❊ 𝑆𝑒𝑥𝑡𝑜 𝑐𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜

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2016, Nueva York.
El cuento de que los matrimonios van empeorando con el paso de los años, puede parecer idiota, pero en muchas ocasiones es cierto. Para muchas parejas, el amor permanece, pero en algunos casos, el amor no es suficiente. 

Las personas que tienen un carácter como el de Stephen Strange son difíciles de tratar, y si aquello que dice de "entre más viejo, es peor", resulta ser cierto, entonces Everett debe estarla pasando mal con Strange. La ventaja en este caso, es que Stephen no es el único con mal carácter en la familia. Ross sabía cómo defenderse y poner a su alfa en su lugar. 

Era capaz de usar todo lo que tiene con tal de defenderse. 

Con suerte, no fue necesario recurrir a la violencia en esos dos años, luego de ese horrible incidente en la cocina. Stephen cumplió su palabra de jamás hacer algo igual, dejando en claro que los únicos golpes permitidos eran en la cama, donde ambos tenían el consentimiento. 

Más las peleas verbales si estaba presente; la actitud arrogante de Strange era una jodida bomba, entre más subía de nivel en el hospital, siendo nombrado el mejor neurocirujano con un expediente perfecto. Asistía a eventos importantes acompañado de su esposo y en algunas ocasiones de su hijo, los ingresos que entraban en el hogar eran cada vez más, con su parte y la de Everett, toda la familia se daban lujos, quizás demasiado. 

La pelea más reciente, fue gracias al gasto exorbitante que Stephen hizo en su auto. 

Sí, un nuevo auto deportivo. 

Cuando Everett lo vio llegar en esa cosa, le causó un increíble dolor de cabeza, como si le hubieran arrojado algo en la cabeza o se hubiera caído de espaldas y golpeado justo en el cráneo. 

Stephen, con una amplia sonrisa bajo del auto tras estacionarlo en el garaje. Alzó las llaves con todas sus ganas e inmediatamente rodeó el coche, trotando hasta llegar a Everett. 

Mientras que este mantenía una expresión sorprendida, más no era una sorpresa de las buenas, como Stephen creyó antes de llegar a la altura de su esposo.

—¿Qué te parece nuestra nueva adquisición?

—¿Nuestra?

El neurocirujano alzó las cejas, dudando por esa respuesta un obtuvo de este.

—Bueno, somos marido y… marido, jaja; es claro que el auto es de los dos. 

Everett se llevó los dedos al puente de su nariz, respirando profundo y cuestionando si sería malo gritarle a su esposo justo frente a los vecinos. 
Y pensándolo bien, sería peor no ponerle un alto a su esposo en ese preciso momento.

—¿Estás loco? Por Dios Stephen, ¿Cuanto cuesta este auto? —comenzó con su regaño con un tono de voz bastante bajo, podría decirse que neutral—. No necesitamos un auto nuevo, necesitamos invertir en una casa más amplia, la escuela de Jonathan… ¡No un auto!

Stephen rodó los ojos, apretando con fuerza las manos y pasando de largo de su esposo, con dirección a la casa. Evasión, así comienzan sus peleas.

—No puede ser… 

—Stephen, no me dejes hablando solo. 

—Sé perfectamente a dónde va esta charla, ¿bien? Tres palabras, Ross: No lo haré. 

Entraron a la casa, por suerte estaban solos ya que Jonathan asistía a clases en esos momentos. Everett cerró la puerta detrás suyo, siguiendo por todos lados a su Alfa, con tal de hablar como las personas civilizadas que son; eso sería más difícil ahora que Strange dijo ese último. 

Little family | EverstrangeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora