Diario de un pronóstico

Día 2 - Enero

Querido diario:

 

Hoy he recordado la muerte de Jorge y me he echado a llorar en medio de la clase. Mis alumnos han empezado a chismorrear y se han puesto a jugar, en este ambiente de locura. La directora ha llegado en el peor momento y me ha recogido de aquel gallinero; en vez de consolarme ha dicho que próximamente recortarían plantilla, y que si no empezaba a ser más rígida acabaría en la calle.

Jorge. 5 letras, 5 años han pasado desde su despedida. En su tumba diminuta todavía yace su cuerpecito. Para un único hijo que tengo… Tras eso me abandonó mi marido, ¿sabías esto diario? Decía que era una incompetente, y que no servía para nada. Maltratada, acabé en la enfermería curando mis heridas con alcohol. Poco después sufrió un ictus y murió. Acudí a su funeral, pero sin ningún tipo de reproche. Me había dejado parte de su herencia, ingenua de mí acepté. Todas sus deudas pasaron a mi cuenta, por lo que todavía tengo que pagar sus facturas atrasadas; y bastante poco me queda ya de los ahorros.

Ahorros. 20000€ para un viaje de ensueño, que nunca llegó a cumplirse. Él quería ir al parque de Disney, era su mayor deseo. Sus dedos diminutos señalaban siempre esa dirección en los mapas, y sus mejillas se sonrojaban siempre. Ahora, ese dinero está siendo usado para pagar sus malditos recibos. Le amé y le odié, pero nunca imaginé que fuera a hacerme algo así. Nunca mi vida había sido más perra. Recuerdo los buenos momentos que pasaba en familia.

Familia. Esa familia que ya no existe, que me margina día tras día, como si no existiese. Ellos amaban con locura al pequeño, y siempre me acusaron de haberlo matado. Discutí con ellos, y les dejé las cosas claras; cerraron sus puertas y no volvieron a abrirlas. Sola, sin nadie que pudiese hacerme compañía. La calle era un lugar muy frío en aquel entonces, recuerdo que era invierno cuando pasó todo esto.

Odio a los médicos y a sus medicinas, ¿te lo había dicho ya? Nunca pudieron curar a mi hijo y a su supuesta enfermedad incurable. Porque son incompetentes, porque nunca me han ayudado. Y ahora ella está en ese hospital repleto de ellos. Debe estar sufriendo, porque puedo notarlo. A veces en mis sueños oigo sus gemidos de dolor y de desconsuelo.

Al igual que oigo los del pequeño Jorge.

 

Buenas noches, querido diario. Han sido demasiadas situaciones las de hoy, y quiero irme a llorar tranquila a mi cama; poder ahogar mis penas en la almohada y despertar mañana con los ojos hinchados y llenos de pintura que ocultan las heridas del ayer.