Día 9 - Enero

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Querido diario:

 

¡Lo he vuelto a hacer! He quedado con Robert esta mañana. Vino a casa a recogerme, y fuimos a desayunar.

Café con leche y tostadas.

Recuerdo cuando tomaba café delante de Jorge, mientras que sorbía la leche de su taza minúscula. Pero ahora eso no tiene que preocuparme, ni hacerme sufrir. Porque he descubierto que tengo que ser feliz, por si acaso no puedo volver a salir del hospital.

Porque quiero vivir la vida y ser persona.

Vivir la vida de Jorge y la mía, cumplir sus sueños y expectativas.

Sigo teniendo aquel dibujo que hizo Jorge con 3 años. Hizo un pintarrajo gigante y rojo, que significaba dolor. Él no veía los colores, pero parecía que los estuviese sintiendo en su corazón. Después cogió el color negro y empezó a colorear alrededor. Todo el folio, menos esa raya roja. Y entonces, cogió el color azul, empezó a dar pequeñas puntadas de color por todo el cuadro. Después de que lo terminara lo mostró contra el cielo y me lo dio.

Fondo negro. Raya Roja y puntos azules.

En aquel momento no pude comprender el dibujo, pero ahora lo entiendo:
La raya roja soy yo. Lo negro es Él. Las marcas azules son mis lágrimas.

Si ahora estuviese aquí, podría dibujar la tierra, el color verde y blanco. Porque mi alma es pura ahora mismo. Porque soy feliz.

Él también pidió un café, querido diario. Su mostacho quedó manchado por la leche y por la espuma del café. Miré recelosa aquellos labios, y empecé a fantasear en mi cabeza.

Robert me miró extrañado, antes de limpiarse con las mangas del abrigo la boca. Me acerqué a él para quitarle las manchas de leche que le quedaban, cuando un impulso recorrió mi cuerpo y me hizo detenerme en seco: con Él pasó lo mismo hacía un tiempo. Pero entonces Él me atacó, me golpeó. Yo era tonta, pensé que lo habría hecho sin querer.

Cuando en verdad estaba sufriendo un maltrato, que aumentaría a lo largo de los años.

Seguía viendo aquellas marcas de leche que se desplazaban de un lado de otro de su boca. Sentía la necesidad de besarlo.

Me acerqué despacio con una servilleta, pero cuando quise acercarme con ella para limpiarme, hizo un movimiento de cabeza y nuestras bocas se rozaron. Me aparté totalmente sonrojada.

Él, simplemente me volvió a besar.

Querido diario, cuando él me besó un torrente de sentimientos invadió mi cuerpo. Felicidad, alegría, amor.

No tenía las palabras concretas para decirle que le quería, y ahora me arrepiento de no habérselo dicho.

Aun así, querido diario, mañana veremos una película en mi casa. Había pensado en poner Titanic, ¿tú crees que es una buena película?

Estoy segura que no lloraré con ella, porque he derramado demasiadas lágrimas durante estos días.

Y ahora, soy feliz.

 

Buenas noches, querido diario.

Diario de un pronósticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora