RABIETAS
Joseph apagó la estufa cuando encontró el punto exacto del estofado; con el resto de las cosas listas la cena estaba justo a tiempo para los recién llegados que entraban por la puerta principal de la casa.
—¡Hey!, aquí están mis rugbiers favoritos.
Saludó con una sonrisa que pronto se deshizo al ver las caras largas y molestas que Benjamin y Juliette tenían. La niña entró a paso presuroso ignorando completamente el saludo de su padre y cruzó por la sala dejando a medio camino su mochila de entrenamiento tirada.
Benjamin resopló lanzando las llaves a la mesa del centro haciendo un molesto ruido cuando el metal impactó el cristal.
—Juliette, recoge tu mochila —. Ordenó pero fue ignorado —. ¡Juliette, obedece!
Su voz salió con molestia, fuerte y grave. Joseph bajó la mano resignado a que su salido animoso estaba siendo cruelmente ignorado, retrocedió y comenzó a recoger algunos utensilios de cocina.
La niña se detuvo a mitad del pasillo, dio media vuelta.
—¿Dijo algo, entrenador?
Benjamin tensó la mandíbula.
—Recoge tu mochila.
Sin quitar su rostro disconformidad, Juliette volvió sus pasos tomando la mochila con molestia.
—Dejas tus cosas y bajas a cenar.
—No tengo hambre.
—No te estoy preguntando si tienes o no hambre, tu padre nos hizo de cenar y tú bajarás y comerás todo lo que él nos preparó —. Señaló Benjamin con firmeza.
—¡Pero no quiero comer!
Viéndose tentado a intervenir, Joseph le dio vuelta a la isleta de la cocina acercándose al par; pocas veces había visto a Juliette tan molesta y ese comportamiento no podía permitírselo a su hija de ocho años. Benjamin pensaba lo mismo pues su respuesta fue inmediata.
—¡Debes aprender a que no siempre se hará lo que tú quieras, Juliette!
—¡No tenías que regañarme y castigarme enfrente de todos!
—Estabas teniendo un mal comportamiento; ¿qué querías, niña? ¿Un premio por eso? Las consecuencias son las mismas para todos y no estás exenta de ellas.
Juliette infló sus mejillas; sus hombros se tensaron.
—¡Pero...!
—¡Sin peros! Soy tu entrenador y me respetas.
—¡Ni si quiera juegas rugby!
Gritó. La voz de la niña hizo eco en la sala; Joseph cerró los ojos con un resoplido y Benjamin bajó el mentón sin saber que responder.
Juliette tomó la mochila y subió corriendo las escaleras haciendo sus pasos resonar en toda la casa.
—Así que... ¿mal día de entrenamiento?
Benjamin suspiró acercándose a él.
—Creo que nunca debí haberle dicho que era mi alumna favorita. Amor, me daré un baño y después vendré para cenar juntos, ¿sí? —. Tomó su cabeza dándole un beso en la frente—. Seguro la comida te quedó deliciosa.
—Esta vez no la quemé.
—Dame unos minutos, ¿Sí? Seré rápido.
Si Joseph hacía retrospectiva, era la primera vez que Juliette estaba tan molesta con Ben a tal grado de gritarle así. No era lo correcto, claro estaba, así que subió hasta la habitación de su hija a tratar de ser el intermediario que necesitaba para que se diera cuenta de la situación.
Tocó tres veces la puerta antes de abrir. La recámara estaba en penumbras y en el techo brillaban estrellas en color neón.
—¿Juliette?
—El barco zarpó —. Respondió la niña con voz ahogada hecha un ovillo entre las sábanas —. Si das un paso más te ahogarás en altamar.
Joseph cerró la puerta tras de sí.
—Entonces me quedaré aquí. ¿Qué pasó en el entrenamiento, Juliette?
—El entrenador me llamó la atención y me puso a correr alrededor del campo —. Respondió en voz bajita.
—Y supongo que eso no fue consecuencia de tu buen comportamiento.
La niña suspiró. —Me cambió de posición, papá. Yo era right wing y ahora en el próximo torneo Danna jugará en esa posición.
—¿Y por qué te enojaste tanto y le reclamaste!
—¡Por qué no fue justo! Y se molestó tanto que me dijo que en el próximo partido ya no seré titular y me quitó la bandana de capitana.
—Juliette; él es el entrenador y tú debes de acatar sus órdenes. ¿Qué clase de deportista eres si vas en contra de lo que tu coach te dice? También debes saber obedecer y respetar lo que él dice.
Julie suspiró abrazándose más.
—Además... hay algo que debes saber —. Le dijo acercándose hasta la cama ignorando por completo las aguas de altamar —. Hace casi dos años Benjamin tuvo un accidente de auto. ¿Has visto las cicatrices que papá Ben tiene en su cuerpo? Julie... él no juega rugby porque es muy difícil con sus lesiones.
Girándose, la niña se descubrió un poco.
—¿Le duele mucho cuando juega?
—Así es... ¿crees que fue correcto que le dijeras todo eso?
Visiblemente afectada, Julie abultó las mejillas. —Pero yo no sabía, papá.
—¿Te das cuenta de que podemos lastimar a los demás cuando hablamos sin saber?
Bajando el rostro, Juliette jugueteó con sus dedos nerviosa.
—Lo siento...
—Eso no es algo que debas decirme a mí. ¿Qué crees que debas hacer, Juliette?
—Ofrecerle mis disculpas a papá Ben.
—Exacto. Habla con él —. Joseph se levantó palmeando la espalda de su hija —. Por cierto —dijo antes de salir —. Estoy de acuerdo con que no seas titular del equipo. Una capitana debe dar una buena imagen de comportamiento dentro y fuera de la cancha; esta es una consecuencia de tus actos.
Suspirando, Juliette asintió. —Si papi, lo entiendo.
☁️
Quería explorar más la faceta berrinchuda que Juliette puede llegar a tener y la manera en cómo sus padres la enfrentan. A veces uno alza la voz y otro es la parte calma o viceversa según se requiera. Retazos de vida, después de todo. Imágenes de familias en la cotidianeidad.
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Relatos en el balcón
RandomSerie de historias, drabbles o pasajes que no se contaron en Luces en el balcón.