❊ 𝑄𝑢𝑖𝑛𝑡𝑜 𝑐𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜

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2016, Berlín. 
Como agente de la CIA fue llamado por un incidente en Lagos, Nigeria. Una bomba explotando en un edificio con gente dentro gracias a las descuidadas misiones lideradas por Steve Rogers, mejor conocido como Capitán América, con unos cuantos héroes haciéndole compañía. A estas alturas gracias a su trabajo y su vida cotidiana, no sabía en que categoría tener a esos dichosos héroes. 

Eran un desastre total, eso es lo que resultaban ser. Ayudaban y a la vez perjudicaban a todos, lo supo desde ese ataque alienígena a Nueva York y terminó por confirmarlo hace dos años cuando Sokovia fue elevado por los aires. 

Y ahora esto.

Cuando los acuerdos de Sokovia están por ser firmados por los 117 países, la explosión donde se dio por muerto al Rey T’Chaka, gobernante de Wakanda. Eso fue, al parecer, la gota que derramó el vaso. 

De alguna forma —Everett aún no sabía cómo rayos—, los problemas ocurridos en Viena, rápidamente se transportaron a Bucarest, Rumanía. Reportando la actividad ilícita del Capitán y Falcón, persiguiendo al Soldado del Invierno, impidiendo la captura de este último. Y sin olvidarse de sumar a un último invitado, un hombre vestido de gato negro anda corriendo tras de ellos.

Ahora con la actualización de que esa persona vestida de gato es nada más y nada menos que el sucesor de T’Chaka; T’Challa Udaku, próximamente coronado Rey de Wakanda gracias a la muerte de su padre.

Llegando por fin a la captura de Barnes y la detención de los otros tres involucrados. Siendo trasladados a Berlín. Justo donde Everett se encontraba.

Ver a tres de los cuatro hombres bajar y dirigirse hacia él, mientras mantenía una expresión serena fue un tanto complicada. Dos alfas y un beta, tomando en cuenta que uno de esos alfas lo había salvado hace unos años a él y su único hijo.

—¿Qué le va a pasar? 

Lo mismo que a ti. Evaluación psicológica y extradición —contestó con voz fuerte, sosteniéndole la mirada al Capitán, para después mirar hacia los otros dos hombres; T’Challa y Wilson.

Él es Everett Ross —comenzó Sharon a hablar—, Comandante Adjunto de las Fuerzas Conjuntas.

—¿Y un abogado?

—Un abogado. Eso es gracioso —se dedicó a observarlos como si nada, hablando con uno de sus hombres por encima del hombro—. Asegúrate que lleven sus armas al depósito. Les daremos un recibo.

Lo siguiente que escuchó fue una advertencia por parte de Sam, más prestó demasiada importancia a eso.

Emprendieron la caminata, andando rápido por las instalaciones, yendo en la cabeza del grupo, que consistía de los tres detenidos y varios hombres armados. En el transcurso, pasando por un puente que conectaba dos edificios, le dirigió la palabra al africano, usando un tono de desatención para dirigirse a él, muy a pesar de estar hablando con alguien de la realeza.

Te darán una oficina en vez de una celda. ¿Me haces el favor de quedarte ahí? —dirigió una rápida mirada a T’Challa, teniendo que alzar ligeramente la cabeza.

No pienso ir a ninguna parte.

Okay. La voz sorprendentemente ronca del africano causó una extraña reacción en él. Sintió un suave cosquilleo en el cuello, justo donde se encontraba la marca que su esposo, Stephen, le había hecho. ¿Por qué?

Un calor insoportable sobre su cuello provocó que se llevara la mano a la zona donde sentía ese escozor, moviendo de lado su cabeza mientras se tallaba la zona. Sentir la atención no sólo de sus hombres, sino también del alfa al que se había dirigido con anterioridad. Seguido de una respiración profunda por parte de T’Challa, nada disimulado, a decir verdad.

Little family | EverstrangeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora