Capitulo VII: ¿Quieres salir conmigo?

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Un día más de escuela, uno normal, sin nada especial. El profesor leía un cuento bastante crudo pero interesante a su vez. Los alumnos le ponían cierta atención, más concretamente la demonio Vignette, y la delegada de la clase. Por otro lado, había una ángel y una demonio que no ponían ni la mas mínima atención.

     «Este día es bastante aburrido» pensaba Gabriel. Sumida en sus pensamientos, escuchó la voz de su maestro que le hablaba, y, como no podía ser de otra, desconcertada y avergonzada le preguntó —¿Podría repetir la pregunta?—. A penas terminó de decir eso y Lentes la miró con cierto enojo. A pesar de que tenía puestos los lentes, podía sentir la penetrante mirada de su profesor. «Igual que en la excursión» pensó.

—Pregunté si todo estaba claro.

—C-claro.

—Entonces... —eso asustó a Gabriel, no le había puesto atención a nada del cuento y, sabiendo las «políticas» del profesor, si contestaba mal, le iría de la misma forma—. Sigamos.

—¿Eh? —una Gabriel desconcertada se quedó mirando al profesor. No sabía exactamente lo que había pasado, solamente sabía que era un milagro.

—¿Hay algún problema, señorita Tenma? —la ángel se asustó nuevamente, tal vez con esa reacción había cometido un gran desliz que no sería «perdonado» esta vez.

—N-no...

—...muy bien.

«Definitivamente, después de esto, agradeceré a Dios» pensó para sus adentros.

—Por cierto —continuó el profesor—. Al finalizar la clase, te veo en la oficina del director... —parece que ese «milago», se acabó.

...

     Una vez las clases finalizaron, Vignette, Satanichia y Raphiel, caminaban juntas tranquilamente hacia sus respectivos departamentos; caminaron por un rato, conversando sobre temas banales, hasta que Raphi le preguntó algo a Vignette.

—Oye, Vigne-San, Satania-San y yo vamos a ir mañana a una cafetería, y nos preguntábamos si quisieras ir —dijo con su tranquilidad y sonrisa de siempre.

—No lo se —respondió Vigne algo indecisa—. ¿Irá Gabriel?

—Bueno, Gab-Chan dijo que tenía cosas que hacer, así que dudo mucho que vaya —esas simples palabras hicieron que Vignette se decidiera a no ir, prefería ir a visitar a Gabriel y, quizá, estará haciendo algo importante y ella podría ayudarla en esa labor.

     Una tonta enamorada, parecía que no conocía a Gabriel—. Bueno, acabo de recordar que yo también tengo algunas cosas que hacer mañana, así que lo siento mucho, jaja...ja.

—Oh, no te preocupes —mencionó la peli Blanca muy calmada—. Solo asegúrate de no hacerle nada malo a Gabriel.

—(¿) ¡Y-yo no sería capaz de h-hacerle algo a-así a Gabriel! (?) —respondió una exaltada Vignette, parecía que había caído completamente en la trampa de Raphiel.

—Oh, ¿a qué tipo de cosas se referirá Vigne-San? —dijo Raphi con un tono pícaro que desconcertó a la pobre demonio.

—¿E-eh? —preguntó confundida. Definitivamente había caído en el juego de Raphiel.

     A los pocos segundos de pensarlo, Vignette se dio cuenta de lo que se refería Raphiel y, sonrojada y nerviosa, exclamó —Y-yo no estaba p-pensando en nada r-raro, ya sabes, e-ella es mi... Es mi... —Vigne se puso a pensar en lo que decía.

      ¿Qué era exactamente de Gabriel? Para Vigne, Gabriel era algo más que una amiga, sin llegar a ser novias (obviamente); pero para Gabriel, ¿qué es Vigne? ¿Una amiga? Estaba claro que lo era (aunque no tendía a demostrarlo mucho), se lo dejó muy en claro el día en el que fueron al centro comercial. Esa noche, más concretamente.

      Gabriel tenía y tiene miedo de que Vigne se aleje de ella y, a pesar de que prácticamente es imposible que ella se abra a los demás, esa noche algo se rompió en ella. Quizá fue el miedo de pensar que esa sería su última noche durmiendo juntas; quizá fue solamente un impulso venidero; pero, a fin y al cabo, se abrió, y expresó todo con un simple «te quiero». Simple, pero significativo.

—Es tu... —esas palabras de Raphi, la hicieron volver a la realidad.

—E-es mi...amiga —respondió con cierta vergüenza, timidez y decepción.

—Vamos, Vigne-San, entre nosotras... —se acercó lentamente a la oreja de Vigne. Eso la puso nerviosa. «¿Qué está pasando?» pensó un poco desconcertada—. Te gusta Gabriel —susurró con tun tono dulce y calmado, aunque eso no pudo evitar la reacción de la joven demonio; le helaron la sangre.

—¿Q-qué? Y-y-y-yo n-no... —Tataba de decir lo mejor que podía, lamentablemente, sus nervios la ponían a tela de juicio.

     Por un momento, Vigne se asustó, pensó que Raphiel la rechazaría y la insultaría por ser lesbiana, pero rápidamente recordó algo. Raphiel también es lesbiana.

     «Ella está enamorada de la idiota» pensó. Volteó a ver hacia la dirección donde se encontraba Satanichia, y la encontró picando con un palo a una rana.

     «Entre su caso y el mío, el de ella está mucho peor...o eso creo» esos eran los pensamientos de la pelimorada. A los pocos segundos, volteó a ver a Raphi y le dijo —por favor, no le digas a nadie de esto, ¿si? Ni siquiera a Satania.

—No te preocupes, mantendré el secreto —respondió con un rostro angelical—. Por cierto, ¿por qué no vas con Gab-chan a algún lugar el fin de semana? —cuestionó la ángel.

     Realmente no era una mala idea, ya que Gabriel no podía mañana, tal vez podría el sábado o el domingo. Después de meditarlo por unos segundos, al final respondió —. Está bien. Las veo después chicas —una vez dicho eso, Vignette se fue corriendo nuevamente hacia la academia, con la esperanza de que Gabriel aún no haya salido. Todo mientras Raphi la «miraba» con los ojos cerrados y una sonrisa. Posteriormente, volteó a ver a Satanichia, y abrió ahora los ojos; e, incapaz de moverse o formular palabra alguna, se quedó viendo absorta a aquella rana con la que jugaba Satanichia.

     Gabriel estaba saliendo de la academia, realmente había pasado mucho tiempo desde que Lentes la castigó ese día. Ahora, lo único que quería, era jugar videojuegos hasta el cansancio; mañana no planeaba ir al instituto.

     De pronto, sus fantasías fueron interrumpidas cuando escuchó la voz de Vignette que le hablaba.

—¡Gabriel! —exclamaba Vignette, mientras se acercaba a ella a pasos lentos por el cansancio de haber corrido tanto.

—Wow, ¿qué pasa? —Gabriel, ciertamente, estaba algo desconcertada; no sabía la razón por la cual Vignette habría corrido tanto hacia la institución.

     Pasados unos segundos, Vignette completó su recorrido y se puso frente a Gabriel. Tomó una gran bocanada de aire, miró a los ojos a la ángel y le dijo lo que tenía planeado decirle.

—Gabriel, ¿quieres salir conmigo el sábado?

—... ¿Eh?















     Dos chicas jóvenes caminaban a paso lento por la banqueta. Había un silencio algo (bastante) incómodo, pues, una de las dos no se podía sacar de la cabeza a aquella rana que, accidentalmente, Satania le había arrojado.

     A Satania no le gustaba para nada ese silencio, así que quiso romper un poco el ambiente, lamentablemente no se le ocurría nada, así que el resto del trayecto fue muy aburrido e incómodo.













Satanichia: ¡Hey! ¡¿Por qué no hablé en todo el capítulo?! ¡Me merezco uno para mi sola!

Un Ángel Y Un DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora