Bien, tal vez estaba exagerando un poco ya que no me fui realmente de la casa o algo parecido, de hecho, ni siquiera había bajado hacía el primer piso, pero ese era otro caso.
Fui directamente hacía la sala de entretenimiento y encendí el gran televisor con el control remoto. Me senté en un gran sillón de cuero rojo que se encontraba en el centro y cerré con fuerza mis ojos. Lleve las manos hacía la cabeza y apreté. No podía creer lo testarudo y grosero que era ese tal Jorge. Ni siquiera había tenido una conversación real anteriormente con él, como para me hubiera tratado así. Insolente, terco, creído, hermoso y con unos ojos preciosos que… Esperen, no. «Detente», me dije. Tendría que dejar de pensar así sobre él. Nadie con ese horrible carácter merecía la pena. Sin duda este sería un verano muy largo.
No me di cuenta de que alguien permanecía sentado a mi lado. Tampoco me había dado cuenta de que el televisor estaba apagado. Abrí los ojos y mire a Ruggerp mientras revolvía su cabello con una mano y estiraba sus piernas, reposándolas en la mesa de café cuadrada frente a nosotros.
Ruggero tenía una complexión delgada y también era alto. Su piel era tan pálida que pensé que nunca salía de casa. O de la ducha. Su cabello era Castaño y liso pero tenia un copete hermoso, y sus ojos eran castaño increíble, aunque nunca los compararía con los de Jorge. Me sonrío nerviosamente.
—Hola —Dijo. Lo salude con la mano y después las cruce por delante de mi pecho. Me sentía un poco incomoda con el—. Así que Martina, um. ¿Realmente estas aquí para hacerle compañía a Jorge?
—Bueno, supongo —Dije extrañada por la pregunta. El asintió para sí—.
—Entonces los rumores son ciertos.
—¿Rumores? ¿Qué rumores? —Pregunte mientras lo veía fruncir el ceño y sacudir su cabeza levemente—.
—Jorge me comento algo ayer, pero pensé que estaba haciendo una broma de mal gusto. Ahora entiendo su enojo —Dijo mientras se levantaba del sillón y comenzaba a caminar a la salida—.
—¿Sobre qué? ¡Hey! ¡No te vayas! ¡Espera! —Le grite mientras me levantaba del sillón y corría tras de él. Se detuvo debajo del marco de la puerta y me miro divertido—. ¿Qué dijo Jorge?
—Que su mamá le había conseguido una niñera —Dijo divertido—.
—¡No soy su niñera! —Le respondí enojada—.
—¿Entonces? ¿Para qué te contrataron?
—Uh, yo… —y ahora, ¿qué le digo? Vamos Martina, ¡piensa! —. Yo um…
—¡RUGGERO! ¡Ven aquí! — Jorge gritaba desde su cuarto. Ruggerp le grito un “Ya voy” en respuesta—.
—Nos vemos luego Martina—Ruggero me dijo mientras me brindaba una sonrisa. Después se marcho rápidamente al cuarto de Jorge y me dejo ahí sola. Decidí seguirlo.
—Creo que ella es molesta —Dijo Jorge en tono arrogante. Me detuve, escondiéndome por detrás de la pared—.
—No lo es. Martina parece ser realmente amigable.
Gracias Ruggero, te has ganado tres puntos.
Jorge espero un momento antes de preguntar. — ¿Cómo es ella? Quiero decir, físicamente.
—Tiene el cabello medio largo y ondulado. Mmm, ¿qué más? —Asome mi cabeza un poco para obtener una visión concreta de la plática entre los dos. Ruggero estaba de espaldas hacía mí, pero Jorge me estaba mirando fijamente. Mi corazón se detuvo por un segundo antes de darme cuenta que realmente no podía verme. Ruggerp volvió a hablar—. Tiene mejor cuerpo que Alice, eso te lo puedo asegurar.
—¿Qué hay de sus ojos? —Pregunto Jorge, un poco más entusiasmado que antes. Hombres—.
—Son castaño claro. Me recuerdan a los ojos de Alex. Olvídalo, me recuerdan a tus ojos.
¿Esta bromeando? Mis ojos son verdes. V-e-r-d-e-s.
—Ósea que esta ciega. Lo que me faltaba.
—Vamos, tu sabes a que me refiero —De pronto el teléfono de Ruggero comenzó a sonar—. Un mensaje de mi mamá. Lo siento, tengo que irme. ¿Podrías ser lindo con Maritna?
—Cállate.
Ruggero salió rápidamente por la puerta y recordé que aún estaba espiando. Corrí de nuevo hacía el cuarto y me avente en el sillón. Segundos después, Ruggero entro.
—Tengo que irme. Nos vemos luego, Martina.
—Bien. Hasta pronto —Le dije con el pulso a mil por hora y la respiración entre cortada. Levanto una ceja y después salió.
Él le había dicho a Jorge que fuera agradable conmigo—A eso se refería, ya que no podría ser más lindo de lo que ya era. De nuevo, tengo que detenerme—. Supuse que los dos eran mejores amigos, ya que, si Jorge era tan gruñón como lo abría demostrado, nunca hubiera dejado que Ruggero estuviera a su lado. Así que, como buenos mejores amigos, tendría que hacerle caso.
Salí del cuarto y baje las escaleras de dos en dos, con dirección a la cocina. Serví un poco de té de limón e hice algunos emparedados para nosotros dos, y de nuevo me dirigí hacía el cuarto de Jorge. Entre cuidadosamente y coloque la comida sobre una silla de madera que se encontraba a la derecha de la puerta. Contemple el cuarto. Era enorme.
Las paredes eran de color azul claro, al igual que las cortinas, que permanecían cerradas sobre los grandes ventanales con dirección al jardín trasero. Había una gran cama negra y un par de sillones, igualmente negros con forma de “O”. No había tantos adornos y me sorprendí que todo estuviera tan limpio. Quiero decir, para ser un hombre.
Jorge estaba sentado sobre la cama mirando hacia la nada. Pensé que podría llegar de sorpresa, pero el hablo.
—Que no pueda ver, no significa que no te pueda sentir.
—Eh. Hola —Me senté frente a él, sobre el suelo—. Soy Martina.
—Ya lo habías dicho. ¿Qué quieres?
—So-solo quería ha-hablarte. Te hice algo pa-para comer —Le dije tartamudeando mientras me levantaba y le ofrecía un emparedado. Lo tomo—.
—¿Cuánto te paga mi mamá? ¿Eh? Te pagaré el doble si te vas hoy mismo.
—¿!Por qué eres tan testarudo y maleducado?! —Le grite mientras aventaba el vaso de té hacía atrás. El sonrío—.
—Así me gusta ser. Probablemente así podrías irte sin que tuviera que soltar un solo centavo.
—Mira, Jorge —Le quite el emparedado y lo empuje hacía la cama. El se sorprendió un poco pero rápidamente volvió a su habitual rostro de sarcasmo y “yo soy el mejor” —. No me importa que tan irritante puedas ser. Estoy aquí para ayudarte y tienes que poner algo de tu parte. De todas formas, tu madre me pagará, así que tu sabes.
De repente sonó el timbre y salí de su cuarto. Baje las escaleras y la señora Cecilia se encontraba sonriente en la puerta.
—¿Cómo ha ido tu primer día? —Pregunto mientras dejaba su bolso sobre el sillón—.
—He tenido días mejores.
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"Corazón Ciego" Jortini (ADAPTADA)
RandomNo te contaré nada, ¿quieres saberlo? Lee la novela. No te arrepentiras.