Huida

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Notas:

Este fan fic fue una idea loca alimentada por dos cosas, que Hugh Dancy (Will Graham) fue votado el más adecuado para interpretar a Harry Potter adulto y que mi amiga Akira Taicho nunca me dejará ser féliz de nuevo si no transformaba esta idea en una realidad. Disfrutenla.

I

Eso había sido suficiente. Ya no más. Harry lo había tolerado todo en esta vida. Había tolerado una infancia marcada por el abuso y la pérdida, había crecido creyéndose menos que basura, convencido de que sus padres eran un par de fracasados buenos para nada. Luego había encontrado la felicidad en Hogwarts apenas el tiempo suficiente para aferrarse a ella y que la sombra del Señor Tenebroso amenazara todo lo que estaba aprendiendo a amar.

Amaba su escuela y a sus amigos. Pero también ahí parecía estar sumido en tragedia. En 6 años había sido víctima de sospechas, bromas, chismes, golpizas, accidentes, había visto amigos morir. Había pasado la pubertad con un demonio dentro y cuando finalmente lo destruyó tuvo que hacer recuento de todo lo que le había costado. A Sirius, a Lupin, a Hedwig, incluso a Dobby.

Su legado estaba teñido de sangre y de dolor. Harry esperaba perder sus preciados dones, la legeremancia y el Parsel. Pero continuaban aferrados a su persona, podía sentirlos latiendo en su pecho.

Aún luego de años de batallas, de dolor físico y emocional Harry nunca había sentido tanto miedo. ¿Y sí estaba marcado de por vida? Harry conocía bien sus cicatrices, por eso estaba seguro que la de su frente era por mucho la menos importante.

Había continuado con su vida. Había ayudado a reconstruir la escuela, el mundo mágico. La gente esperaba tenerlo como una guía, sus amigos lo buscaban como un ancla para explorar los caminos del luto que él conocía tan bien. Los comprendía, se había arriesgado a perderse a sí mismo en el sufrimiento ajeno y había dado cada hora de su tiempo para tratar de mejorar su entorno, ayudar a otros a sanar y estaba ahí en su proceso.

Se había enamorado, a pesar de toda advertencia y para sorpresa de muchos, y había encontrado en Draco Malfoy el sustento y el cariño que tanto necesitaba. Tenía estabilidad, tenía amigos y dinero. Incluso mantenía contacto con Dudley, no era profundo ni afectuoso pero era algo.

Draco imponía en su vida un egoísmo saludable, lo invitaba a preocuparse por sí mismo, a buscar lo que él deseaba antes de sacrificarlo todo por ayudar a otros. Cuando se mudaron juntos le enseñó a ignorar lo que otros decían de él, a fundamentar esa estúpida confianza que siempre había sentido, no por ser el elegido, sino porque sin ella Harry no tenía virtud alguna.

No era el más inteligente, ni el más talentoso mago de la historia. Su épico viaje de heroísmo estaba plagado de errores y de ayuda, él jamás lo habría logrado solo. ¿Podía Harry Potter sin ayuda de nadie cambiar el mundo? Lo dudaba. Pero Draco no. Y eso fue lo primero en atraerlo.

Pero Harry estaba acostumbrado a sufrir. Era todo lo que conocía. Esperaba el momento en que algo saliera terriblemente mal y su vida diera una vez más un giro de 180 grados, así que estaba sorprendido por lo doloroso que fue cuando sucedió.

Harry no tenía empleo, ni quería uno. Se había alejado del ministerio, de las ambiciones y los grandes puestos que le ofrecían. Así que pasaba la mayor parte de su día leyendo, jugando Quidditch y transformando los muebles de su jardín en ciervos.

Ese día en particular Harry pensaba pasarlo en el Callejón Diagon, disfrutando del sol, comprando nuevas herramientas de mantenimiento de escobas y tal vez un regalo para su ahijado.

Antes de salir había echado un vistazo a los suministros de Draco, que una vez más estaban peligrosamente bajos, Harry reprimió una sonrisa pensando en cuántas veces le había recordado al rubio surtirse antes de que esto se interpusiera en su trabajo como pocionista.

Suficient (2nda edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora