tres

132 14 3
                                    

Estoy atónita, el agarre se hace más fuerte que duele, pero no me importa.
Sus ojos están abiertos y mirando al techo, perdidos en la pintura blanca y sin ningún punto fijo; sus labios están ligeramente separos y empañan en respirador.

El doctor les da unas instrucciones a las enfermeras, las mujeres en traje blanco despabiladas corren y siguiendo cada indicación. El señor y la señora Wong sollozan tras de mí, incluso puedo decir que ella está llorando, por un momento quiero imitarla, pero estoy más que nada sorprendida.

De repente el electrocardiograma comienza a sonar más extraño de lo normal, miro la pantalla electrónica y deduzco que algo malo está por pasar. Lo confirmo cuando el doctor me obliga a alejarme de él, mientras que una de las enfermeras descubre el pecho de Yukhei; miro a mi prometido y sus ojos se han cerrado nuevamente, ya no sujeta mi mano…
Solo veo su cuerpo elevase a causa de la gran cantidad de carga que recibe, me dejo caer en el suelo y espero lo peor.

Estoy sentada abrazando mis piernas, el papá de Yukhei atiende una llamada, creo que se trata de KunHang, su madre limpia las lágrimas con un paño de seda color blanco. Los minutos son eternos, los médicos llevan dos horas metidos en la sala de quirófano con él, mis lágrimas quieren aparecer, pero debo ser fuerte.
Me levanto, necesito ir al baño a refrescar mi cara, pero en me pongo de pie siento un malestar. Todo da vueltas y caigo en cuenta que me voy a desplomar.

Siento un par de brazos sostenerme e imagino que es él, otorgándome esa preciosa sonrisa, pero se trata de su hermano. Tiene un semblante preocupado, parezco ser una carga para él también.

— ¿Estás bien? —
Pregunta y yo solo niego.

— Necesito… necesito ir al baño. —
Pronuncio y el pelinegro asiente. De repente las ganas de vomitar llegaron a mí y no me gustaría quedar en vergüenza frente a sus padres, así que casi a rastras, me lleva al sanitario y se espera afuera.

Vómito el café de la mañana y el pequeño emparedado que compré cuando venía en camino al hospital. Torpemente mancho mi cabello y trato de limpiarlo, pero me sigue dando vueltas la cabeza, por lo que me veo obligada a pedir una vez más de la ayuda de KunHang.

Entra y me ve tirada en el piso, con manchas de vómito en la cara. Respira hondo y se inclina ante mí y pasa un pañuelo -igual al que traía su madre - en color azul marino. Mis ojos se fijan en la W bordada en italic en una de las esquinas inferiores.

— ¿Que pasa? —
Acaricia mi cabello y frunzo el ceño.

— Tengo bajas de energía. Solo eso, necesito algo dulce. —
Durante los días que estuve cuidando a Yukhei no había comido sanamente, ahora veo las consecuencias.

Estoy por pararme, siento que es humillante yacer sentada a lado del inodoro, pero cuando lo intento siento un fuerte dolor en la parte baja de mi vientre. Me quejo y veo a KunHang perplejo, esa mirada me causa confusión, pero el dolor regresa y es aún más fuerte… mis ojos se cierran y todo se nubla.

Escucho algunas voces a mi alrededor, pero solo logro indentificar una sola de ellas.

— ¿Yu-Yukhei? —
Musito débil y con los párpados demasiado pesados como para abrirlos por completo.

— Te desmayaste… he tenido que traerte aquí. — No. No era él, se trataba de su hermano solamente.

Consternada, veo que tengo una aguja encajada en mi antebrazo que conduce un líquido transparente, estoy segura que es suero.
Trato de sentarme sobre la camilla, pero el dolor regresa y me obliga a acostarme.

— ¿Que sucedió? —
Veo borroso, pero distingo a KunHang, él me sonríe cálidamente y me siento extraña. Toma mi mano y con sus dedos acaricia el anillo de compromiso que, según él, le ayudo a comprar a Yukhei.

Una doctora ahora hace su triunfal aparición. Trae consigo lo que parecen unos análisis y me los entrega, pero por supuesto, soy incapaz de leerlos, así que ella me los lee.

— Te daré el resumen ¿Okay? — Me mira y pasa después la vista a los blanquecinos papeles de laboratorio. — Tienes seis semanas de embarazo — Hace una pausa y mis ojos se abren de par en par. — Un embarazo de alto riesgo.

Mis neuronas parecen no carburar, los ojos de la persona que me ha acompañado todo el tiempo están fijan sobre el piso. La doctora pide hablar con él en privado y yo me quedo en la camilla acostada y en un estado de shock.

Siempre tratamos de ser cuidadosos en ese aspecto, aún no nos sentíamos preparados para tomar una responsabilidad de tal magnitud. Algo nos falló.
Una que otra lágrima corre y no porque esté feliz, en realidad estoy lejos de estarlo… siempre creí que un hijo era algo precioso y aunque cliché, una bendición. Era algo que debía planearse y anhelarse. Ahora mi perspectiva era otra… ¿Que haría yo con un prometido internado y con embarazo de alto riesgo y por supuesto, no planificado?

Me encuentro con la mirada del menor de los Wong, él me sonríe con toda la tranquilidad del mundo. Trae consigo unas galletas de chispas de chocolate que tiene el logotipo de la expendedora del hospital.

— Bien… ahora no solo debes enfocar tu atención en Yukhei. —
Me tendió las galletas y un termo de café. Agradecí.

— ¿Que se supone que voy a hacer ahora? —
Resulta poco creíble, aún tenía esa esperanza de que se tratara de una mala broma.

— No es eso lo que me preocupa… es la reacción de mi madre. — Se acerca a mí y toma mi mano derecha, depositando un beso sobre ella.

— KunHang, por favor… No. — Incómoda, quitó la mano e inercialmente toco mi vientre.

La manera en la que conocí a Yukhei fue gracias a su hermano, quién en ese entonces era mi pretendiente. Jamás llegamos a algo formal, pero lo suficiente para que sus padres supieran que la pequeña disputa entre los dos chicos se debiera a mí, razón por la que su madre me odia.

El tiempo pasó y las heridas sanaron, pero la señora Wong no puede perdonarme que por mi causa, KunHang y Yukhei hayan estado tiempo separados el uno del otro y por supuesto…que durante su separación, su hijo mayor haya decidido vivir conmigo.

— Lo siento… Pero bueno, tengo noticias. — Se aleja y se sienta sobre la silla a lado de mi camilla, se encorva un poco, apoyando sus codos sobre sus piernas. — Su cerebro a respondido. — continúa, pero no hay alegría en su voz.

— ¿Qué hay de malo en ello entonces? Habla… — Algo dentro de mí, me advierte que lo peor está por venir.

— El golpe que recibió en el choque… Lastimó gran parte de su cerebro, yo…— Respira con gran pesadez, tomando fuerza para decirme las malas noticias. — Si despierta, Mei, él no te va a recordar.

Mi mundo se vino abajo con seis simples palabras y todo lo que viví con él se volvía cada vez más lejano. Incluso ya comenzaba a creer que todo era producto de mi imaginación.

« Put It Straight »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora