Suficient (2nda edición)

Sueños Vacíos

Notas: Muchas gracias a todos por leer hasta aquí, a todos mis lectores nuevos, viejos y a los que van y vienen! 

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Gracias de nuevo y disfruten este último cap.

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Para Will Graham y su familia en Baltimore Maryland lo más relevante ese día era la más reciente nevada. Casi medio metro de nieve blanca que cubría toda la ciudad, llenándola inevitablemente de espíritu navideño. Will había pasado toda la mañana quitando la nieve de la entrada con una pala y adecuando los autos para las carreteras resbaladizas mientras su esposo y su hija trataban de llegar a un acuerdo sobre cuántas decoraciones navideñas rozaban el mal gusto.

Abigail había cedido con la guirnalda y las luces, pero insistió tanto con un árbol de navidad que Will creyó que lloraría si no tenía uno. Incapaz de hacer algo a medias Hannibal compró un árbol tan grande y frondoso que les tomó a ambos media hora meterlo en la casa y media hora más para levantarlo en la sala de estar. Tras dos horas más decorandolo con listones, figurillas hechas a mano a base de piñas y tela y pequeños ciervos de cristal incluso Abigail parecía dispuesta a hacer de este el último año de tan tediosa faena. Especialmente cuando sus siete perros corrieron a su alrededor emocionados, meneando la cola y tirando los adornos de la parte baja, llenando la casa de fragmentos de vidrio y agujas. Aunque el aroma era fresco y boscoso, y Will disfrutaba especialmente de la sensación de estar en el medio del bosque sin salir de casa.

No podía esperar a su primera Navidad como familia. Sólo ellos tres, una cena privada y suntuosa, con champaña y sidra, todo cuidadosamente preparado por Hannibal, cada detalle medido con precisión militar. Para luego encender la chimenea y acurrucarse frente a ella a intercambiar regalos. Will le había comprado, entre otras cosas, una cámara y una nueva caña de pescar a Abigail, y para Hannibal había encontrado una corbata con un precioso patrón bordado a mano en hilos de oro y un pañuelo a juego. De algún compañero de la universidad recibiría una botella de esa horrible colonia que Hannibal tanto odiaba y había arreglado hacerle llegar regalos a Beverly, Alana, Jack, Hermione y Ron.

Inmersos en su vida perfecta y tranquila Hannibal y Abigail no notaban las señales que Will ignoraba, incapaz de dejar de sonreír. Lechuzas que volaban en todas direcciones a plena luz del día. Gente en ropa extraña que corría por ahí, ajetreada, confundida. Zonas de la ciudad por las que la gente simplemente olvidaba que debía pasar, o que estaban ahí para empezar. Había puesto en marcha los engranes, veía todo tomar su lugar sin que tuviera que mover un dedo más. Se sintió tan poderoso y tan libre.

—Hannibal...—Susurró en su oído, acurrucados en su cama, besándose esa misma noche.

— ¿Mm? — La mano de Will bajó hasta su bragueta, abriéndola y acariciándole sobre la ropa interior. —Hoy estás particularmente ansioso Will.

—Te necesito... —Dijo mordiéndole el labio y arrancándole una sonrisa cómplice.

—No me digas... De saber que planear intrincados planes de destrucción y sumirte en una carrera homicida te ponían de tan buen humor te habría dejado suelto por ahí mucho antes. Bien... pero usa lubricante esta vez cariño, me temo que de lo contrario no podré seguirte el paso.

—No vas a decirme ahora que te sientes viejo, no luego de dos semanas cargando cuerpos por ahí y torturando a Draco hasta el amanecer. —Reprochó Will, casi arrancándole los pantalones y besando el interior de sus muslos. —No eres viejo, Hannibal.