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Cada día era más pesadas las tareas y básicamente no teníamos tiempo de nada, a duras penas podíamos salir, la verdad para serles sincero estábamos muy ocupados, desde el curso de Felix hasta el mío e incluso él y Changbin habían dejado de verse para citas, ahora salían juntos a estudiar, algo realmente tierno.

Por mi parte siempre intentaba trasnocharme para terminar las cosas, para tener el día junto a Minho.

Pasábamos los días juntos, él pagando para que le hagan los trabajos y poder salir junto a mi. Mi pequeño era una persona muy perezosa, pero así lo quería.

Y aquella mañana me tuve que levantar para un nuevo día, ya se acercaba el día en el que debía devolverme a Australia. 

17 de mayo

Me tocó levantarme con rapidez de la cama, había pospuesto la alarma más de 3 veces, y se me había hecho casi una hora más tarde, hice todo lo que acostumbraba en la mañana, y mientras me lavaba los dientes después de comer busqué a Felix en su habitación, pero...  El descarado ya se había ido, ¿Por qué no me sorprende?

Preferí apurarme, y sin importarme tropecé con chicos que igual que yo iban tarde. 

Llegué hasta la puerta de la escuela y corrí hasta las escaleras, subiendo ellas rápidamente, hasta el último piso, ahí donde se suponía que tenía mi salón, en el último escalón sucedió algo realmente inesperado. 

Ahí estaba una chica, realmente linda, su sonrisa siendo bastante delicada y ella no muy alta.

— ¡Hola! Una pregunta, ¿Sabes donde queda el salón de los de último año? — Su voz era realmente suave y dulce, además de que su coreano no era nada fluido, algo como el de Felix.

— Soy de último año, ¿Te llevo?

— ¡Sí, por favor! — Ella me ayudó a subir el último escalón y se posicionó junto a mi.— Por cierto, me llamo Roseanne, ¡Un gusto!

Me desconecté por unos segundos.

... ¿Podría ser la misma?

— Me llamo Christopher.—  Sonreí abiertamente y ella me devolvió la sonrisa. — ¿Eres de coreana? Por tu nombre lo dudo un poco.

Ella se carcajeó y luego negó rápidamente en un asentimiento de cabeza.— Soy australiana, ¿Y tú? Tu nombre tampoco parece de acá.

— Yo soy australiano también.

Luego de decir aquello ambos nos quedamos callados, las risas pararon. Creo que ella se dio cuenta, volteó a mirarme con los ojos abiertos como platos y susurró algo que no entendí.

— ¿Channie? ¿Eres tú? — Caminó lentamente hasta estar en frente mío, sus palabras eran bajas y con algo de miedo, miedo a equivocarse. Asentí lentamente con una sonrisa y saltó a abrazarme.—  ¡Channie! ¡Eres tú! No te veo desde hace mucho tiempo, oh por dios, ¡No puedo creerlo!

Rodeé su cintura con mis brazos y estuvimos abrazados así por un tiempo, sin importarnos las clases, ya nos habríamos saltado casi media hora, entre mi llegada tarde y su confesión de que salón es.

Volver a tenerla aquí conmigo se sentía bien, me sentía en mi hogar, de repente todos mis amigos estaban reunidos de nuevo y se me hacía imposible creerlo. El hecho de que nuestro grupo se deshizo cuando apenas tenía 10 años, porque Sana y Bambam se fueron, y Rose a los 12 años se cambió de escuela, todo era muy drástico para mi.

Así pasamos el rato, luego cuando nos separamos ella se subió a mi espalda para que la cargara hasta el salón, y tal como mi amiga me dijo, yo lo hice, la cargué y llegamos al salón a la segunda hora, cuando ya había un cambio de clases y no había ningún profesor. Cuando entramos al salón en esa pose de caballito, todos empezaron a gritar, algunos chiflando, mmh, de barrio tenían que ser.

La dejé en un asiento cualquiera, sabiendo perfectamente que el otro maestro la presentaría, me senté junto a Sana y ella rápidamente se acercó a mi moviendo su silla.

— ¿Quién es la chica? ¿Ya vas a dejar a Minho?— Cuestionó con curiosidad.

— ¿Recuerdas a Roseanne?

— Sí, cómo no, la bebé que cantaba hermoso, pero ni al caso, Chan, cuéntame quién es la chica con la que viniste.

— Es ella, Rosean.. — No pude terminar porque ella de una se levantó de su asiento para abrazarla, ahí ambas gritaron felices. Cosas de chicas.

Desvié mi mirada de mis amigas y observé a mi hermoso azabache. Su sonrisa no estaba plasmada en su rostro y se encontraba de mala gana, me levanté para ir donde él pero instantáneamente el se levantó y salió del salón.

¿Qué había sido eso?

Lo seguí porque no entendía que tenía, intenté que nos e escucharan mis pasos y lo vi entrar al baño de hombres, entré yo también y ahí estaba él. Tenía las manos en su rostro y los codos apoyados en el lavamanos. Si esto fuera una historia de omegaverse, podría decir que sentí a través de nuestro lazo su frustración, pero no había necesidad de un lazo, se notaba, a pasos sigilosos me acerqué y lo abracé de la cintura.

— ¿Estás bien?

— Vete con tu amiga. — Soltó mi agarre.— Fuera de mi vista, Bang.

The Evolution of Our Love. [BangInho]Where stories live. Discover now