Recuerdos

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— ¡Demonios! Esto fue realmente delicioso—. Dijo Ron mientras se relamía los labios, su esposa lo miró con recelo pero finalmente asintió de acuerdo con él.

— Cuando nos invitaron a cenar no esperábamos algo tan suntuoso, realmente lamento que lo único que pudimos traer fue una botella de Whisky de Fuego…—Hermione sonrió avergonzada, sin embargo ninguno de los dueños de la casa parecía molesto. Abigail no bebía, Will estaba extasiado simplemente ante la idea que esa cena no ocurría en su imaginación, y Hannibal estaba especialmente interesado en experimentar cualquier aspecto de la cultura mágica que pudieran aportar a su mesa, si bien no lo bebieron con la cena lo hacían ahora, sentados frente a la chimenea, mirando los recuerdos ocultos en el baúl de Harry por primera vez. La flama que ardió en su paladar fue una experiencia novedosa y agradable. Casi tanto como ver a Will usar una vieja moneda que encontró en su bolsillo para invocar a sus amigos a su lado.

—Por favor no se preocupen— Dijo sonriendoles— Cuando escuché sobre este “Whiskey de Fuego” realmente no imaginaba que alguna vez fuera posible probar una flama, ahora veo que estaba equivocado.

Y vaya que había estado equivocado. Cuando Will despertó aquella mañana, adolorido y confundido, Abigail y Hannibal ya lo esperaban con una humeante taza de café y un plato de huevos con tocino. Su estómago se asentó agradablemente después de comer. Él y su familia pasaron todo ese día sentados en la cama. Se resistió al principio, pero Hannibal le dejó muy en claro que no estaba caminando en terreno estéril, le había dicho lo suficiente. Hannibal había conseguido lo que quería, como siempre. Cuándo lo confronto al respecto su esposo simplemente atinó a decir:

—La facilidad con la que puedes mentirme sobre un aspecto tan importante de tu vida como lo es tu pasado, Will, me pone de un terrible humor. Me temo que me hace intolerante. Se ha requerido lo peor de mí para saber si debo replantearme mi concepción tuya.

Will asumía que a estas alturas la había replanteado y definido, mientras se regodeaba en su inhumana forma de estar siempre en control de la situación y siempre un paso por delante suyo, incluso en este mundo que no conocía. Abigail, como su hija, debía saberlo todo. Ya no habría secretos. Así que Harry les contó todo. Les contó sobre su infancia horrible con los Dursley y sobre cómo había recordado tan vívidamente la muerte de sus padres a través de los ataques de Dementores y de los recuerdos de Snape. Les contó sobre Neville, sobre Luna, sobre todos los Weasley, sobre Cedric y sobre Cho. Sobre Sirius, Lupin, Tonks, Teddy, Hagrid, Hedwig y Dobby. Les contó con lujo de detalle lo que ocurrió cada año de su vida en Hogwarts y también sobre su huida y la búsqueda de los Horrocruxes. Describió con lujo de detalles la batalla de Hogwarts y lo hermoso que era cuando no lo azorada la guerra. Les habló sobre el Quidditch, sobre Hogsmeade y sobre Voldemort.

Hannibal estaba tan intrigado con este personaje como cualquiera. Su maldad, descrita por el mismo Will, carecía de clase y propósito genuinos. Su violencia era indiscriminada, de pésimo gusto. Will les habló sobre las reliquias de la muerte, ninguno mostró Interés en la Varita de Saúco, pero Will podía ver en los ojos de Hannibal el deseo de sostener entre sus manos la Piedra de Resurrección y hacer que la taza se uniera de nuevo, conformando una realidad tenebrosa.

Sin embargo ninguno de los dos cuestiono sus razones cuando Will les dijo que lejos de ser el Maestro de la Muerte lo que más deseaba era vivir en paz. Había perdido la piedra en el bosque y la Varita había sido destruida. La taza nunca se volvería a unir.

Cualquier duda que pudiera quedar en su mente fue rápidamente despejada cuando Harry sacó la capa de invisibilidad y desapareció completamente frente a sus ojos.

Abigail estaba en un punto entre la locura y la aceptación, mientras que Hannibal había aceptado inmediatamente, guiado por ese interés científico que a menudo surgía de lo más hermenéutico de su ser. Había formulado cientos de preguntas y pronto su hija lo imitó, Will intentó responderlas hasta bien entrada la noche. Y ahora, reunidos frente al fuego, les mostraba más y más maravillas ocultas de su vista.

Suficient (2nda edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora