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Las gotas caen empapando mi rostro, tengo la mirada fija a la nada, ni siquiera hago caso del ardor que siento a causa del champú sobre mis ojos. Estoy en casa, pero a la vez en ningún lado. 

Pego la frente sobre la pared y cierro los ojos, entonces recuerdo las caricias, los besos, las palabras… duele, aquí, en el pecho. Me arde, quema y me asfixia, entonces me pregunto, ¿Por qué a nosotros?

Cierro la llave del grifo y envuelvo mi cuerpo en la bata de baño color blanco - que hace juego con la de él - y salgo sin muchos ánimos de la ducha. Miró mi reflejo en el espejo y advierto de las protuberantes ojeras bajo mis ojos; mi piel está más pálida que de costumbre y está de más decir que estoy hecha un desastre tanto física como emocionalmente. Lavo mis dientes y me dirijo a la cama. 

Me siento sobre el suave colchón y por inercia miro a mi lado derecho, ahí está una foto de nosotros abrazados; tomó el marco y con las yemas de mis dedos acaricio el rostro de Yukhei, los recuerdos de ese día me invaden. 

Lo recuerdo a él, hincado frente al río Han y con su única forma de pedirme que sea su esposa, estaba nervioso y por supuesto, yo sorprendida. Sus ojos transmitían miedo al rechazo, pero ¿Cómo podría rechazarlo?. Tomé su mano y una sonrisa fue suficiente para que entendiera que a partir de entonces estaríamos aún más cerca el uno del otro. 

Sus brazos habían rodeado mi cadera y me cargo hasta darme vueltas, entonces sin previo aviso sacó su móvil y tomó foto del recuerdo. 

De nuevo las lágrimas fluyen, algunas caen sobre el vidrio de la foto y me apresuro a limpiarlo, trato de evitarlas a toda costa pero resulta una tarea imposible. Me acuesto sobre la cama abrazando con fuerza la foto, sigo llorando por qué aunque me pese admitirlo, ya no tendré más un beso de buenas noches en mi frente. Como lo hacía él antes de dormir. 


El timbre del departamento me hace despertar a la fuerza y me percato que sigo en la toalla, a duras penas me levanto de la cama y dejo el retrato en el tocador. Camino a la puerta y al abrirla me encuentro con su hermano, quién me mira de pies a cabeza, me hago a un lado y lo dejo pasar. 

— KunHang… ¿Que haces aquí? — 

Cierro la puerta tras de mi e ignoro por un momento su presencia al ir a la cocina. 

— Mamá irá a verlo, el doctor se contactó con ella. — Lo interrumpo y se sobresalta. 

— ¿Me estás diciendo que después de treinta días la gran señora Wong se dignará a ver a su hijo? — 

Río sarcásticamente y lo veo sentarse en el sofá, se nota que está tenso. 

— Mei… Eres su prometida únicamente, así que mamá es la que decide. — 

Le paso la taza de café recién preparada y me siento a su lado cruzando las piernas.

— ¿Qué planes tiene tu madre? — Pregunto y mi cuñado se mantiene en silencio, titubeando en si contarme o no. — Dímelo. — 

— Se lo llevarán a HongKong —

Responde y le da un sorbo al líquido oscuro. 

Trato de mantener la calma, después de todo él era el único familiar de Yukhei que nos brindó apoyo cuando más lo necesitamos. KunHang apoyaba a su hermano mayor sin importar nada, ni siquiera sus propios padres.  

— ¿Y tú qué piensas de todo esto? ¿Estás de acuerdo?. — 

Cuestiono y solo le veo dejar la taza de porcelana sobre la mesa de centro. Frunce los labios, gesto aparentemente particular de los Wong. 

« Put It Straight »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora