Los avances son lentos, parece reaccionar pero cuando se piensa que avanzamos, pasa algo que nos hace regresar a nuestro punto de origen.
Las instrucciones del médico han sido claras y aparentemente le ha dicho a las enfermeras que no me dejen pasar tanto tiempo a lado de él. Así que ahora solo comparto ocho horas al día con Yukhei, menos mal su madre y padre han estado cuidando de él; la relación con la señora Wong no ha mejorado, pero me reconforta saber que ahora se queda a velar por la salud de su hijo mayor.
KunHang es el que va muy pocas veces al hospital, ¿Razón? Bueno, soy yo.
Desde que se enteró de mi embarazo no me ha dejado sola, inclusive ha propuesto quedarse en mi departamento para cuidar de mí, pero no lo considero correcto, así que me niego rotundamente cada que lo propone.
Han pasado treinta días más y agradezco que el bulto en mi vientre siga invisible, no me siento preparada para que los padre de él se enteren de que tendrán un próximo heredero… pensarán que lo hice con las intenciones de quedarme con sus empresas.
— ¡Mei! Ah~ he traído algo para ti. — La voz de KunHang se abre paso por todo el departamento, estoy en el cuarto de lavado, mi ropa había estado en el sesto de ropa sucia durante un largo periodo.
Salgo del pequeño cuarto y veo al pelinegro observándome con una gran sonrisa, trae dos bolsas en sus manos.
— ¿Que es? —
Limpio el poco sudor que cubre mi frente y me acerco a él titubeante.
— Cierra los ojos. —
Frunzo el ceño, pero inmediatamente hago caso a su peculiar instrucción.
Escucho cómo sus manos hurgan entre las bolsas, me causa intriga pues este chico solía ser una caja llena de sorpresas y rara vez era detallista.
— Bien, abrélos. —
Musita con voz clara pero aún así puedo divisar el nerviosismo en ella, sin dudarlo abro mis ojos.
Lo primero que encuentran mis ojos es un conjunto de mameluco amarillo, trae unos pequeños patos como estampado. El gorro es blanco y en lugar de patos, solo trae huellitas de estos en tonalidades amarillentas.
En su otra mano trae un peluche en forma de jirafa, dudo que sea para el bebé dentro de mí vientre, pues mi animal favorito son las jirafas.
— ¿Quién eres tú y qué has hecho con Wong KunHang? — Bromeo y él se hace el ofendido.
— ¡Yah! Solo quería comprar la ropa con la que mi sobrino saldrá del hospital a ver la luz del día. — Extiende la ropa para mí y yo solo niego entre risas, aceptando el obsequio.
— ¿Y eso? — Señalo el peluche que sigue sosteniendo.
— Oh, ¿Este? Es para mí. — Se encoge de hombros y abraza el peluche como si fuera un niño pequeño. Me causa ternura.
— ¿Será el pequeñín que te defienda de los monstruos bajo tu cama? — Mi risa ahora es burlona, él parece molestarse pues ahora sus brazos están cruzados a la altura de su pecho.
— Ya, boba, ten… Lo ví y pensé en ti. —
A pesar de que lo nuestro pasó tiempo atrás, escuchar este tipo de comentarios por parte de él sigue siendo incómodo. Aunque no dejo de pensar en que a lo mejor es producto de mi imaginación y KunHang lo dice solo para molestar. Tomo el peluche y veo que tiene un pequeño moño atado a la parte baja de su cuello y en una linda letra cursiva, leo el nombre de "Xuxi".
Me entra nostalgia al ver ese nombre, pues era el nombre de mi pequeño cachorro, aquel que me había acompañado por largos años y que falleció, su muerte me afectó más de lo que algún día me imaginé.
— Te lo agradezco mucho, KunHang. —
Paso los dedos por las pequeñas orejas de la jirafa y le dedico una sonrisa.
Él era una parte fundamental en mi vida y me había visto quebrarme en algunos de los peores momentos de mi vida y uno de ellos fue ese precisamente. La muerte de Xuxi y el que estoy pasando yo justo ahora. Mi embarazo.
Estaría eternamente agradecida con KunHang.
De repente sus brazos me rodearon y me estrecharon contra su pecho, pude percibir el aroma corporal y el perfume que usa desde que lo conocí. Esa fragancia me encantaba.
Una de sus manos acarició mis rizados cabellos y las hundió sobre mi nuca, esa era la costumbre que tenía cada que quería que lo viera. Así que inercialmente lo hice; sus pardos ojos se encontraron con los míos, pude divisar el brillo en aquellas preciosas pupilas y como hacían un juego perfecto con sus rizadas pestañas.
Los recuerdos invadieron mi cabeza, no iba a negar que fui feliz a su lado, pero era una fiel creyente de que las cosas sucedían por algo y si nuestra relación falló debió ser para bien. Suspiro para evitar hundirme en cada memoria que tenía junto a él, pero como si hubiera leído mis pensamientos acarició mi mejilla con tal delicadeza. Acorta la distancia entre los dos y roza sus labios rosados contra los míos, agradezco que el teléfono suene y lo obligue a separarse de mí.
— Hola, mamá —
Respiro agitada y desvío mi mirada a los objetos que aún tenía en manos. Él sigue hablando por teléfono hasta que algo logra captar mi atención.
— De inmediato vamos… —
Responde y cuelga, la mirada que me ofrece pasa a ser de remordimiento y empiezo a creer que algo malo a pasado
— ¿Paso algo malo con Yukhei? —
Siento mi corazón latir tan fuerte que en cualquier momento saldrá de mi pecho, si fuera literalmente posible.
— Él ha despertado. —
Responde y ahora está evitando encontrarse con mis ojos.
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« Put It Straight »
Romance"Era feliz, absolutamente feliz... Pero en un abrir y cerrar de ojos todo aquello se desmoronó. Un accidente fue el que cambio mi vida y aunque lo sigo amando, sé que nuestra historia no tiene un final feliz".