciel. Abrí la puerta y dejé la bandeja sobre la mesita de noche. Corrí las blancas cortinas y el cuarto de mi amo se llenó de luz.

-Despierte, bocchan.-Dije destapando un poco a Ciel.

-Cinco minutos más.-Dijo el señorito volviéndose a tapar.

-El té va a enfriarse.-Dije. Ciel se sentó y se frotó los ojos con el dorso de sus manos.-Buenos días.

-Buenos días.-Dijo bostezando.

-Despiértese rápido. Tiene mucho trabajo acumulado desde hace días.

-Lo sé, lo sé.-El señorito estaba poniéndose muy rebelde con su trabajo últimamente. ¿Era está la época de vida donde los humanos no sigues las reglas? ¿Acaso Ciel estaba madurando? Al terminar el desayuno, dejé la bandeja de nuevo sobre la mesa y busqué la ropa de Ciel. Mi amo se sentó al bordé de la cama. Le saqué la ropa que tenía y observé su cuerpo. Era tan delgado y pálido. Yo estaba acostumbrado a ver el cuerpo desnudo de Ciel pero, últimamente, me sentía distinto cuando lo vestía a la mañana y lo desvestía en la noche. Era como sí mis mejillas tornaran un color rojo intenso cuando tocaba su cuerpo. Por supuesto, Ciel no lo notaba. Al terminar de vestirlo puse el parche que escondía la marca de nuestro contrato sobre su ojo derecho. Luego agarré la bandeja del desayuno y me dirigí a la cocina.

-Sebastian.-Dijo Ciel antes de que cruzara la puerta.

-¿Sí, bocchan?-Pregunté.

-Más tarde quiero algo dulce.-Dijo.

-De acuerdo.-Salí a hacer mis cosas. ¿Qué me estaba pasando últimamente?

Hora de hacer los quehaceres de la casa. Ordené y limpié to; como normalmente hacía, cada rincón quedaba a la perfección. Siempre terminaba bastante rápido. Me dirigí a la cocina a hacer el almuerzo. Sonó la campanilla, bocchan necesitaba algo. Me dirigí a su escritorio. Al entrar noté que su sillón estaba dando la espalda a la puerta.

-¿Necesitaba algo, bocchan?-Pregunté gentilmente.

-Acércate.-Dijo Ciel. ¿Había estado llorando? Su voz sonaba algo extraña. Lo miré, parecía algo enojado.-Sebastian, estos días has estado algo extraño. Me miras diferente. ¿Te pasa algo?-¿Se había dado cuenta? ¡No puede ser! ¿Qué hago?

-Estoy perfectamente bien, bocchan. Se lo habrá imaginado.-En ese momento el señorito me agarró de la corbata y me acercó a sí. Mi cara estaba a centímetros de la suya. Podía sentir su respiración.

-Yo no me imagino nada.-Dijo suavemente. Me quedé petrificado. ¿Qué debía hacer? Ciel me soltó.-Tráeme algo dulce.-Ordenó.

-Enseguida.-Salí inmediatamente de la habitación. ¿Qué había pasado? ¿Era real o era un sueño? Al llegar a la cocina preparé una torta de chocolate con crema chantilly por encima. Lo serví en una bandeja y se lo llevé a Ciel. Entré, esta vez el cuerpo de Ciel miraba hacia la puerta; aunque su rostro miraba su escritorio.

-Pasa, Sebastian.-Me acerqué lentamente a su escritorio y puse la bandeja sobre la mesa.

-Aquí tiene.-Dije y me dirigí a la puerta.

-Sebastian.-Dijo Ciel. Me detuve y lo miré.

-¿Sí, bocchan?-Pregunté.

-Quédate aquí… conmigo.-Dijo.

-Sí, joven amo.-Dije algo confundido. ¿Por qué Ciel quería que me quedara? Me quedé parado junto a él en silencio.

-Puedes hablar si quieres.-Dijo.

-¿De qué quiere hablar?-Pregunté. El señorito estaba muy raro. Normalmente le gustaba estar en silencio o hablar de un tema que él quería.

-¡No sé! ¡Propone algo!-Se estaba enojando. Agarré a Ciel por los hombros y lo obligué a mirarme.

-¿Qué le está pasando, bocchan?-Pregunté algo preocupado.-Usted no es normalmente así.

-Sebastian.

-¿Sí?

-Abrázame.-Me sorprendí, no lo hice esperar un segundo más. Lo abracé fuertemente pegándolo a mi cuerpo.

-Bocchan.-Dije.

-¿Sí?-Me acerqué a su oído para susurrarle.

-Déjeme hacerle el amor.-Dije y Ciel se tensó.

-¿¡Qué dices!?-Ciel estaba completamente sonrojado.

-Lo deseo y usted también me desea. ¿Me dejará hacerlo?-Ciel miró al suelo completamente nervioso y dijo en un susurro.

-Hai.-Lo llevé a su cuarto y lo tiré sobre la cama. Le quité su ropa rápidamente y empecé a explorar todo su cuerpo con mi boca.-Se…Sebastian.-Gemía el Ciel. Me saqué la ropa y Ciel se sorprendió al ver mi miembro.-Etto…no va a entrar.

-Lo hará.-Susurré recostándolo sobre su estómago. Acaricié su entrada suavemente y usé dos de mis dedos para dilatarlo. Ciel soltó un grito ahogado.

-¡Duele!-Me acerqué nuevamente a su oído.

-Pronto solo sentirás placer.-Saqué mis dedos y levanté sus caderas, Ciel no ayudaba.-Ciel, coopera por favor. Levanta tus caderas.-El jovencito lo hizo excitándome aún más con su movimiento. No me resistí más, lo embestí lo más gentilmente que pude. Ciel soltaba gritos de dolor y placer. Fui aumentando la rapidez de mis embestidas y me fui llenando con cada gota de este pequeño que me hacía sentir completo. Ciel ya había llegado dos veces al clímax y yo ya estaba por llegar por primera vez. Cuando llegué estaba demasiado cansado para seguir al igual que el señorito. Lo recosté sobre mí y lo abracé no dejándolo escapar. Ya todo había cambiado. Ya nada volvería a ser como antes.

ONE-SHOTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora