« Put It Straight »

seis

— Reposo absoluto. Ningún movimiento brusco, no te levantes de la cama si no es necesario y de preferencia, que alguien te esté monitoreando.

El médico se quita la bata y hace pasar a un demacrado KunHang, quién aún después de su anímico estado, me ayuda a levantarme de la camilla e incluso a colocarme algunas prendas de vestir.

No ha descansado lo suficiente y el trabajo lo ha consumido, su padre a salido de viaje para una nueva inversión, su madre por otro lado viajó hasta Hong Kong y ahora cuida día y noche a Yukhei, el menor de los Wong tuvo que quedarse en Pekín y atender los negocios familiares. Aún así, siempre tiene tiempo para mí.

— Ni hablar de viajes, ¿Cierto?
— MeiLing...

Irrumpe el más alto y el doctor quita las gafas que anteriormente se sostuvieron sobre el tabique de su nariz.

— Señorita, ¿En qué plano debo poner las condiciones de tu bebé?
— Perdonela, su prometido está en cama y ella quiere verlo lo antes posible.
— Pensé que usted era su... Bueno, como sea, no movimientos bruscos, reposo total y eso, eso incluye, cero viajes.

El transcurso hacia el departamento es silencioso, estoy mirando por la ventana y absorta en los números, cuentas a pagar y lo poco que me queda ahorrado.

— ¿Que pasa? Te veo preocupada.
— Necesito trabajar.
— ¡Que testaruda mujer!
— Se me acaba el dinero. Aún si no viajo para ver a Yukhei, apenas sobrevivo por un mes y eso, recortando mucho los gastos.
— Deberías decirle...
— Si, debería, pero en su estado... No quiero complicar las cosas.
— Mamá no está en casa... Podrías...
— ¿Estás loco? No, no, tus padres me odian.
— Solo mamá.

Comenta entre algunas risas y eso amena el momento. Olvidaba lo ocurrente que solía ser.

— Esto de verdad es una pésima idea, Wong.
— Hay un millar de cuartos, mamá apenas y los recorre; además mi nana podrá cuidar de ti. Y ella es más obstinada que tú, está a cargo de la casa y pedirle que viniese a cuidarte estaba por debajo del cero por ciento.

Conozcoa a la nana de los hermanos Wong y no puedo negar que era una mujer encantadora y además, huele a esos perfumes maderozos y a bisquet recién horneado.
¡Malditos antojos!

Hace mucho que no pisaba aquella mansión, hasta el aire se huele costoso y empiezo a creer que mis ropas no son las más adecuadas para entrar.
¿Que carajos?
Si Yukhei me aceptaba así, no debe importarme los demás... Aunque en veces es inevitable.

Uno de los empleados abre la puerta y nos da la bienvenida, aquel mismo nos quita los abrigos y los cuelga sobre el perchero.  » ¡No! Eso es mío, me lo llevo.«
Le hago un gesto con la mirada y me regresa mi pertenencia.

— Niño, Eric.

Aparece la adorable mujer de cabellos canosos y recibe al muchacho a mi lado con abrazos tan amorosos, que siento envidia por primera vez.

— ¿Eric?
— Ah~ si, ella nos ha bautizado de otra manera, dice que me parezco al príncipe Eric de "La Sirenita".

Tengo que aguantar la risa, porque aunque tenga algo de verdad, es cómico hacer la comparación.

— ¿Cómo está el niño Lucas?

Comprendo que habla de Yukhei y ahora que lo pienso, Lucas le va bien, creo que el nombre le queda a la perfección.

— No lo sé, nana, ¿Mamá no se ha puesto en contacto?
— Me temo que no, mi niño.
— Okay, ¿Podrías preparar algo para nosotros? Algo... Sano, ya sabes.

La mujer asiente y sigue a retirarse mientras que KunHang me guía a lo que supongo será mi habitación.

Después de haber cenado la deliciosa comida preparada por la nana de mi prometido, es hora de descansar. El día ha sido agotador y por supuesto que mi prioridad es el bebé dentro de mí.

— Mi habitación está al fondo, si necesitas algo, solo debes hacer la marcación rápida, la línea es directa al interfón de mi habitación.
— Gracias, Eric.

Digo y provoco que el pelinegro ponga los ojos el blanco.

— Yah~ descansa ¿Si?
— A la orden majestad.

Se acerca a mi y en un acto inercial me hago hacia atrás, dejando a un par de rosados labios rocen los míos.

Mis ojos están abiertos de par en par y la respiración de ambos se detuvo.